Me desperté confundida y algo tarde, ya que la alarma por alguna extraña razón no hizo su trabajo.
—_______, ya debes levantarte— escuché a mi madre tocar la puerta.
—Si, lo sé— dije sin ánimos —En realidad, me siento algo enferma— dije llevando mi mano hasta mi frente haciendo un gesto de fastidio.
Abrió la puerta y se paro en el umbral de esta.
—Ya déjate de tonterías y cambiate— dijo ella algo enfadada.
—Esta bien, solo bromeaba, no te enojes— le sonreí y salio de mi habitación negando divertida.
Hoy es mi primer día en la universidad y tengo que tratar de parecer humana.
Así que, tomé una blusa color celeste, unos jeans negros y mis infaltables converse negras, luego me dirigí al baño para darme una ducha.
Una vez ya lista me arregle un poco. No soy de esas chicas que usan mucho maquillaje, de vez en cuando uso brillo labial, así que decidí usarlo.
Brillo labial, un poco de rubor, rimel y listo.
Baje y salude a mi abuela, comí lo que mi madre amablemente me había preparado. Me despedí de cada una, tome mi bolso y fui en marcha a la universidad.
(...)
Llegue a una esquina donde supuestamente tomaría un bus que me dejaría en mi nueva universidad, y gracias a Dios estaba estacionado allí.
Subí y me senté en los últimos asientos ya que solo estos estaban desocupados.
«Creo que voy tarde»
En realidad tenia que llegar temprano para ubicar cada curso y así no perderme como la "típica nueva".
—¿Me puede decir la hora por favor?— me saco de mis pensamientos un chico alto, cabello castaño, ojos verdes y al parecer sin reloj.
—Siete con treinta y ocho — respondí amablemente.
—Gracias, linda— me sonrió —Vas a la universidad ¿verdad?— me preguntó. Tal vez había visto los libros que llevaba en mis brazos.
—Si, así es— sonreí —Y supongo que tu vas a la misma ¿cierto?— era fácil de suponer, ya que su chaqueta tenía las iniciales de el nombre del lugar.
—Así es— asintió —Me llamo, Michael— estiró su mano —Michael Adams, pero puedes decirme Mike.
—Mucho gusto, Mike— tomé su mano —Soy _______ _______— sonreí.
—Es un placer— me guiñó un ojo, estrechando su mano aún más.
Llego mi parada, bueno, nuestra parada.
Bajamos juntos y sentí algo de pánico por llegar así derrepente con un chico que acabo de conocer.
—Tranquila— me sonrió —Llevo años aquí y todos son muy amistosos. Te presentare con mis amigos.
Sonreí asintiendo.
Me llevo hasta un grupo de chicos que conversaban de lo más amistoso.
—¡Hey, Mike!— le dijo uno de los chicos.
—¡Hola!— lo saludó —Ven, _______— me tomo de los hombros —Chicos ella es, _______, es nueva en la universidad.
—¡Hola!— dijeron todos a la vez.
—Hola— sonreí amistosamente —Mike...—le susurré.
—¿Qué pasa, linda?— hizo lo mismo.
—Tengo que ir a mi primera clase— dije algo apurada.
Él asintió.
—¡Bien, chicos!— dijo ya en voz alta —Acompañare a _______ a su salón.
—Adiós chicos— me despedí mientras mostraba una de mis mejores sonrisas.
—¡Adiós, _______!— dijeron todos sonrientes.
Mike me llevo a mi primera clase, mas bien era como un momento que tu tutor se presenta y esas cosas. De seguro tendría que pararme al frente y decir como me llamo y esas cosas.
La verdad, aborrecía ese momento.
—Ok, _______. Aquí es— dijo mirando aquel salón.
—Gracias, Mike, en realidad no sabría que haber hecho sin ti— reí.
—Por nada, linda— sonrió —Adiós, y suerte.
—Gracias. ¡Adiós!— me despedí.
Entre al salón, aún no había llegado nadie, a lo que me senté en los últimos puestos.
Me gustaba la privacidad, y que mejor no sentarse ultima fila sin nadie quien te pueda molestar.
Al cabo de un rato el salón empezó a llenarse de chicos y chicas que conversaban entre ellos, todos tomaron asiento pero sobraron dos, uno casi adelante y el otro al mi lado.
Llego el profesor, un hombre alto de cabello negro y por mi ultra mirada de otro planeta, ojos del mismo color.
—Ok, clase, empecemos. Mi nombre es...
Interrumpió el sonido de la puerta.
—Disculpe.
El profesor fue a abrirla para encontrarse a un chico esperando pasar.
—Llega tarde, muchacho— dijo algo serio.
—Buenos días, disculpe, ¿Puedo pasar?
—Adelante— dijo dándole acceso.
—Gracias— se quedo parado a centímetros de la puerta.
—Siéntese— dijo señalando con la mirada el puesto que se encontraba a mi lado.
«¿¡Por qué aquí?! ¿Por qué en este puesto perfectamente vacío?»
El chico se acercó hasta el que sería de ahora en adelante su puesto y se sentó.
Lo mire de reojo y no estaba nada, pero nada mal. Tenía piel morena, unos hermosos ojos color miel y un perfecto afro.
Después de mirarlo de reojo, mi vista volvió a la clase. Noté que el también me miró un poco, pero no duró mas de 10 segundos.
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Bueno creo que algunas personitas están leyendo la nove :) ¡Gracias! Subiré caps más seguido ;)
Se les quiere :3