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Después de aquél acto impuro en la bañera nos quedamos profundamente dormidos en la gran cama. Me dediqué a soñar en como sería mi vida y la de Brian con un bebé de por medio. La emoción llenaba mi mente al pensar que podría ser el mejor padre del mundo pero por otro lado el terror se hacía presente al imaginar a Brian haciéndole daño a nuestro hijo.
A la mañana siguiente pedimos un taxi desde Huntington Beach hasta Los Angeles.

—Se supone que nos quedaríamos en algún hotel pero el problema está en que aquí también hay un Haner.—dijo Brian bajando lo poco que llevábamos.
—¿Un Haner?.—pregunté viendo como el taxi se alejaba.
—Un hotel.—bufó.—Harían demasiadas preguntas si llegamos, pero sí nos vamos a otro van a pensar que voy a robarles ideas.
—Bueno, no sé que podríamos hacer.—dije sentándome en una banca de aquella plaza en la que el taxista nos había dejado.
—Nunca me imaginé que tendría que pasar como una persona normal.—se sentó a mi lado.
—¿A qué te refieres?.—pregunté pasando mis dedos por su cabello que caía a un lado y no estaba peinado hacia arriba como siempre.
—Nunca había ido en un asqueroso taxi, nunca había caminado en una calle con gente tan común, en lo personal nunca hubiese puesto mi trasero en una banca como esta o en algo público.—se quejó.—A la mierda todo, vayamos al Haner.—dijo parándose y colocándose la mochila.

Caminamos hasta el hotel, Brian juró que no se volvería a subir a un taxi. Al menos no por hoy, llegamos a la recepción que era atendida por dos rubias las cuales chillaron su nombre en cuanto le vieron entrar.
Me paré junto a él maldiciendo a esas dos mujeres.

—Hace tanto que no nos visitaba.—dijo una de ellas casi devorándolo con la mirada.
—Tienes razón Lily, el Señor Haner nos ha descuidado.—añadió la otra.

Me hervía la sangre de celos, quería tomarlas del cabello y arrancarles los ojos. Pero cada que me imaginaba ese tipo de cosas me parecía a Brian.

—Oh, no.—sonrió coquetamente y me miró borrando su sonrisa.—Ella es Dayan.—me abrazó.
—Dayan.—dijeron sorprendidas al mismo tiempo, al parecer ya habían escuchado hablar de mí.
—Mi Dayan Haner.—dijo dándome un beso en la frente, él sabía que estaba celosa.
—¿Haner?.—pregunté en voz baja.
—Mi Haner.—respondió en mi oído.—Ahora si nos disculpan, voy a tomar mi habitación favorita. Por favor no nos molesten.—dijo guiñándoles el ojo y poniendo la mochila en la barra.

Ellas se sonrojaron al escuchar "mi habitación favorita". ¿Acaso ya habían visitado ese lugar?. Parecía eterno el camino hasta la habitación. Cuando entramos, Brian se lanzó a la cama.

—Dulce cama, te extrañé.—gimió.
—Tengo sueño.—dije bostezando.
—Iremos a comprar ropa.—dijo con cansancio.
—No quiero.—hice puchero.

Llamó a una tienda de ropa e hizo el pedido por teléfono. También mandó a traer un automóvil del Señor Haner, según Brian si nos movíamos en el auto la prensa pensaría que era su padre andando por Los Angeles en sus soñadas vacaciones.
Tomé el celular de Brian y llamé a mi papá.

—¿A quién le pediste permiso para irte?.—me preguntó enojado.
—A nadie papá, ya no soy una niña.

Brian sonrió con malicia y me tomó de la cintura. Subió mi camisa, comenzó a lamer y besar debajo de mi ombligo haciendo que me erizara.
Me quitó el teléfono y le colgó a mi padre, lo dejó encima de un mueble y volvió a acomodarse debajo de mí. Sentí la dureza que se formaba en su pantalón pero yo no me sentía en condiciones para repetir algo como lo que había pasado en la bañera.

—Lo siento Brian, pero no puedo más. Yo debería estar en reposo, parece que no pero enserio me duele. Debo descansar, simplemente no me siento muy bien y supongo que lo sabes.—dije acostándome.
—Está bien.—suspiró.—Descansa, yo saldré un rato.
—Cuídate.
—Te traeré algo.—me sonrió.—Espero que tengas hambre cuando regrese porque te traeré mucha comida.
—Tranquilo, comimos demasiado en la mañana.—dije quitándome los zapatos.
—De igual manera, si tienes hambre pide algo.
—Sólo cuídate, ya es noche.
—En este lugar nunca es de noche—rió.

Me dio un beso y se fue, miré un rato televisión hasta que el teléfono de Brian comenzó a sonar, se le había olvidado.
Lo tomé cuando habían colgado, él había puesto varias veces la contraseña enfrente mí así que me la sabía. Lo utilicé para mandarle un mensaje a mis padres diciendo que estaba bien.
Me dio curiosidad leer los mensajes de Brian y aunque sabía que estaba mal, lo hice. La curiosidad me había ganado.
Y tristemente me encontré con lo que no quería... Ahora el vídeo que había visto tenía sentido. Brian me engañaba y no precisamente con una mujer, si no con Zachary Baker, mi gran amigo desde la secundaria.

—¿Has visto mi teléfono?, lo he dejado.—dijo Brian entrando a la habitación.
—¿No lo habrás dejado en la cama de Zacky, verdad?.—interrogué enojada.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora