*Narra ____*
Sentí como si fuera a desmayarme, mi corazón latía muy rápido y fuerte.
—¿En serio?— dije ilusionada. Sentí como mis mejillas ardían y se tornaban de un color muy rojo.
—No— rió a carcajadas —Sólo fue una broma para ver como reaccionabas.
Ahora, no sólo mis mejillas estaban rojas y ardiendo por vergüenza.
—¡NO VUELVAS A HACER ESO!— grité y le pegué en el brazo.
—¡Auch!— cogió su brazo y empezó a sobarlo con su mano —¡Eso dolió!
—¡A MI ME DOLIÓ MÁS!— seguía gritando —Sabes cuanto me gusta y juegas de esa manera. Te odio— dije destrozada.
—Lo siento— dijo arrepentida —No pensé que te gustara tanto.
—Ahora lo sabes.
—¿Me perdonas?— preguntó sonriendo apenada.
Sentí compasión por ella. No debí gritarle así, aunque el golpe si se lo merecía.
—No lo vuelvas a hacer en tu vida, Stuart— dije molesta.
—Gracias— sonrió.
—No te he perdonado— dije con la misma seriedad de antes.
Noté como su sonrisa se iba desvaneciendo.
—Es broma tonta— sonreí —Pero no lo vuelvas a hacer.
—No lo haré— levantó una de sus manos como juramento.
—Más te vale— reí.
—¿Te gusta mucho, cierto?
Sonreí.
—Demasiado.
—Sé que lo que dije no es del todo falso.
—¿Qué quieres decir?— pregunté confundida.
—He visto como te mira ____. Sus ojos brillan cada vez que te ve y nunca deja de sonreír.
—¿Me dices la verdad?
—Esta vez no miento— sonrió.
Me limité a sonreír.
¿En verdad le gusto? Debo admitir que he visto ese brillo en sus ojos.
Conversamos mucho, hasta que tuve que ir a mi casa porque se hacia tarde.
Nos despedimos y ella se fue a su casa también.
Mi mamá y mi abuela se encontraban trabajando así que yo estaba sola en toda la casa.
*Narra Phil*
Esperaba a Bruno. Tenía que decirle algo muy importante. Esto lo haría chillar de felicidad.
Tocaron la puerta y fui a abrir, sabía que era Bruno.
—Hermano— lo saludé y lo abracé.
—Espero que sea muy importante Phil. Estaba con _____— dijo fastidiando, pero correspondió a mi abrazo.
—Justamente de ella es que te quiero hablar— dije sonriente —Ven siéntate.
—¿Qué paso con ella?— preguntó preocupado.
—Nada grave— sonreí.
—Habla ya, Lawrence— insistió.
Sonreí.
—Le gustas mucho a _____.
Silencio absoluto.
Él no decía palabra alguna. Estaba petrificado.