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Después de ese día, de esa despedida, todo se sintió diferente. 

Yo me sentía diferente, me sentía sola y mi única compañía era Allen. De cierta manera ambos habíamos perdido a Jules. Y el único consuelo eran nuestra compañía. Pero de cierta forma, él tenía a sus hermanos, su manada. 

Yo no.

Una semana había transcurrido, desde que ella se fue y desde que dejé de tener algún tipo de información de ella. No sabía si estada bien, si Tyler la trataba como se merecía, si vivía en un hogar estable y sobre todo si me extrañaba como yo lo hacía.

Las clases se habían convertido en un infierno, y las miradas de las demás personas eran Lucifer en persona. En momentos lograba oír sus murmullos; diciendo que envidiaba a mi mejor amiga por haber encontrado a su pareja, o comentando algo sobre sentimientos más allá de una amistad.

Últimamente estaba aprendido a usar mi autocontrol.

Mis días eran una rutina, una rutina donde ya no había risas de mi parte.

El sábado había llegado, y era día de entrenamiento. Después de despedirme de mamá caminé sola hasta allí.

  – Ether... – una voz conocida se escucha detrás de mí y me detengo para voltearme. 

–Hola, Allen – recibo su pequeño abrazo y lo veo tratando de regular su respiración.

–Estoy bien, ¿vamos juntos? –señala en dirección hacía el campo y después de responderle, seguimos el camino juntos.

La clase estaba por comenzar pero antes tenía que buscar a papá. Le digo a Allen que me espere y me dirijo hacía una de las grandes carpas.

En silencio me acerqué mientras escuchaba graves voces discutiendo. Estaban teniendo una reunión, y aunque podía reconocer las voces de los cazadores, tenía que acercarme para descubrir los dueños de las voces desconocidas.

–Tenemos que hacer algo, mantener al pueblo informado para que tomen precauciones – habla el jefe de los cazadores.

  – Nosotros ya estamos alerta pero su pueblo tiene que saber la situación – espío un poco más y reconozco que Marcus es quien habla. 

Cuando sentí los pasos de alguien acercándose, me alejé de ellos. Quería seguir escuchando, quería saber el por qué teníamos que estar alerta. Pero de que algo estaba pasando en nuestros pueblos, era la principal información que tenía en mis manos.

Veo a Allen esperándome y quedo adelante de él –¿Empezamos?

  – Estaba por ir a buscarte... empecemos.  

Tomo una larga respiración y la contengo. Tenía que mejorar mis habilidades, si algo llegaba a pasar... todos teníamos que estar preparados.

Yo quería estar preparada.

Miro de manera amenazante a un Allen un poco confundido, corro hasta él y lanzo golpes seguidos, intentando golpearlo la mayor cantidad de veces que pudiera, observando sus movimientos y guardándolos en mi memoria. Intento lanzarle una patada pero toma mi pierna, intento liberarme con la otra pero caí en el intento. Me limpio los pantalones y me levanto con la cabeza en alto, me acerco a él simulando que le daría golpes con mis manos para luego agacharme y tomar sus piernas. Al verlo caer me coloque encima de él y hago mi mejor esfuerzo para mantener sus piernas y brazos inmóviles. Sabía que él tenía toda la fuerza a su favor, tenía que encontrar un punto en el que si se movía, se provocara el mismo dolor. Doblo sus muñecas haciéndolo gritar para después clavar mis rodillas en su espalda. 

  – Excelente táctica – la voz de Allen no era y al levantar la mirada me encuentro con la mirada del Alpha Marcus – Has criado una buena luchadora, Charlie – palmea la espalda de papá y comparten sonrisas.

Después de un breve intercambio de palabras, ambos se alejaron de nuestra vista. 

Después ambos desaparecieron del lugar.

  – ¿Estás bien, Ether? – miro a Allen y asiento. 

  – Lo estoy... 

  – Puedes hablar conmigo, lo sabes ¿no? – asiento – no tendremos una gran amistad, pero... 

  – Lo sé Allen, confío en ti. Solamente quería mejorar en la práctica, nada más. 

Frunce el ceño mientras sonríe –No necesitas mejor, pero si quieres puedo ayudarte con ello. ¿Qué opinas?

–Eso me parece excelente.

Ambos sabíamos que buscábamos cualquier tipo de distracción, llenando los huecos que ocupaba Jules.

Una vez terminadas las prácticas nos despedimos, y cada uno tomamos direcciones diferentes. Pero estaba decidido que en la noche, nos encontraríamos en el bosque.

Al llegar a casa el ambiente se notaba tenso, ambos pensaban que no notaba sus cómplices miradas pero lo hacía.

  – No puedo aguantar más, es momento de que me digan qué es lo que pasa – ambos me miran y puedo ver su lucha interna. 

–Estamos siendo amenazados hija, por licántropos que han sido desterrados por diferentes manadas. Se teme que están planeando atacar en venganza.

–¿Por qué fueron desterrados? –me atrevo a preguntar.

  – Por traición y por asesinar a los suyos. 

Los dos nos tomamos un descanso, intentando darle el mayor significado a esas palabras. 

–¿Y qué tienen pensado hacer?

  – Todavía no sabemos, pero nada bueno puede suceder. Por eso, hija, quiero que te alejes del bosque, ¿está bien? – a pesar de saber que iba a mentir, le respondí:

  – Está bien... 

Luego de esperar que mamá y papá se acostaran y estuvieran completamente dormidos. Teniendo el mayor cuidado de no provocar ningún ruido, abandoné la casa. Alejándome de ésta me dirigí en dirección al bosque.

La noche se encontraba demasiado fresca, tanto que al momento de exhalar un breve vapor aparecía en el aire.

Caminé hasta donde teníamos pensado encontrarnos y me encontré a Allen, temblando de frío.

  – ¿Estás esperando desde hace mucho? – niega y antes de que pueda responder le pregunto – ¿Sabes algo de los licántropos desterrados? Hace un rato me enteré del tema. 

  – Seguramente lo que te has enterado es lo único que todos sabemos. Aún no está confirmado, pero las sospechas son grandes. ¿Qué tal si empezamos? 

–Está bien –suspiro en rendición y dejo mi mochila a un lado –¿Con qué empezamos?

–Empezaras corriendo, yo te diré cuándo parar.

Llevaba alrededor de diez minutos corriendo, me detuve al sentir una extraña sensación. Había aprendido a confiar en mis instintos, y éste no era bueno. Busqué a Allen por alrededor pero no había rastro de él. Al seguir buscando me topé con unos extraños ojos color plata. 

Eran de un color gris brillante, pero carecían de vida. Eran oscuros y hace podía decir que no había bondad en ellos.

Detrás de los grandes arbustos salta un enorme lobo negro. Retrocedo unos cuantos pasos, pero al escuchar su gruñido me detengo, dejándolo acercarse a paso lento a mí. 

De a poco su oscuro pelaje fue desapareciendo, mientras su figura tomaba su forma humana. Una vez que estuvo para frente a mí, pude notar sus apagados ojos grises, su barba de hace unos días y lo alto que era.

Toma un mechón de mi cabello y se lo lleva a su nariz, aspirando su aroma. Volviendo a mirar fijamente, sus boca dice tres palabras... Tres palabras que me dejan confundida como el demonio.

  – Lenna... ¿Eres tú? 



No quiero ser tu lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora