La mirada de Allen demostraba desesperación, estaba delante de mí y nunca había tenido que pasar por una situación similar. Esto no era lo mío.
Yo no era así.
No podía consolar a nadie y mucho menos decirle que por la mañana estaría todo bien.
– Haremos algo, lo prometo – digo apretando su hombro.
Busco a Jules con la mirada y la encuentro con su madre, con sus ojos llorosos mientras ésta susurraba en su oído.
Apenas nuestras miradas se cruzan, ella viene corriendo.
– No quiero irme, no quiero irme con ellos Haworth, ¿cómo es que supieron y estuvieron ésta noche aquí en el pueblo? – envuelvo mis brazos a su alrededor y lo único que puedo hacer es aguardar silencio. Ninguna de las palabras que se repetían en mí mente salían por mi boca.
Odiaba la situación. Aborrecía no poder decir o poder hacer algo.
– Encontraremos una solución, pero primero debemos descansar. Todos han estado tomando y no piensan con claridad – mientras se suena la nariz, asiente despacio. Se despide con un vago saludo de todos y se dirige a su habitación, con Allen siguiéndole los pasos.
***
La mañana había llegado y aunque había puesto el mayor de mis esfuerzos en poder descansar adecuadamente, eso había sido una misión imposible.
Momentos de la noche se repetían sin parar en mi mente. Pero sobre todas las escenas, la que más se repetía en mis memorias era la escena cuando aparecía Duster. Todo su ser emanaba seguridad, fuerza y decisión.
Había algo especial en ese lobo, algo que los demás no tenían, algo que les faltaba y no podía descubrir lo que era. Una inevitable curiosidad crecía dentro de mí.
Cuando creo que es la hora de levantarme, me visto y voy camino hasta las escaleras. El olor al desayuno inundaba toda la planta baja. Tomo mi asiento y comemos en silencio.
Una vez que levantamos los restos y limpiamos lo necesario, salimos de casa.
La mañana se encontraba fresca, el cielo gris y no se veían nadie por el lugar. Papá iría en ese momento con los cazadores, pero por esta vez tomo mi camino sola.
El tema de lo que estaba sucediendo ocupaba toda mi mente, y tenía que alejar esos asuntos y esos ojos avellana de mi mente, tenía que pensar en otra cosa.
El pensamiento de apuntar y matar a un animal me disgustaba a tal nivel que un gusto desagradable se sentía en mi boca. Y si tiraba flechas a cualquier tipo de dirección, significaba que perdería flechas.
Sólo me quedaba una opción y esa era subir a los árboles. Ir a lo más alto que pudiera y si era posible ir de uno a otro.
Miro el árbol perfecto y ajusto mis guantes de cuerpo. Amarro mi pelo y observo la creación de la naturaleza que tenía frente a mí. Demasiado alto, su corteza resistente, sus ramas de igual anchura que su tallo. Sería un verdadero pecado que alguien viniera y quisiera hacerlo desaparecer.
Tomo un pequeño impulso y subo hasta la primera rama, a medida que iba avanzando las piernas me pesaban cada vez más, mis brazos estaban en peor estado y mi respiración estaba completamente descontrolada. El vientre me dolía y todo mi ser me pedía que parara a descansar sólo un momento mientras mis músculos se relajaban.
Sigo avanzando un poco más hasta que veo la oportunidad para pasar de un árbol a otro. Teniendo el mayor de los cuidados y sosteniéndome con brazos y piernas.

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No quiero ser tu luna
WerwolfEther tiene 17 años y es aventurera, extrovertida, rebelde, valiente, inquieta, con un gran corazón y amante del arco. A ella le encanta salir todas las mañanas a cazar. Cuando cumple 18 años, se ve implicada en tomar una decisión que no pensaba que...