Capítulo 23

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Había olvidado que hoy era viernes. Horrible decepción.

Me volví a tirar en la cama imaginando que aún era temprano, pero la maldita alarma tuvo que recordarme que no era así.

Recordé que Bruno vendría por mi.

«Soy su novia»

Sonreí.

Tomé unos jeans celestes, una polera color blanco, mis vans del mismo tono y fui dando pequeños saltitos de felicidad hasta el baño.

Una vez que termine de vestirme y arreglarme bajé las escaleras hasta la cocina.

—Buenos días, ______— saludó mi madre al verme entrar.

—¡Buenos días!— saludé sonriente.

—¿Por qué tan alegre?— preguntó curiosa.

—Bruno vendrá por mi...— dije cabizbaja, sonriendo.

Mi madre sonrió y luego se acercó a mi para darme un beso en la mejilla.

—Tu desayuno esta listo— dijo sonriente.

—Gracias— sonreí y llevé mi desayuno a la isleta de la cocina.

Estaba terminando de desayunar cuando llegó un mensaje a mi celular.

"Estoy afuera, hermosa"

"♥ Ya voy pequeño ♥"— respondí.

Guarde mi celular en mi bolso y comí lo que quedaba de mi desayuno.

Cepillé mis dientes antes de salir, me despedí de mi madre y salí de la casa.

Bruno estaba apoyado en su auto con sus manos dentro de sus bolsillos.

Vestía una chaqueta negra con una camiseta blanca debajo, unos jeans negros ajustados y converse del mismo color.

Me acerqué a él con una sonrisa.

—¿Bruno?— mi sonrisa se desvaneció al verlo serio.

Me miró enojado.

—No soy pequeño, _______.

Sonreí con ternura.

—Lo eres...— reí ligeramente.

—Tú eres más pequeña y nadie te dice nada— sonrió malicioso.

—¡Bruno!— exclamé golpeando su brazo suavemente.

Él se partió en risas.

—No es tan gracioso— dije aparentando estar molesta.

—Esta bien, esta bien— dijo entre risas —Disculpame, preciosa— sonrió.

Yo seguía con el ceño fruncido, pero con esa sonrisa que mostraba era imposible no devolverle una.

Es tan, único.

—No hay problema, Bruh— sonreí.

Se acercó más a mi y me dio un tierno beso lleno de amor.

Sonreí y me paré de puntitas para poder darle un corto beso en la frente.

Bruno sonrió he hizo lo mismo.

Me ruboricé y bajé la cabeza.

—Me gusta cuando te vuelves rojita, se te ve adorable— sonrió tomando mi rostro entre sus manos.

Yo me encogí de hombros y sonreí.

Bruno me dio un corto beso en los labios para después dirigirme a su auto.

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