—¿_____?— escuché a mi lado.
Me digne a despegar la cabeza de la almohada.
—¿Van? ¿Qué haces aquí?— pregunté mientras me sentaba al filo de la cama.
—Quería visitarte— sonrió —Y también quería asegurarme de que te sientas mejor.
—Estoy bien, Van— sonreí débilmente —¿Cómo entraste?
—Tu mamá me dejo pasar— dijo sonriente —Me alegro que estés mejor— hizo una pausa —Supongo que ya no necesitas esto— tomó su bolso y de este saco un tarro de helado.
Abrí los ojos y corrí hasta donde se encontraba ella.
—¡Dame eso!— exigí tratando de quitarle el tarro de las manos.
—Tranquila, fierecilla— rió —No tenía planeado acabar con esto. Iré a la cocina mientras tu vas a ducharte.
Sonreí en agradecimiento. Cogí ropa cómoda y fui corriendo hasta el baño.
Una vez ya lista, bajé las escaleras y caminé hasta el comedor donde Van se encontraba.
—¿Qué quieres hacer hoy? Tengo el día libre— dijl comiendo un poco de helado.
—No lo sé— fruncí los labios.
—¿Qué te parece si vemos una película?— sonrió —Nos quedamos aquí y tratas de levantar esos ánimos.
—Me parece bien— sonreí.
Pasé toda la tarde con Van. Realmente estar con ella me divertía mucho y sobretodo me distraía de todo lo que estaría por pasar.
Bruno me mandó un mensaje avisando que vendría en unos minutos, así que, me apresure en darme una ducha y ponerme algo decente.
"Estoy esperándote, princesa"
Leí el mensaje y salí a paso velóz hasta la entrada, en donde se encontraba Bruno con las manos dentro de los bolsillos de sus jeans y con una gran sonrisa.
Sonreí y me abalancé sobre él, rodeando con mis piernas su cintura y tomándolo por el cuello.
—También te extrañe— rió ligeramente, besando mi frente.
Sonreí y apoyé mi cabeza sobre su hombro aspirando todo ese olor natural típico de él.
Después de unos minutos mi postura cambió. Bruno me llevó en brazos hasta el asiento del copiloto haciendo que me sentara con cuidado.
Sonreí y me devolvió la sonrisa. Cerró la puerta y dio la vuelta por delante para sentarse en el asiento del conductor.
Sonrió una vez más y puso en marcha el auto.
Luego de varios minutos de viaje, Bruno estacionó el auto en la entrada a un parque.
Bajé del auto y sonreí admirando el gran y bello lugar que había frente a mi.
La mano de Bruno rozó la mía y al instante la tomó.
Levanté la mirada de nuestras manos unidas y la posé en los hermosos ojos marrón chocolate de Bruno.
—Sígueme— ordenó sonriendo y caminamos hasta el parque.
Recorrimos gran parte del parque y nos detuvimos en un escenario pequeño donde habían unos cinco o seis chicos con instrumentos en mano. Fijé mi mirada en uno que se me hacia muy familiar, hasta llegar a la conclusión que se trataba de Phil. ¿Qué hace él ahí?
Noté que Bruno les decía algo a cada uno mientras ellos sólo asentían.
—¿Entusiasmada?— sentí dos manos sobre mis hombros lo cual me provocó un leve estremecimiento.