Capítulo 37

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Nuevamente en la universidad.

Otro día sin Bruno.

-¡Hey! ____...- saludó Mike apoyando su espalda en el casillero de al lado.

-Hola, Mike- esbocé una sonrisa.

-Siento que Peter haya dejado San Diego- hizo un puchero.

Lo fulminé con la mirada.

-No lo sientes, y no dejó San Diego, él volverá- dije sacando libros de mi casillero.

-Como digas- rió.

-¿Por qué se guardan tanto rencór?- pregunté.

-No es asunto tuyo, ____- respondió.

-Quiero saber- dije firme.

-Te enterarás luego.

Una vez más, lo fulmine con la mirada y puse los ojos en blanco.

-¡Vamos, ____! No te enojes conmigo.

-No estoy enojada.

-¿Segura?- alzó una ceja.

Me digné a mostrar una sonrisa fingida e ir a clases.

-¡Espera!- tomó mi antebrazo.

-¡¿Qué?!- dije soltándome de su agarre.

-Eh...¿Tienes planes para el viernes?- preguntó tímido.

-¿Debería?- pregunté retándolo.

-No, no, sólo...- soltó un suspiro -Me gustaría pasar más tiempo contigo- sonrió apenado.

Alzé una ceja.

-Lo que quiero decir esque podemos salir a algún lado...claro, como amigos ¿Te parece?- preguntó.

Me quedé pensando unos minutos, hasta que me di cuenta que aún seguía en la universidad.

-Dejame pensarlo. Eh...debo ir a clases. Nos vemos- me despedí y salí lo más rápido posible de allí.

Mike jamás me había pedido una salida, si es que se dice así...

Caminaba confundida por los pasillos hasta que choqué con alguien.

-Lo siento,yo...- alzé la vista y me percaté que se trataba de Phil.

-____- sonrió -¿Te dirigías a clases?

-Si, si en realidad- reí.

-Bien, te acompañaré- ofreció.

Sonreí en agradecimiento y caminamos hasta el respectivo salón.

-Gracias, Phil- sonreí una vez más -Nos vemos- me despedí.

-Claro- me devolvió la sonrisa -Adiós.

Entré al salón de clases y caminé hasta mi puesto.

Y como siempre, la única persona que mantenía ocupada mi mente era Bruno. Por más que trataba de concentrarme, no podía, era imposible.

*Narra Bruno*

Estacioné mi auto en la entrada de casa de mis padres.

Bajé con mucha seguridad de este hasta llegar al frente de la gran puerta.

Tomé las llaves que ellos, hace meses, me habían entregado y entré.

Apenas levanté la vista, pude observar a mamá, sonriente, con los brazos abiertos.

Sonreí y me acerqué a ella.

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