El plan de Fenris estaba trazado con meticulosidad, cada uno de sus amigos tenía un papel crucial que desempeñar. Salamandra, a pesar de sentir el peso de la responsabilidad como cebo, se preparaba para partir. Antes de su partida, abrazó a Conrado con fuerza, sintiendo la calidez y la seguridad que siempre emanaba de su amigo. Conrado correspondió al abrazo con ternura, sus ojos reflejaban una mezcla de determinación y afecto.
-Tranquila, Salamandra. Todo saldrá bien, aseguró Conrado con voz tranquilizadora mientras envolvía a su amiga en sus brazos.
Salamandra asintió, apreciando las palabras reconfortantes de su amigo.
-Lo sé, gracias, Conrado. Eres un buen mago y amigo expresó con gratitud, dejando escapar una leve sonrisa. Luego, con un toque de humor, agregó: -Pero por favor, no te distraigas en este momento.
Conrado soltó una risa sincera, comprendiendo el tono ligero de su amiga. Salamandra lo abrazó de nuevo, consciente del vínculo especial que compartían. A diferencia de los otros dos que estaban en la habitación, su relación era pura amistad, llena de confianza y apoyo mutuo. Desde que se conocieron en la juventud, habían compartido risas, secretos y momentos inolvidables. Esa conexión, arraigada en la sinceridad y el cariño genuino, les daba fuerzas para enfrentar cualquier desafío juntos.
Después, Salamandra se acercó a Fenris, quien a pesar de su estado fluctuante, mostraba destellos de lucidez entre las sombras que lo consumían. Con determinación, ella lo abrazó, deseando transmitirle su fuerza y su amor, aunque él parecía incómodo ante el contacto físico. Aun así, Salamandra buscó sus ojos, anhelando encontrar un atisbo de conexión.
Fenris, con los ojos entreabiertos, dejó escapar una leve sonrisa que Salamandra recibió con gratitud. Sin embargo, su momento de claridad fue efímero, y pronto volvió a ser arrastrado por la confusión y el tormento.
-¿Gaya? ¿Dónde está Gaya? -murmuró Fenris, buscando en vano la presencia de su amada en la penumbra que lo rodeaba.
-Fenris, por favor, vuelve a mí. Te necesito -susurró Salamandra con un nudo en la garganta, sintiendo el peso de la angustia en cada palabra.
Aunque Fenris sostuvo la mirada de Salamandra por unos instantes, solo logró articular unas pocas palabras antes de perderse nuevamente en la oscuridad de su mente.
-Lo harás bien, Salamandra. Siempre he confiado en ti -susurró con voz entrecortada, antes de ser arrastrado una vez más por el torbellino de sus pensamientos inquietos.
Con el corazón desgarrado por la impotencia, Salamandra susurró un sincero "te echo de menos" antes de apartarse, sintiendo la mirada preocupada de su esposo posada en ella. Con un gesto lleno de ternura, se dirigió hacia él, buscando consuelo en sus brazos. Él la recibió con amor, rodeando su cintura con suavidad y prometiéndole que juntos superarían cualquier obstáculo.
-¿Sabes? Cada vez que te miro, confirmó que es contigo con quien quiero pasar el resto de mi vida, le dijo Jonás, su mirada reflejando preocupación, pero sobre todo un profundo amor. Salamandra le devolvió la sonrisa y lo abrazó con ternura.
-Eres un poderoso archimago, Nunca me has fallado y sé que no lo harás, murmuró mientras acariciaba suavemente su espalda, transmitiendo todo su apoyo.
Jonás tragó saliva, agradeciendo en silencio el consuelo de ella. Salamandra se apartó del abrazo y se encaminó hacia la salida de la guarida de Conrado, pero Jonás la detuvo con un llamado.
-Espera, dijo con suavidad, y ella giró para mirarlo, con el ceño ligeramente fruncido.
-¿No me das un beso?, preguntó Jonás, su voz cargada de ternura.
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Crónicas de la Torre: Lis
RandomTras la trágica pérdida de Dana, el mundo de los vivos continuó su curso aparentemente normal. Sin embargo, un súbito y violento ataque dirigido hacia los elfos-lobos, seguido de la misteriosa desaparición de la reina Nawin, envolvió a todos en un e...