3

1.2K 77 3
                                    

Llegué por un café algo molesta porque el autobús no pasaba e iba llegar tarde al trabajo.
Al salir de la tienda esperé que pasara el colectivo pero nada. Pagué un taxi hasta el hotel y retoqué el lápiz labial con un color vino oscuro.
Saludé al portero y a Josh, puse mi bolso en el perchero, encendí la computadora mientras me paseaba por el comedor para buscarle más azúcar a mi café.
Ese hombre tan perfecto estaba de espaldas acomodando los vasos desechables en el almacén.

—Buenos días Brian—le dije pasando detrás de él.
—Buenos días Dayan—dijo sonriente.

Me encaminé hasta la barra y le pedí personalmente a la cocinera que le pusiera azúcar ya que había salido tan deprisa de la tienda que no me esforcé en prepararlo bien.
Caminé hasta la salida de la cocina pero su fuerte voz me detuvo.

—Weldon—me llamó.
—Haner—respondí mirándolo.
—Necesito un favor.

Caminó hasta mi con una preciosura en los brazos, era un perrito blanco realmente tierno. Me lo puso en las manos después de darle un par de besos y jugueteos.
Todas las mujeres del lugar lo veían hipnotizadas por el encanto que poseía, unas dejaban escapar sus suspiros al aire y yo trataba de no perder la cordura.
El cachorro me lamía la mano mientras Brian nos veía con ternura.

—Tengo una conferencia en diez minutos, ¿podrías cuidarlo?. Vamos Weldon, sólo será una hora—dijo haciéndome un puchero.
—Vale, está bien. Pero sólo porque el cachorro me ha robado el corazón—sonreí perdiéndome en sus hermosos ojos.
—Gracias, eres la mejor. Su nombre es Pinkly.—me dijo y reí.

Me sujetó el rostro con ambas manos y besó cálidamente mi frente, se fue casi brincando de felicidad y yo sonreí.
Tomé mi café y me lo llevé junto con el cachorro hasta mi puesto.
Debajo de mi escritorio había un lindo pero pequeño colchón, sonreí porque sabía que Brian lo había dejado y que quizás esto ya estaba planeado.

—Vaya Pinkly eres muy lindo, tu padre debe de consentirte demasiado, ¿no es así?—le dije al perro.

Después de trabajar y jugar con él un rato lo venció el sueño, lo acosté en su cama pero ya habían pasado dos horas y no había rastro de Brian Elwin Haner.
Mi mente trataba de procesar el beso en la frente, al menos para mi un beso en la frente no se daba a cualquiera.
Eran ya las nueve de la mañana, mi estómago rugía de hambre pero primero estaba el trabajo.
Vi que Brian salía del ascensor con mi bolso en sus manos y me sonreía como un niño después de hacer una travesura.

—Que varonil te ves con mi bolso—sonreí.
—Lo sé.
—Pinkly es un encanto—le dije mirando a la bola de pelos.
—Lo sé.

Me tomó de la mano y me ayudó a levantarme, Josh se acercó con cara de pocos amigos y se sentó en mi silla.

—¿Lista?—preguntó dándome su brazo para que lo sujetara.
—¿Para qué?.—respondí mirándolos a ambos.
—Iremos a desayunar, cortesía de Pinkly por cuidarle—dijo sonriendo.

Me negué apenada, no había aceptado para obtener algo a cambio.

—Por favor señorita, no aceptaremos un no como respuesta—dijo señalando al cachorro que estaba plácidamente descansando.
—Está bien—bufé.

Salimos juntos, Josh se encargaría de cubrirme. Subimos a su Camaro, dios, ese automóvil me iba volver loca.
Se paró en N'Tini's, me ofreció caminar de su brazo hasta la entrada lo cual acepté.
Nos sentamos, el ambiente era limpio y fresco. Brian ordenó una Hamburguesa y yo también.
Conversábamos sobre mi trabajo, que vergüenza y no precisamente por el trabajo si no porque la gente me veía como la empleada que sale con su jefe el millonario casado.
Pero la realidad era distinta, ni yo salía con un millonario casado, ni pretendía algo más con el hijo de mi jefe.

—Seré directo—dijo limpiándose con una servilleta al terminar su comida.—Me pareces sumamente atractiva desde la secundaria.

Maldición ya sabemos lo que se aproxima de este gran casanova.
Le prestaba atención mientras bebía de mi jugo de sangría.

—Me gustaría salir más seguido contigo, así podríamos conocernos. Bueno más de lo que ya nos conocíamos—dijo tomando mi mano por encima de la mesa.
—Creo que estás siendo demasiado directo—sonreí.
—Tengo que serlo con una mujer tan sublime como tú—me sonrió coquetamente.

Pagó la cuenta, subimos en el auto en dirección al hotel. No decíamos nada durante el camino pero noté su mirada un par de veces.

Se quedó en el auto mientras yo me bajé para dirigirme a mi escritorio en lo que quizás él se estacionaba, me encontré al recepcionista vespertino y a Josh con Pinkly en brazos. Me pidió que se lo llevase a Brian.
Me dirigí hasta el Camaro y me pidió que subiera.

—Aquí tienes—le dije dándole al perro y dándome la vuelta para irme.
—Te he dado el día libre Weldon, ¿vamos a la laguna?—dijo sonriendo.
—¿El día libre?—pregunté levantando mis cejas.
—Claro, para salir y eso.—dijo bajándose del auto.
—No, gracias. Si me disculpas debo ir a trabajar.—dije marchándome.
—Pero estás de día libre—dijo en alto para que pudiese oírle.—¡He comprado a Pinkly para ti!—añadió.
—Entonces me voy a mi casa, te veo después Pinkly.—grité subiéndome a un taxi que estaba estacionado.

Me gustaba Brian Haner, tenía que admitirlo pero yo no era una más de sus presas, yo no iba caer. Al menos no tan fácil... O eso creí.
Mientras estaba en mi casa pasando toda ma tarde viendo mi serie favorita me llegó un WhatsApp a mi teléfono celular, era un número no registrado así que lo abrí dudosa.

Número desconocido :  Pinkly te aclama como su madre.

Yo : Me das miedo Haner. ¿Me estuviste investigando?.

Brian : No es necesario, tu información está en el archivero de papá.

Suspiré y me fui a lavar el rostro para después colocarme ropa cómoda para dormir.
Tomé el celular para responderte viendo que Brian me había enviado una foto de Pinkly.

Yo : Buenas noches, mañana tengo que ir a trabajar. :)

Brian : No es necesario, salgamos y haré que Josh te cubra.

Yo : Bri, deberías de madurar un poco. Si piensas que voy a caer en tu juego déjame decirte que no es así. Me voy a dormir espero que no te moleste.

Brian : Buenas noches señorita Weldon,espero que descanse.

Yo : Maldición Haner, ¿te enojaste?.

Pasaron treinta minutos y Brian no me contestaba, poco a poco me quedé dormida.
La noche se pasó volando, mi padre me llevó en su automóvil al trabajo y me coloqué en mi lugar.
Miré a Brian frente a mí entrando por las relucientes puertas con un traje sumamente elegante y un portafolios en mano, caminó frente a mi pero hizo como si yo no existiera, como si fuese un objeto.

Se detuvo en seco antes de llegar al ascensor, volví mi vista rápidamente a la computadora y después lo miré parado frente a mi.

—Buenos días, ¿podría comunicarle al señor Haner que su hijo le espera en la sala de juntas?—me dijo fríamente.

Sus ojos penetraban los míos como si quisiera matarme, se relamió los labios y se rascó la nuca esperando mi respuesta. Me dejó sin palabras, él lo sabía. Me miró una última vez y se fue.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora