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—Muerte. ¿Es en lo único que piensas?.
—También pienso en ti.—dijo tranquilo.
—Matt me dijo que antes te acostabas con...—suspiré, no quería ni decir esa palabra.
—¿Prostitutas?.—completó sacando otra cerveza.
—Uhm, sí.
—¿Celosa?.
—No.—enrojecí.—Me preocupa que me hayas contagiado algo.—dije con total sinceridad.

Su expresión de sorpresa me ponía nerviosa, me tomó de la mano e hizo que ambos nos sentáramos en la cama.
Supuse que quería hablarlo pero lamentablemente no eran muy creíbles las cosas que Brian decía.

—Nunca había tenido relaciones sin protección.—dijo con el semblante serio y dejó a un lado su bebida.—Literalmente fuiste mi primera vez, bueno al menos al natural.—rió.

No lo podía creer, Brian Haner estaba sonrojado.

—Quiero una despedida de soltero, la quiero hoy.—dijo impaciente.
—¿Hoy?, ¿y yo que haré?.
—No seas tonta, será nuestra.—sonrió.
—Me parece bien.—respondí, me daban celos pensar que podía irse a un club nocturno.—¿Tienes algo en mente?
—Por supuesto que sí.—sonrió.—¡Matemos a alguien!.
—¿Qué dices?.—pregunté asustada.
—Sólo bromeaba.—suspiró, podría jurar que lo decía enserio.

Me recosté mientras Brian hacía algunas llamadas, acariciaba mi cabello haciendo que lograra relajarme.

Sus manos explorando mi cuerpo eran un delirio, sus ojos haciéndole el amor a los míos y nuestros cuerpos fundiéndose en uno solo.
Todo estaba bien, no había nadie más.
Era la primera y la ultima vez que estaba con él y ni siquiera lo sabía.

—¿Enserio quieres que siga?.
—No me preguntes eso, sólo hazlo.

Jonathan era esencial en mi vida, lo amaba como a nadie y deseábamos casarnos.
Mi vida estaba bien, todo iba tal y como quería hasta que...

—¡Despierta!.

Su cuerpo estaba encima del mío y sus brazos me acorralaban.

—Tuve una pesadilla.—suspiré.
—Puedo remediar eso.

Empezó con un beso salvaje y sus manos en mi cabello, su ropa iba desapareciendo. Había soñado con Jonathan y eso no estaba bien.
Volví a la realidad cuando sentí sus manos peleando por quitar mi pantalón.
Puso una enorme sonrisa al ver que accedía a que lo hiciera, tenía que sacarme a ese hombre de la cabeza y aunque no fuera la mejor manera lo haría.
La intimidad con Brian dolía y no precisamente por el hecho emocional sino el físico. Era brusco y egoísta en algunas ocasiones, decía groserías aunque eso no me molestaba ya que lo decía con "placer", me mordía para que se hicieran marcas en mi piel. Como una especie de señal a quien me viese advirtiendo que era suya o no sé lo que enserio quería mostrar con ello pero estaba segura de que era algo.
Cuando terminó se quedó encima y no se apartó como de costumbre, me miró a los ojos y  me dio un pequeño beso sin cerrarlos, yo tampoco lo hice.
Nos bañamos, al parecer nuestros días aquí eran contados. La gente comenzaba a preguntarse por el señor Haner. Cuando terminamos de cambiarnos, Brian tomó mi mano y me llevó hasta su auto. Me invitó al cine.
Vimos la película de 50 First Dates, la película se trata de como Henry Roth se enamora de Lucy  cuando la ve en la cafetería donde siempre iba a desayunar, pero esta bella mujer sufre de una extraña enfermedad llamada amnesia anterógrada, la cual hace que no recuerde nada de lo que vivió un día anterior, es decir, que todo lo que vivió lo olvida al poner su cabeza sobre la almohada, Lucy no tiene la menor idea de quién es él. Y Henry se da cuenta de que si quiere ganarse su afecto, le va a tocar empezar de nuevo todos los días por el resto de su vida.
Brian parecía ser torturado, se removía en el asiento, gruñía, se jalaba el cabello, intentaba toquetearme, le lanzaba palomitas a la gente, movía sus piernas con desespero o lanzaba insultos a la mismísima pantalla.
Decidimos salir de la sala o Brian moriría ahí dentro.

—Esa película es tan... Agh.—comentó.
—No lo sé, te la pasaste molestando.
—Amor por doquier.—fingió vomitar.—Tonterías, Dayan. El amor no existe.
—¿Entonces porqué nos vamos a casar?.

«Bien hecho Haner, sabes como golpearme sin siquiera tocarme».

—Porque así es la vida.—se encoge en hombros.—Por cierto, no te ha llegado la regla...¿verdad?.—preguntó incómodo.
—No.—le respondí.
—Espero que no estés embarazada.—me dijo.
—Lo mismo digo.

Nos vamos al Haner, tomo una siesta mientras Brian trabaja en la oficina que pertenecía a su padre. Me siento miserable, me pongo a llorar como de costumbre. Siempre había dicho que llorar era bueno y liberador así que decidí ponerlo en práctica cuando era necesario pero ahora... Siempre lo sentía así.
Cualquier persona pensaría que nuestra vida era un sueño con todo ese dinero, que eramos felices o que yo era una interesada.
Pero la verdad era diferente, nunca lo pedía dinero, no solíamos salir a lugares extravagantes. Brian era un asesino y nadie se daba cuenta.

Decidí entrar a la oficina de Brian pero estaba asegurada y se podía escuchar que también ocupada. Me recargué en la puerta para ver que podía oír, al parecer estaba con una mujer y su voz se me hacía familiar.
Al principio parecía sólo una simple plática de negocios pero después comenzó a tornarse más seria. La voz de Brian era suave, no como otras veces y hasta parecía hablar un tema serio.

—¿Entonces no quieres nada conmigo?.—preguntó, al parecer "ella".
—Ni contigo ni con nadie.—dijo Brian.
—¿Estás seguro?.

No podía escuchar bien, habían murmullos hasta que...

—¡Dayan puede estar embarazada!.—gritó.
—Pero...¿y si no?.—respondió, ahora podía estar segura de que era una mujer.
—Al diablo todo, ese bebé no podría nacer.

Un sonido horrible llenó la sala y al parecer también afuera. Empecé a tocar la puerta como una loca, creí que Brian la estaba matando o algo así.
La puerta se abrió y mi cuerpo sobre ésta hizo que casi cayera. Miré a Brian y a una de las recepcionistas que casi se le lanzaba encima la otra vez. Su falda de uniforme, estaba visiblemente subida. El escritorio estrellado contra el suelo y una pistola en éste, la tomé en mis manos y le apunté a Brian.

—Me voy, esta vez no me sigas.—dije con la voz ronca.

Intentó acercarse pero le volví amenazar con el arma.

—Tranquilízate.—dijo la rubia.
—Maldita sea, cállate.—le dije, mis manos temblaban.
—Baja el arma.—me ordenó Brian, él no tenía miedo.
—No te acerques o disparo.—musité.
—Hazlo, pero no te voy a dejar ir. Te amo, Dayan.

Me tomó del brazo y puse el arma en su frente.

«No, lo creas. No lo hagas»
«No lo mates»
«Es un psicópata, no te puede amar»
«Vamos Dayan, hazlo».

Mi mente colisionaba hasta que en un movimiento rápido e impredecible, Brian me arrebató el arma y me abrazó con fuerza. La chica huyó despavorida.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora