Terror y Locura

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Fenris buscaba con desesperación a Morderek, mientras los hechizos prohibidos que habían lanzado lo consumían por dentro, perdiendo la cordura en el proceso. En su mente, Morderek se volvió invisible, acechando el momento perfecto para atacar. La realidad era que Morderek había cambiado su enfoque; ya no les interesaba enfrentarse a ellos.

-Morderek, déjate ver. Te las verás conmigo, gritó Fenris hacia la nada, desafiante pero sin un blanco claro.

En un rincón, Jonás se encontraba encogido sobre sus rodillas, intentando ocupar el menor espacio posible. Su respiración entrecortada, los ojos cerrados y la frente fruncida mostraban el miedo palpable que lo invadía. Los peores temores cruzaban su mente, y aunque intentaba canalizarlos, hasta para un archimago experimentado resultaba complicado.

Fenris se dirigió hacia él con rapidez.

-¡Ahhh, Jonás! ¿Qué haces parado? ¡Morderek nos va a atacar en cualquier momento!, gritó Fenris, girándose en todas direcciones para localizar al mago oscuro.

La respuesta de Jonás provocó que elfo moderara su voz, llena de energía y locura.

-Tengo miedo. No me grites, exclamó el archimago, comenzando a llorar de estrés. Las palabras de Fenris tampoco ayudaron, y en ese momento, al elfo se le ocurrió una idea disparatada.

-¡Perdón! ¡Tengo una idea! ¡Tírate al suelo! Así le será más difícil darnos, propuso Fenris. En un instante, se dejó caer sobre el suelo de la torre, realizando lo que parecía una especie de croqueta, convencido de que era una buena estrategia para evitar los ataques del mago oscuro.

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El fuego de Morderek rodeó con toda su fuerza a la bailarina del fuego, provocando un estruendo ensordecedor sobre la Torre. Nawin realizó una barrera mágica para proteger a los aprendices, y en esta ocasión, el hechizo del amo de la torre evitó que esta se derrumbara completamente. Salamandra buscó la mirada de Dana y Kai mientras intentaba evitar que el fuego la consumiera y controlarlo como siempre había hecho. Sin embargo, este fuego no era ordinario; era oscuro y poseía algo muy especial. Ni la propia bailarina del fuego podía manejarlo con facilidad, y estalló sobre ella.

-¡SALAMANDRAAAAAA! - gritó Kai, buscando protegerla por cuarta vez durante aquella intensa batalla.

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En medio del caos, mientras Fenris daba vueltas en el suelo gritando el nombre de Morderek y Jonás se sumía en sus propios pensamientos:

-¡MORDEREK, SAL YA! ¡ESTOY LLENO DE PODER Y DISPUESTO PARA ATACARTE! - gritó el elfo, girando con prisa en el suelo de la torre.

Sin embargo, en ese instante, un grito los hizo regresar a la realidad. Morderek ya no estaba con ellos; Estaba enfrascado en una intensa batalla con la bailarina del fuego. Los chillidos de Salamandra alertaron a los magos oscuros, haciendo que Fenris volviera a mirar a su enemigo y que Jonás abriera los ojos.

- Salamandra... -susurró con temor, pero la concentración sirvió de poco. Ahora, sus temores eran aún mayores, y comenzó a llorar sin cesar.

En ese momento crítico, Fenris tomó al archimago y lo cargó sobre su espalda. Con determinación, avanzó hacia el mago oscuro que amenazaba a su amiga. Corría con Jonás a cuestas, quien aún estaba consumido por la ansiedad y el estrés.

Fenris lanzaba destructivos rayos de gran poder a cada mago oscuro que veía, tomando decisiones arriesgadas que ponían en peligro su vida, pero que les permitían avanzar sin vacilaciones. Pronto, llegaron a Conrado. Fenris dejó a Jonás a su lado de manera brusca y empezó a lanzar aterradores rayos sobre los enemigos. Conrado, atónito, miró a Fenris con rapidez, pero este estaba demasiado concentrado en destruir.

Se acercó a Jonás, encogido sobre sí mismo, y lo miró con gran preocupación:

-Jonás, ¿qué te pasa? dijo Conrado preocupado

-Salamandra... no puedo perderla... la torre... Lis... -Jonás no abría los ojos, balbuceaba cosas sin sentido.

-Jonás, estoy aquí, soy tu amigo. Tranquilo. -Conrado colocó su mano en el hombro de Jonás con compasión, mostrando su preocupación.

Fenris volvió a la lucha contra los magos oscuros, esta vez cuerpo a cuerpo. Se abalanzó sobre uno de ellos, golpeándolo con puños furiosos, pero Conrado lo detuvo antes de que empeorara la situación. No servía de nada arremeter contra los magos oscuros de esa manera. Conrado, agotado, hizo levitar a Fenris y lo devolvió a su lado, creando una barrera. Mientras intentaba descifrar lo que sucedía con sus amigos:

-¡CONRADO, TÍRATE AL SUELO! ¡ASÍ NO NOS DETECTARÁN! - gritó Fenris, tirándose nuevamente al suelo y girando por los suelos de la torre.

-¿Qué? ¿Qué les pasó? - preguntó Conrado, ignorando las indicaciones de Fenris. Parecía consumido por las malas decisiones y la locura. Intentó conectarse nuevamente con Jonás:

- Jonás, ¿estoy aquí? ¿Qué ha pasado? - preguntó con tono calmado.

- Dana... la torre... Salamandra... - volvió a balbucear sin sentido. Conrado miró a sus amigos con pena. No entendía lo que estaba sucediendo. Escuchó nuevamente los gritos de Salamandra, y todo tembló a su alrededor. Estaba agotado y ahora, aunque tenía a sus amigos, parecía que debía encargarse más de ellos. No estaban en las mejores condiciones para ayudar. Sin embargo, Jonás abrió levemente los ojos, mirándolo, y volvió a balbucear:

-Salamandra... Conrado, ayúdala. - dijo casi en un susurro, temblando.

Conrado se apresuró a ayudar a su amigo:

- Eso haré, pero por favor, Jonás, necesito que estés aquí conmigo. - le suplicó Conrado, evitando mirar a Fenris mientras fregaba el suelo con su cuerpo.

Jonás, con el cuerpo tembloroso, intentó ponerse de pie mientras Conrado le ofrecía ayuda. Sin embargo, los recuerdos dolorosos regresaron de golpe, haciendo que se estremeciera de terror. Conrado, sin vacilar, se esforzó por mantener y devolverlo a la calma. Jonás, con gran esfuerzo, levantó la mano temblorosa y pronunció apenas comprensiblemente unas palabras. De repente, una terrible ráfaga de viento surgió de él, expulsando a los magos oscuros lo suficientemente lejos para permitirles seguir avanzando. La fortaleza de Jonás brillaba en esos momentos críticos, especialmente cuando sabía que sus amigos estaban en peligro. Conrado le animo con cariño.

-Ves, eres capaz de todo, amigo.

Jonás no respondió, solo temblaba, perdido en la mirada. Conrado estaba bastante preocupado por él. Mientras tanto, entre sus pies, notó al elfo que seguía girando en el suelo, esperando que los magos no lo atacaran. En ese momento, Conrado comprendió que la situación era crítica. Jonás poseía un increíble potencial, pero en esa situación ni siquiera era capaz de mantenerse en pie sin temblar. Por otro lado, Fenris, con su gran poder y determinación, se veía afectado por la locura y las malas decisiones.

-Fenris, mira, más magos oscuros. - señaló Conrado.

Fenris se levantó de inmediato, dispuesto a atacar. Los estallidos de Salamandra resonaron de nuevo, haciendo que, a pesar de las difíciles circunstancias, los tres se estremecieran, dispuestos a correr hacia su compañera en un intento desesperado por salvarla.

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He de admitir que escribir este capítulo me ha resultado muy desafiante y no estoy segura de si logra transmitir realmente lo que tenía en mente. No obstante, por ahora, lo dejaré tal como está. Es posible que con el tiempo se realicen algunas modificaciones. Agradezco mucho su paciencia.

ABRAZO

ATT:Novelil

Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora