Fenris se precipitó hacia el mago oscuro con una determinación inquebrantable, sin importarle las advertencias de sus amigos que resonaban como un eco en la oscuridad. Su mente nublada por la maldición, su alma consumida por el rencor, Fenris se lanzó hacia su destino, hacia las garras del mago oscuro que esperaban ansiosas para arrebatarle todo su poder. En ese momento crítico, cuando la tragedia parecía inminente, una figura surgió en su defensa.
Un lobo de pelaje blanco, impoluto como la luna en una noche oscura, se interpuso entre Fenris y el malévolo hechicero. Con un gesto rápido, el mago oscuro le arrebató el poder al lobo, pero este no había aparecido solo para salvar a Fenris; había venido para enfrentarse al mal con todas sus fuerzas. Con un feroz mordisco, el lobo blanco se abalanzó sobre el cuello del mago oscuro, pero antes de que sus colmillos pudieran arrancarle la piel, un golpe brutal lo lanzó lejos, haciendo que volviera a su forma original.
En el suelo, yacía una figura desnuda y vulnerable, una elfa de cabellos rubios que había sacrificado su propia seguridad para proteger a Fenris. Era Gaya, cuyo rostro ahora mostraba el agotamiento de su valiente acción. Fenris, con el corazón lleno de gratitud y dolor, se acercó a ella con ternura, acariciando su mejilla con delicadeza mientras murmuraba su nombre con angustia.
Pero la calma fue efímera, interrumpida por la furia desenfrenada del mago oscuro.
-¡Estúpida elfa! bramó Morderek con furia, su voz retumbando en el aire cargado de tensión y peligro.
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Cuando el poder de Morderek estalló, desencadenando una torbellino de energía que envolvió a los magos, los estallidos de poder y el viento grisáceo los lanzaron con fuerza contra el suelo, creando un caos cómico en medio de la tensión.
Nawin quien mantenía una posición vulnerable, se preocupaba por su caída inminente, los posibles daños y lo ridícula que podría lucir, pero para su fortuna, Marcos actuó con rapidez. Justo antes de que Nawin se estrellara contra el suelo, creó un pequeño colchón, amortiguando el golpe y evitando un desastre mayor. Aunque las rodillas de Nawin crujieron al impactar, al menos no fue tan desagradable como esperaba. Girándose hacia los alumnos de la Torre que la ayudaban a levantarse, agradeció con una sonrisa.
-Gracias, expresó la reina de los elfos, mientras los alumnos asentían en respuesta.
En ese momento, Nawin buscó con la mirada a sus compañeros y se percató de que no todos tuvieron tanta suerte como ella. Salamandra había caído sobre Jonás, amortiguando su caída, pero los huesos de Jonás sonaron como si se rompieran al impactar contra el suelo, mientras el pelo de Salamandra le cubría la cara.
-Salamandra, ¡me estoy asfixiando! , se quejó Jonás.
-¿Estás bien?, preguntó Salamandra, levantándose un poco y mirando a su esposo con preocupación, aunque seguía sentada sobre sus muslos.
-Sí..., respondió Jonás, mirándola de arriba a abajo con un rubor en las mejillas, ..pero deberías levantarte completamente, añadió en un susurro.
Con las mejillas encendidas por el sonrojo y una mezcla de vergüenza y furia en los ojos, Salamandra se levantó de los muslos de su esposo.
-¡Pervertido!, exclamó con enfado.
-¡Pero si fuiste tú la que se tiró encima de mí! se defendió Jonás.
-¡Eso no es verdad! ¡Fue Morderek!, respondió Salamandra con indignación.
Nawin soltó entonces una pequeña risa, pero pronto escuchó una voz pidiendo ayuda. Aunque Salamandra y Jonás no habían tenido la mejor caída, ambos parecían estar bien, salvo por el momento de vergüenza compartida. Sin embargo, la suerte de Conrado parecía ser diferente.
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Crónicas de la Torre: Lis
РазноеTras la trágica pérdida de Dana, el mundo de los vivos continuó su curso aparentemente normal. Sin embargo, un súbito y violento ataque dirigido hacia los elfos-lobos, seguido de la misteriosa desaparición de la reina Nawin, envolvió a todos en un e...