Un hechizo peligroso

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-Entonces me están diciendo que mi hija oculta algo... ¿pero no me pueden decir qué? - dijo el archimago, Jonás, con seriedad.

-Sé que no lo entenderás, pero algo sucede. Conozco a Lis desde que era una chiquilla y algo le preocupa. Si no, no hubiera venido - se justificó Conrado.

-Pues no, no lo entiendo - contestó Jonás, claramente dolido -, eres mi mejor amigo y se trata de mi hija. No entiendo por qué no puedes decirme lo que ha pasado. No entiendo por qué desconfías de mi hija.

Nawin intervino antes de que Conrado pudiera responder:

-Yo también creo que Conrado tiene razón. ¿No os parece demasiada casualidad que el día en el que más ocupados estuvimos, ninguno estuviera con ella? Además, ese mismo día recibí una carta del reino... pero prácticamente nadie del reino sabe que me encuentro aquí. Me parecen demasiadas casualidades y que esos aprendices traman algo.

Todos reflexionaron sobre lo que Nawin había dicho. Tenía razón, el día en que todos estaban distraídos, nadie notó la ausencia de Lis. Además, habían ocurrido sucesos extraños y desconcertantes. Todo apuntaba a que los aprendices estaban planeando algo.

-¿Insinúas que unos jóvenes aprendices han intentado distraernos para llevar a cabo su propio plan? - preguntó Jonás, pensativo.

En ese momento, Salamandra irrumpió en la sala, abriendo la puerta con energía y parecía estar frustrada.

-He visitado ya 4 cuevas, pero no hay nada: ni magos oscuros ni elfos. Nada... esto es... - comenzó Salamandra, pero se detuvo al notar que la conversación era seria. Preguntó: - ¿De qué habláis?

Todos se centraron en ella, y Nawin explicó los detalles de la reunión y sus suposiciones sobre un posible plan de los aprendices. Salamandra se sorprendió ante las declaraciones, pero finalmente estuvo de acuerdo con Nawin. Los aprendices estaban ocultando algo, y eso la enfureció.

-¡Pero cómo se les ocurre! - exclamó Salamandra, enfadada.

Entonces, Kai intervino, recordándole su propia juventud y apareciéndose a su lado lo que hizo que esta se sobresaltara:

-Tú eras igual de atrevida a su edad, Salamandra - dijo, riendo.

Salamandra se sonrojó ante las palabras de Kai, pero sabía que tenía razón. A su edad, había hecho cosas igualmente arriesgadas, como ir con sus compañeros en busca de Dana en el Laberinto de las Sombras, desobedeciendo algunas normas.

Los magos intercambiaron miradas y finalmente acordaron que los aprendices estaban tramando algo. Sin embargo, se encontraron en un dilema sobre cómo obtener la verdad.

-¿Por qué no les preguntamos? ¿Por qué no hablas con Lis, Conrado? Tal vez te diga algo - sugirió Jonás, buscando una solución simple.

-Si, y seguro que nos dicen la verdad... - vaciló Salamandra, escéptica.

-Conrado y yo hemos pensado en un hechizo... - dijo Iris suavemente.

-No, no quiero leerles las mentes a mis estudiantes - declaró Jonás con firmeza.

-Creo que es una situación delicada, no me gusta el uso de hechizos que invadan la privacidad - añadió Dana, respaldando el mensaje de su  antiguo aprendiz. Salamandra informo sobre las palabras de Dana

El silencio se hizo durante unos segundos.

-¿Sabéis lo que esto conlleva no? pregunto Jonás

Una tensa pausa siguió a la explicación de Jonás. Todos los magos presentes conocían el alcance y los riesgos del hechizo de invasión mental. Sabían que era un acto que no se tomaba a la ligera, y su ética se veía comprometida.

-Entiendo las implicaciones, Jonás - dijo Conrado con un suspiro, brindando su apoyo. A pesar de su preocupación, estaba dispuesto a respaldar a su amigo en este momento difícil.

<<¿Estoy haciendo lo correcto?>> se preguntó Jonás mientras sentía el flujo de pensamientos de sus compañeros.

Jonás cerró los ojos y pronunció el hechizo. Tras decir las palabras mágicas, abrió los ojos y comenzó a escuchar los pensamientos de los presentes. Todos los magos se dieron cuenta de la invasión en su privacidad mental.

Vale, ahora Jonás estará escuchando todos mis pensamientos. Tendremos que mantener la calma - pensó Iris.

¿Jonás? ¿Me escuchas? - pensó Conrado.

A ver si esto se soluciona pronto, tengo demasiadas cosas que hacer - pensó Nawin.

Salamandra, por otro lado, parecía estar mareada, y Conrado la ayudó a sentarse.

-¿Estás bien, Salamandra? - preguntó Conrado preocupado.

-Sí, solo me he mareado un poco - dijo ella, colocando una mano en su cabeza.

Jonás se acercó y se preocupó aún más.

-Debe de ser el hechizo de Jonás lo que te ha afectado - comentó Conrado.

-Parece que la bailarina del fuego no es tan fuerte como parece - bromeó Nawin.

Maldita elfa - murmuró Salamandra mientras reía.

Maldita humana - respondió Nawin entre risas.

-Por favor, si alguno puede repeler mi hechizo, hágalo. Me está empezando a doler la cabeza - pidió Jonás.

Todos realizaron el hechizo para repeler el hechizo de Jonás, agradecido por no tener que escuchar los pensamientos de todos los demás.

Crónicas de la Torre: LisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora