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Al ver a Jules poniendo todos sus esfuerzos en soltarse de aquellos desterrados que la querían llevar fui hasta ella. Allen llegó a mi lado y juntos empujamos aquellos dos.

Observé el lugar con detenimiento y vi a mi padre. Le avisé al resto y fuimos hasta él.

Al llamar a papá alzó su mirada y se cruzó con la mía, vi alivio atravesar su mirada seguido de dolor. 

¿Por qué tenía esa mueca en su rostro? 

Mis nervios tomaron vida propia y mis ojos buscaron señales en todo su cuerpo. Al llegar a su zona baja, vi su pantalón rasgado y manchas de sangre a su alrededor.

Lo habían mordido y apenas podía mantenerse por sí solo.

   – ¿Papá? Por Dios, ¿estás bien? – examino su rostro y pequeñas marcas de sudor empiezan a aparecer en su frente, y su respiración se estaba acelerando por el dolor. No quería mirar su pierna, no me sentía capaz de hacerlo. – Vas a estar bien – le aseguro. 

–Lo estaré  –responde haciendo gran esfuerzo.

Duster llegó a nuestro lado, se transformó y se acercó a la herida de papá. Por un momento quise alejarlo pero al ver que lamía la herida me quedé viendo tal acción de su parte. 

Ellos podían ayudarnos con nuestras heridas, lo estaba ayudando y sus muecas comenzaban a ser menos frecuentes hasta que desaparecieron.

–Ahora debemos irnos, él estará bien  –toma mi mano y me jala en dirección contraría. 

Sus acciones anteriores a interponerse y salir él herido no había provocado tal sentimiento como al ver cómo aliviaba el dolor de papá. 

El sentimiento hacía presión en mi pecho y todo lo que ocurría a nuestro alrededor parecía no importar, porque en ningún momento pude quitar los ojos de papá. Y verlo sonreírme inundó mi corazón.

La situación de a poco comenzaba a serenarse y nosotros eramos quienes llevaban la ventaja. Eso estaba claro.

Duster gritó el nombre de su padre y me obligó a ir hasta él. 

¿Dónde se encontraban Allen y Jules? Todavía esto no había acabado, debíamos seguir juntos.

–¿Todo está bien? –pregunta el jefe con su usual tono.

–Me alegro poder al fin ver a mi mujer  –Darius estaba detrás de nosotros y sonría en mi dirección. Me examina de pies a cabeza y lo que veo en sus ojos me asusta. 

¿Era eso amor? ¿Adoración? Lo que fuese no quería volver a verlo, no es sus ojos.

   – ¡Ella no es tu mujer! – ruge Duster. Los intensos ojos planeados brillan con diversión.  

   – ¿Vemos quién se queda con ella? – me señala y guiña un ojo. Comparando a ambos estaba claro que Darius ganaría, tenía el doble de contextura física y sus ojos mostraban saber a en lo que se metía y el futuro de ello. 

–Estoy de acuerdo  –Duster camina en su dirección y mis ojos no se podían despegar de ninguno de los dos. Sus posturas eran rectas y sus mandíbulas estaban tensas. Por un momento me quedé por más tiempo admirando los detalles de la mandíbula de Duster.

Una mano tapa mi boca y antes de poder buscar algún cuchillo o hacer algo para llamar la atención siento que me alejo del lugar.

Desesperada por ayuda busco cualquier objeto o que alguien pueda verme, me topo con los ojos de Jules y la escucho grita  –:Se la están llevando  –pero su voz ya se escuchaba demasiado lejos. 

No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora