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Pasaban los minutos y aun no teníamos ni una sola respuesta, todos nos estábamos empezando a ponernos muy nerviosos y desesperados. Este era el momento donde cualquier cosa podía pasar.

Y todo dependía de ellos. Yo dependía de ellos.

Yo por mi parte los salvé, eso lo sé pero aunque lo haya hecho yo los traicioné y sabía perfectamente que era algo sumamente importante para ellos pero aun así tomé el riesgo y acá estoy sentada.

Frotaba mis manos intentando que estas dejaran de temblar mientras pensaba en las posibilidades que tenía. Si me llegaban a desterrar de los tres pueblos, no podía irme con la herida infectada, en todo caso correría hasta mi pueblo pidiéndole a Lea un pequeño favor, que solamente me diera lo que necesitaba y me marcharía a cualquier lugar, solo sería cuestión de caminar.

Sentí una enorme puerta abrirse y por ella entraban todos. Los veinte hombres.

Marcus se posiciono en el mismo lugar de hace un rato, con sus dos acompañantes a cada lado. Se aclaró la garganta llamando la atención de todos y prosiguió.

-Bueno después de un enorme debate hemos llegado a una decisión final. Las cuentas son de 12 a 9 – sentía como los nervios de mi estómago me mataban mientras Marcus hacia silencio para dramatizar un poco más ¿Es necesario? – La muchacha queda libre de cargos, solamente porque nosotros los lobos agradecemos que haya salvado nuestras vidas. Pero no todo va a ser tan fácil, manada permítanme informarles que esta muchacha tiene prohibido volver a nuestro pueblo. Y por consiguiente les hago enterar de que mi hijo es mate de ella pero ella nunca lo acepto, por lo tanto me alegra decirles que mi hijo ha escogido otra compañera.

Cuando terminó de decir la palabra compañera sentí que algo oprimía mi pecho, no sabía qué pensar pero tampoco me dieron tiempo de hacerlo.

Sentí pares de brazos a mi alrededor que ayudaron a levantarme. Lo hice y escuché una última frase de boca de Marcus.

-Ahora ¡Todos a celebrar esta unión!

Di una última mirada al lugar, una última mirada a Duster quien me miraba de la misma manera fría de antes, por ultimo a Allen venir a nosotros y salí del lugar tragándome mi orgullo y todas mis preguntas.

Estuvimos casi tres horas caminando, íbamos cinco personas en total. Mis padres, mis mejores amigos y yo.

Lo único que sabía era que tenía que mover un pie y luego el otro.

Durante el camino pensé, pensé y pensé. Tenía miles de preguntas pero eran tantas que ni siquiera pude formular una.

Sabía que él estaba enojado y lo entendía, sabía que se iba a enojar y todo lo demás pero jamás imagine que en tan solo unas horas después ya tuviera una nueva compañera.

No entendía mucho el tema de los lobos pero según tenía entendido no podía estar sin su luna.

-¿Jules? – la llame y camino hasta quedar a mi lado.

-¿Qué pasa?

-¿Puedo preguntarte algo?

-Por supuesto dime – mire mis manos y volví a mirarla.

-¿Él podría sobrevivir sin mí? – la veo suspirar y fija su mirada en el camino, después de unos eternos segundos me vuelve a mirar.

-Si Ether, él puede vivir sin ti. Va a vivir con tu recuerdo y algo de tristeza pero ustedes nunca estuvieron juntos en plano íntimo, nunca fueron una pareja y lo más importante él nunca te marcó – me aclare la garganta e intente tragar el nudo que tenía en la garganta.

-¿Cómo es eso de marcar?

-Es algo que hacen todos los lobos con su luna, ellos las marcan y unen definitivamente sus almas convirtiéndose en una sola.

Suspire y cerré los ojos por un momento. Yo no lo amaba, hemos tenido pocos momentos juntos y apenas tres besos que puedo contar.

No sabía por qué sentía lo que sentía, pero siempre fui una persona orgullosa y fuerte.

Podía con esto.

Llegamos al pueblo y todos me miraban pero no de buena manera, al contrario. Podía sentir desprecio en las miradas.

Caminamos hasta casa y todo estaba igual, subí mis pertenencias a mi habitación, las acomode un poco y luego me tire en la cama.

Escuche unos golpes en la puerta y grite que quien fuera que pase. Abrieron la puerta y entro Allen.

-¿Cómo te encuentras pequeña?

-¿Hace falta que lo diga? – volví a tirarme en la cama y me tape la cara con la almohada.

-Te entiendo pero tú eres humana tienes la ventaja de sufrir menos, Duster es quien se hace daño. Pero cambiando de tema te traje algo – deje la almohada a un lado y vi unos pequeños frascos que me entregaba.

-¿Qué son?

-Me los dio Clea, dice que debes darte un baño primero y luego colocarlo en tu herida – no me había acordado de mi herida hasta que me hiso acordar. Les di las gracias y desapareció por la pequeña puerta.

Y eso fue lo que hice, después de un baño mi herida ya estaba curada.

-

Los días habían comenzado a transcurrir y eran monótonos. Me levantaba a la hora de la comida y después pasaba todo el tiempo en el bosque, específicamente en mi lago favorito. Cuando ya se hacía de noche volvía a casa a cenar y después de un baño volvía a la cama.

Las clases las había abandonado y sabían que no podían obligarme a ir.

Después de que todo mejoro y no hubiera más peligros, Jules y Allen se fueron del pueblo. Lo que significa que quede completamente sola.

Mis padres no estaban en todo el día y yo menos. A penas cruzábamos palabras a la hora del almuerzo. Pero podía sentir la tensión que había en casa, sabía que ellos en cierta manera cuestionan la forma en que hice las cosas y que al saber que era Lenna no me reconocían como su hija.

Aunque ya habían pasado casi dos semanas las miradas seguían siendo las mismas desde el momento en que llegué.

Pero hasta hoy iba a aguantar todo. Estaba totalmente sola y no podía aguantar más la soledad y más estando en la misma casa de mis padres, me dolía sentir y pensar esas cosas.

Después de haber pasado un rato en el bosque, me levante decidida.

Volví a casa, tome la mayor cantidad de ropa posible. Tome un papel y escribí en él.

Mis padres no venían hasta la noche, cuando ellos llegaran ya no iba a estar más.

Deje la pequeña carta en la mesa, tome mis cosas y me fui.


No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora