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Dos días habían pasado desde ese extraño encuentro con el licántropo, todavía podía sentir sus extraños ojos observándome, el beso que había dejado en mi mejilla, sus aperas manos acariciando mi mejilla. 

Todavía podía sentir todas esas sensaciones. 

Por los siguientes dos días por momentos creía encontrar la mirada de esos extraños ojos, para después darme cuenta que era mi imaginación quien jugaba en mi contra. 

Sabía que mi mente quería decirme algo pero, ¿qué cosa era?

Este último tiempo mis padres me han evitado y no han cruzado palabras respecto a lo que estaba pasando. Al único que tenía a mi lado era a Allen, quien intentaba averiguar algo por parte de Marcus o Duster. Pero ya que éstos lo estaban entrenando no podíamos pasar demasiado tiempo juntos.

Unas horas más y cuando llegara la media noche, tendría mi mayoría de edad y nadie iba a estar ese día. La única que sabía organizar ese tipo de situaciones era Jules, pero aún no había ninguna noticia de ella.

El pueblo se encontraba completamente vacío y aún no caía la tarde. Quería ir a casa, pero de solo pensar que al llegar mis padres me ignorarían, prefería tener estos momentos sola.

  – Ven al bosque... – miro en todas direcciones pero no había nadie a mi alrededor, el lugar estaba vacío. 

  – Necesitamos hablar, necesitas venir al bosque – la voz que me hablaba era masculina y era la misma que he tenido en mi cabeza por días. 

  – ¿Cómo es que puedo oírte? No iré a ninguna parte – necesitaba responderle, saber si también podía hacer lo mismo.

  – Prometo no hacer nada pero necesitamos hablar. Es importante.

Estaba entre la espada y la pared, mi curiosidad me decía que debía ir pero mi parte razonable me decía que corriera en busca de ayuda.

Mi parte curiosa estaba ganando el debate. 

Como si mis suplicas silenciosas hubiesen sido escuchadas por alguien, Allen aparece. 

  – Hola pequeña – besa mi frente y se aleja.  

–Uh, hola.

  – ¿Sucede algo? – busca mi mirada y sé que puedo confiar en él.  

  – Hace un momento cuando venía caminando escuché una voz... Era la misma del tipo del bosque, me pedía que fuera allí porque necesitaba hablar conmigo.  

Me mira por unos segundos y luego de una batalla interna, habla.

  – Ven... – toma mi mano y arrastra lejos, donde nadie pueda vernos u oírnos – Todo es más complicado de lo que habíamos pensado. Los desterrados han estado recurriendo a una bruja experta en magia negra. Ella ha descontrolado todo, trayendo seres del más allá.  

Lo miro atentamente esperando que sonría o ría a carcajadas, pero no hacía ninguna de mis dos opciones.

–Allen, eso no puede ser posible ¡Por Dios!

  – Ether, ¿acaso creíste que los licántropos somos los únicos seres sobrenaturales que habitamos la tierra?  

  – Por supuesto que lo creí. Ustedes son los únicos.

–    No lo somos, todos esos cuentos que te contaron de niña son reales. Ustedes a veces piensan que nosotros somos el mal, pero el mal está allí afuera y se está acercando a nosotros. 

Llevo mis manos a mi cabeza que de a poco comenzaba a doler. 

De todo esto podía sacar una conclusión y era que me gustaba vivir en la arrogancia.

¿Cómo podía haber otros seres sobrenaturales entre nosotros? ¿Cómo acaso era posible la existencia de ellos?

Si esto significaba el comienzo del problema, no quería enfrentarme al verdadero problema. No quería hacerlo.

No podía aguantar más la situación, necesitaba hablar con mis padres, ellos tendrían que darme explicaciones. Tendrían que decirme todo.

Quería toda la verdad ahora. Aguantar todo de una sola vez y no por partes.

Corro hasta casa y abro la puerta tan rápido como me es posible. A pesar de estar agitada suelto las palabras que había pensando en el camino.

  – Mamá, necesito saber qué es todo esto que está pasando. Escucho voces, siento que todo el tiempo me están observando y el mismo hombre que hace todo ese me llama por otro nombre.  

Sus ojos tristes me miran y luego traga. 

  – Esta misma noche te enteraras de todo, lo prometo – no era la respuesta que quería pero no tenía más opción que esperar.  

El dolor de cabeza estaba volviendo y lo único que necesitaba era correr.

Abandoné la casa y corrí, corrí tan rápido como puede, tan lejos para alejarme de los problemas, donde lo único que era capas de sentir era dolor en mis músculos.

Respirar me dolía pero en ese momento no me importaba nada. No me importaba encontrándome al lobo de ojos grises, o al mismo que quiso entregarme a él.

Esta era mi vía de escape y quería disfrutarla.

Al momento de volver a casa, todas las luces estaban encendidas y desde fuera se escuchaban voces. Este era el peor momento para que nuestros conocidos aparecieran en casa para darme sus felicidades. 

Lo único que anhelaba era agua caliente y una cama.

Al abrir la puerta varias personas se acercaron para darme sus saludos.

¿Ya era media noche?

Alguien tapa mis ojos, aparto sus manos y doy media vuelta para encontrarme con la enorme sonrisa de Jules. Al saltar en sus brazos, las emociones de los últimos días caían en mí y ella estaba aquí. 

  – Te he extrañado mucho – susurro solo para que ella pudiera escucharme.  

  – Y yo a ti... – de a poco nos separamos, y verla allí me hizo sentir mejor.  

Quizás podía tener una noche en paz...

Jules me contó absolutamente todo lo que había sucedido desde que se había marchado. Confesó los sentimientos que había comenzado a tener por Tyler y lo bien que la trataba. Ella era feliz y yo lo era por ella.

Estaba viviendo el cuenta que siempre había querido vivir. 

Varios momentos había mirado a Allen y me había encontrado con su mirada llena de nostalgia, sabía que había escuchado todo y cuanto la ha extrañado. Pero aunque me doliera por él, no podía hacer nada.

A pesar de que muchos momentos fingí una sonrisa, en otros momentos fue verdadera.

La puerta volvió a sonar y detrás de ella apareció Marcus con su hijo.

  – Felicidades, Ether – saluda el primero de ellos. Podía notar que su sonrisa no era completamente verdadera. Quizás porque yo estaba siendo el centro de sus problemas.  

Al mirar a su hijo me encontré con su mirada oscura y apagada, y algo se revolvió dentro de mí. Algo que no era ira por sus palabras. Ambos intercambian palabras y se quedan mirándome fijamente.

Manteniendome lo más alejada posibles de ellos, transcurrió la noche hasta que todos fueron retirándose, hasta el punto de quedar, mis padres, Marcus y su hijo, Jules y Tyler y Allen.

El ambiente era tenso y se sentía nerviosismo en él. 

Yo estaba nerviosa.

Papá se aclara la garganta y habla –Bueno Ether, es momento de que todos sepan la verdad.




No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora