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«No voy a llorar, no voy a llorar».

Escondí mi rostro en su cuello rompiendo en lágrimas de coraje, mis manos se cerraron en puños. Le pegué en el pecho a Brian por un intento de liberar mi furia.

—Tú también, tú también lo hiciste.—me puse las manos en los oídos, me negaba a escuchar su defensa.
—¿Yo también lo hice?, ¿Qué cosa?—escuché decir.
—Te acostaste con ella, imbécil.—la voz apenas me salía, parecía quedarme afónica.

Decidí dejar las cosas así, no quería que Brian me diera los detalles de como fue que sucedió.
Gritaba mi nombre pero yo seguía caminando, mi mente empezó a reproducir la imagen de mi primer amor en la cama con Katya, de repente imaginaba el rostro de Brian sobre ella.
Sentía mi corazón como si fuera un cristal que empezaba rasgándose y terminaba con ese sonido tan espantoso al romperse, parecía poder oírlo.

Aquí venía, si algo se sabía de Brian Haner era ser el rey de la mentira y manipulación.

—Dayan, ven aquí.—dijo tomándome de la mano.—Te juro, te juro que yo no lo hice.
—Suéltame Brian, ya no tiene sentido.

Seguí caminando, hasta que un peso no me dejaba avanzar. Me estaba superando las piernas rogando para que no me fuera.
Me miraba a los ojos repitiendo que no lo hiciera. De pronto comenzaban a brotar gotas cristalinas de sus preciosos ojos, maldición.
Nada me hacía más compadeciente que un hombre llorando.

—No llores Brian.
—P-pero es que tú no m-me crees.

El celular volvió a sonar, estiré la mano en señal de que me lo diera. Se puso de pie y lo sacó entregándomelo sin ningún problema.
Contesté temiendo a lo que podía escuchar.

—¿Dayan?, ¿Brian?.—escuché la voz intranquila de Katya, no quería responder.—Dayan, en caso de que seas tú...Olvidaste el teléfono en casa, vuelve pronto, lo más pronto posible, la tía Alice murió.

Abracé a Brian y él me acarició el cabello como de costumbre, enredaba sus dedos continuando por llevárselo a la nariz y olerlo.
Me llevó sin soltarme al auto mirándome con una cara de alivio.

—¿Qué pasa?—preguntó encendiendo el auto.
—Mi tía Alice murió.—dije jugando con mis dedos nerviosamente.

Arrancó el auto rápidamente, mi cabello se alborotaba al ritmo del viento que entraba por la ventana de Brian.
Una lágrima corrió por mi mejilla, no podía ser verdad que mi tía hubiese muerto. Ella era como mi madre, con la diferencia de que ella siempre se comportó como una.
La noticia no había causado gran impacto en mí, creía que no era verdad que Alice se había ido. Intentaba pensar que sólo se había dado unas vacaciones, eso era lo mejor.

—Alice.—suspiré mirando en la ventana y hundiéndome en el asiento.

Brian entrelazó nuestros dedos en un apretón fuerte, me atrajo hasta él para que descansara mi cabeza en su hombro.

—Todo estará bien amor y sí necesitas llorar, hazlo.—dijo dando un beso en mi frente.

Llegamos a la casa de mis padres, tomé el pequeño recado que estaba en la puerta con la dirección del lugar donde la estarían velando.
Llegamos de inmediato, me bajé del auto y corrí hasta su ataúd. Maldición.
Tan tranquila que parecía dormida, sus brazos cruzados y su piel pálida.

—Te vas a ir al cielo, mamá Alice.—susurré con la voz quebrada.

Sentí unos golpecitos reconfortantes en mi espalda, era mi padre. Con los ojos tan hinchados y enrojecidos. Negó con su cabeza y tomo aire para hablar.

—Alice no irá al cielo, querida. Alice se suicidó.—dijo rompiendo en llanto.

Lo abracé, lentamente me desprendí. Lo último que escuché fue a Brian gritar mi nombre.
Desperté en una sala oscura.
Me había desmayado, él sólo me miraba sin decir nada.

—¿Estás mejor?—preguntó tocando mi frente.
—Sí.—musité, me dolía la cabeza.

Salí del cuarto, al parecer era de la misma funeraria. Empecé a caminar en busca de mi madre pero me llevé una sorpresa. Me encontré a Jonathan, el hombre que me rompió el corazón con mi propia hermana.
Me di la vuelta huyendo lo más rápido posible para evitarlo, mi estómago daba un revuelo de emociones.

—Dayan—gritó.

Seguí caminando hasta la salida pero él me jaló del brazo llevándome hasta fuera.
Quería abrazarlo, golpearlo. No sabía en realidad lo que quería.

—Estás hermosa.
—Jonathan, este no es el momento.—dije poniéndome la mano en la frente para ocultar la vergüenza.

Llevó sus manos a mi rostro atrayéndome hacía el suyo para besarme pero baje la vista, no podía hacerle esto a mi novio.
Estábamos solamente mirándonos, él sabía que después de todo ese dolor aún había una chispa esperando ser encendida. Pero esa misma la estaba encendiéndose por Haner.
De pronto miré a Brian salir de la funeraria caminando enojado hacia nosotros.
Jonathan me abrazó rápidamente.

—Es mejor que me retire.

Se fue, mientras un Brian enojado se aproximaba a mí.

—¿Quién es él?—preguntó agarrándome del cuello con furia.
—S-suéltame.—pedí asustada.
—Te estaba abrazando.
—Era Jo-jonathan.—intenté tomar aire.
—Eres mía, joder eres... Espera, ¿Jonathan?,¿tu ex novio?.

Solamente asentí, Brian sujetó su pelo confundido y me soltó. Intentó tomar aire.

—¡Te estabas toqueteando con ese imbécil! .—espetó.
—Brian... yo...
—¡Cállate!.

El calor de su mano quemaba sobre mi mejilla, cerré los ojos intentando imaginar que estaba soñando pero no, me había dado una bofetada y eso jamás lo iba olvidar.

—Esto, esto se acabó Brian.—dije llorando.
—Cállate.—se tomó la cara intentando reflexionar.—Esto no se acaba hasta que yo quiera y más te vale que lo entiendas de una vez.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora