El Adiós a la magia

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La magia oscura de Morderek cerró su abrazo en torno a los cuerpos de Jonás y Fenris, un velo inescapable que parecía devorar la luz. Los magos, suspendidos en la oscuridad, desataban hechizos desesperados que resultaban impotentes contra la malevolencia que los envolvía.

Morderek se aproximó malévolamente a Fenris, susurrando palabras arcanas que daban forma a un hechizo, haciendo que el cuerpo del elfo se contrajera y retorciera entre las sombras.

—Jonás, ¡debemos encontrar una salida! —exclamó Fenris, luchando contra la opresión de la magia oscura.

—Estoy intentándolo, pero sus hechizos son poderosos. ¡Aguanta! —respondió Jonás, esforzándose por mantener la calma en medio de la oscuridad abrumadora.

La negrura se cerraba sobre Fenris, y Morderek aprovechó una de las fortalezas del elfo: su capacidad para tomar decisiones acertadas. Sin embargo, esta vez, esa habilidad se volvería en su contra. El hechizo buscaba debilitar las defensas de Fenris, utilizando su propia fuerza como una vulnerabilidad.

Con un gesto de su mano, Morderek hizo que Fenris cayera al suelo con fuerza, y el elfo luchó por ponerse en pie. Determinado, Fenris sugirió a Jonás que realizara un hechizo de convicción para adentrarse en la mente de Morderek y encontrar una solución. Jonás, sin embargo, advirtió sobre los peligros éticos y el riesgo de que el mago oscuro rechazara o incluso invirtiera el hechizo. Pero Fenris estaba decidido, dispuesto a arriesgarlo todo.

—Fenris, eso es muy peligroso. Puede rechazar el hechizo o incluso revertirlo —advirtió Jonás.

—No tenemos otra opción, Jonás. ¡Debemos detenerlo de alguna manera! —respondió Fenris, decidido a enfrentar la oscuridad que los envolvía.

Antes de que Fenris pudiera actuar, Jonás intentó impedirlo, consciente de la peligrosidad del hechizo propuesto.

—¡No, Fenris! ¡Es demasiado peligroso! —exclamó Jonás. No obstante, Morderek, aprovechando la debilidad de Jonás, se acercó y tocó su frente con un gesto sutil.

Un poder oscuro se apoderó de la mente del archimago, desencadenando imágenes aterradoras de su amigo cayendo bajo el control de Morderek.

El pánico se apoderó de Jonás, reviviendo sus miedos e inseguridades más profundos. Se convirtió de nuevo en el chico inseguro que dudaba de su propio poder, mientras Morderek sonreía al ver cómo la batalla se inclinaba a su favor.

—¿Jonás, estás bien? —preguntó Fenris, preocupado por la expresión de pánico en su amigo.

—... ¿Y si no soy suficiente? —confesó Jonás, luchando contra las imágenes aterradoras que invadían su mente.

En ese instante, las defensas de Jonás se desmoronaron, y Fenris, ajeno a las decisiones que tomaba, se volvió un peón en manos de la oscuridad que los rodeaba. Morderek saboreaba su aparente victoria, mientras la mente y el corazón de los magos caían en la espiral de sus propios temores. El mal se regocijaba en su triunfo, tejiendo un manto de desesperación en el corazón de los oprimidos magos.

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Salamandra sentía cómo la barrera que la protegía se debilitaba cada vez más. Los magos oscuros no daban tregua, el fuego, que siempre había sido su aliado, ahora le daba la espalda. Las gotas de sudor empapaban su frente, y la exhausta maga luchaba por mantenerse. Buscó desesperadamente la mirada de Dana y Kai, quienes la observaban con creciente preocupación. Los mareos la asaltaban con intensidad, y la sensación de pérdida la envolvía mientras la vista se le nublaba.

Salamandra, en ese momento se pregunto a si misma  ¿así es como termina,  la bailarina del fuego...? mientras las figuras de Kai y Dana se desvanecían frente a ella. Giró un poco el cuello, encogiéndose, buscando la mirada de sus compañeros, un gesto de súplica y ayuda en sus ojos.

—¡SALAMANDRAAAA! —gritó entonces Kai, su voz llena de angustia.

Sin embargo, ella simplemente no respondió. En su rostro, solo se dibujó una suave sonrisa, mientras cerraba poco a poco sus ojos. La bailarina del fuego se sumía en la oscuridad, dejando tras de sí un eco de tristeza y desesperación. El silencio se apoderó del campo de batalla, marcando el destino inevitable de Salamandra.

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Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora