El día de la verdad: Parte 2

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 La mañana despertó en la Torre; el cielo anaranjado anunciaba la llegada del sol, prometiendo un día cálido. Algunas personas ya se levantaban, y Tina, la cocinera, se apresuraba a preparar el desayuno.

En ese momento, la joven pelirroja se incorporó con cansancio. Los nervios por lo que sucedería después le habían robado el sueño esa noche. Se sentó en la cama, apartó su enmarañado cabello hacia atrás, trenzándolo rápidamente. Pocos instantes después, escuchó golpes en su puerta.

-Lis, soy Julia. Eric y yo estamos listos. Te esperamos en la cocina , dijo Julia en tono enérgico.

-Enseguida voy, respondió Lis con somnolencia.

Se puso de pie, estiró la espalda y se enfundó en su túnica característica de su rango.

En poco tiempo, se unió a sus amigos. Los tres estaban nerviosos, esperando que Conrado tomara bien la noticia y les comunicara las decisiones que tomarían.

Julia parecía más tranquila que Lis y Eric, quienes mostraban nerviosismo palpable. Después de desayunar, los tres subieron a la cima de la Torre, hacia la habitación de Conrado. Antes de entrar, observaron la luz debajo de la puerta. Lis y Eric se miraron, tragaron saliva y asintieron antes de que Julia tocara la puerta.

Conrado los recibió con los brazos abiertos, pero notó las miradas incómodas y culpables de ellos, lo que despertó su curiosidad y borró la sonrisa de su rostro.

-¿Qué está pasando?", preguntó directamente Conrado.

Los jóvenes aprendices se miraron entre ellos; ya no había escapatoria, debían decir la verdad.

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Cuando los jóvenes magos finalmente revelaron la verdad a Conrado, este no podía creerlo. Se sentía en parte decepcionado, incómodo y preocupado, pero a pesar de todo, también valoraba que le hubieran contado la verdad.

-Lo sentimos. No queríamos generaros problemas y, por una vez, queríamos demostrar que somos capaces de todo. Si debemos ser castigados por ello, lo entenderemos, dijo Eric con madurez y arrepentimiento.

Conrado meditó mucho sus palabras. Durante unos segundos, los chicos lo miraron, esperando una respuesta.

-Me siento algo decepcionado con vosotros, a decir verdad. No esperaba esto, que nos mintierais, pero acepto las disculpas. Aunque ahora parezca un viejo obsesionado con la lectura y la magia, con vuestra edad también cometí errores y también me metí en problemas para salvar a quienes quería. Creo que aprender magia también es eso, ponerse retos y circunstancias que impongan usar su máximo potencial, así que lo entiendo. Pero no necesitáis enseñarnos nada; nosotros sabemos y confiamos en vosotros como magos, y sabemos que sois capaces de todo , expresó Conrado.

Los rostros de los chicos se relajaron en ese instante. Las palabras de Conrado los reconfortaron. La madurez e inteligencia con la que hablaba cautivaban a todos los que lo escuchaban, y sobre todo, la empatía que demostraba aseguraba que era un gran maestro, pero, ante todo, una gran persona.

-Gracias, Conrado, dijo Eric algo más relajado.

En ese momento, Conrado cambió su rostro sereno por una pequeña sonrisa.

-Eric, no te impondré ningún castigo porque al final has sido sincero conmigo, y lo valoro más que nada. Pero por favor, la próxima vez, tan solo dímelo. Lo entenderé y os ayudaré, añadió Conrado. En ese instante, Eric se abalanzó hacia Conrado para abrazarlo, seguido por las otras dos chicas. Durante unos segundos, Conrado acogió a los jóvenes y los abrazó.

Cuando la calma se hizo, habló claramente. "En cuanto a vosotras, chicas, os perdono y lo entiendo, pero creo que le debéis una disculpa a alguien más". En ese momento, Conrado miró a Lis, quien se separó del abrazo.

-Pero me van a odiar. No lo entenderán; me van a encerrar en esta Torre, dijo Lis frustrada.

-Lis, son tus padres. No puedes ocultarles algo así, y yo tampoco lo haré , confesó Conrado.

En ese momento, Lis se sintió frustrada. Se había sentido mejor al hablar con Conrado, pero ahora tenía que enfrentarse a sus padres. Todo el tiempo que había estado tratando de evitarlo no había dado resultado; tenía que enfrentarse a sus padres. Conrado les dijo a Julia y a Eric que podían irse; debía hablar con Lis a solas, pero les aseguró que todo estaba bien. Sin embargo, Julia y los demás compañeros debían una disculpa a sus maestros, Jonas y Salamandra, por haberse saltado las normas. Conrado les indicó que esperaran un poco y que hablarían después de solucionar lo de Lis.


Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora