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Estábamos en el hotel, McKenna estaba sentada a mi lado mientras que Brian había ido por la cena. El lugar estaba un poco vacío pero las personas llegaban aproximadamente a esa hora.

—Muero de hambre—dijo sobándose la panza.
—Brian tarda demasiado.—le contesté.
—Ve por él—hizo puchero.—yo atenderé si alguien viene.

Me levanté y caminé hasta el restaurante del hotel, la maravilla es que estaba abierto las veinticuatro horas. Miré que Brian estaba con una chica y ella le acariciaba el rostro haciendo que ambos sonrieran como si estuviesen coqueteando.
Esto ya estaba empezando mal, al menos para mi gusto. En una mesa que se encontraba al lado de ambos estaba la bolsa que al parecer tenía comida. Me acerqué y la tomé rápidamente, me miraron y caminé rápidamente hasta la salida. Era la engreída de Lara, uno de los amores fugaces de Brian en la secundaria.

—Dayan, espérame.—gritó.
—Hace un rato era tu amor, ¿y ahora soy Dayan?—grité molesta.

No la odiaba por ser ex novia de Brian, la odiaba por arruinarme 6 años contando la preparatoria.
Ella sonrió con hipocresía y yo salí lo más rápido que pude hasta la recepción.

—¿Qué pasa?—preguntó McKenna quitándome la bolsa.
—Brian estaba con una... —me interrumpió.
—Dayan, perdón. Estábamos platicando.—dijo abrazándome por la cintura.
—Platicando.—reí irónicamente.—si claro Haner, ahora déjanos comer.

Me senté al lado de McKenna la cual estaba impresionada por mi actitud, Brian se fue sin decir nada rumbo al elevador. Quizás mi comportamiento era indebido o quizás no pero ya había pasado algo malo una vez y no iba soportar uno más.
Terminamos de comer, miré la puerta del elevador volviéndose a abrir pero intenté no voltear de nuevo ya que podría ser Brian y sí, lo era.

—Amor, perdóname.—dijo despacio acariciándome el cabello.

Si había algo que odiaba en esta vida era cuando las parejas se decían "amor" o esas cosas melosas, pero por alguna extraña razón cuando Brian lo hacía me gustaba.

—Buenas noches señorita.—dijo un cliente.

Era sumamente atractivo y también llevaba tatuajes como los de Brian pero no tantos ni tan llamativos.
Miré a McKenna la cual casi lo comía con la mirada.
Brian frunció el ceño y yo puse la página de registro en la computadora.

—No vengo a quedarme, voy de salida y sólo quería decir que eres la mujer más hermosa que he visto.—dijo sonriendo.
—¿Qué te pasa imbécil?—preguntó Brian empujándolo.
—Tranquilo amigo, sólo estamos grabando una broma para vídeos de Internet.—rió.—Pero lo de que eres la más hermosa es enserio.—dijo mirándome.
—Largo de aquí idiota, vete a grabar a tu...—se interrumpió.
—¡Brian!—exclamó McKenna antes de que su hermano terminara la frase.
—Sólo lárgate—bufó.

McKenna comenzó a regañar a Brian con que esos chicos podrían dañar la reputación del hotel diciendo que uno de los dueños insultaba a los clientes y casi los golpeaba dentro de éste mismo, él solo se recargaba en la barra a escuchar.

—Tengo que hacer que respeten lo que es mío.—dijo acariciándose la barbilla y mirándome a los ojos.
—Yo no soy tuya.—respondí.
—Todavía no de esa manera.—me respondió con picardía.

McKenna comenzó a toser y yo me hice la tonta tratando de auxiliarla.
Después de eso saqué mi celular y empecé a compartir cualquier tontería que me causara gracia en Facebook, como era de costumbre. Brian me miraba o más bien miraba mi teléfono. El chat de Jonathan se abrió al enviarme un mensaje, pero no tenía ganas de hablar de ese tema en el que nos habíamos quedado así que guarde el celular de inmediato.

—¿Pasa algo?—preguntó mirándome serio.
—No.—dije sonriendo.
—Déjame ver tu celular.—dijo Brian.
—¿Para qué?.—fruncí el ceño.
—Quiero ver un vídeo, eso es todo—se encogió en hombros.
—Pero Brian, tú tienes el teléfono que salió a la venta ayer, ¿para que quieres el de Dayan? —preguntó riendo.

Brian la fulminó con la mirada mientras ella ponía cara de preguntarse para que querría mi teléfono. Él se fue a dormir turnándose con McKenna para ir y venir durante toda la noche.
Incluso yo dormí un poco en una habitación del hotel mientras Brian me cubría. El próximo dueño me estaba cubriendo, parecía una locura  y más porque él era mi novio. Aunque por otra parte seguía recordando la imagen junto a Lara acariciándole la cara.
La puerta se abrió haciendo que me sentara sobre la cama porque la única persona que tenía la llave al parecer éramos Brian y yo.

—¿Tienes hambre?, te llevaré a tu casa después de desayunar.—dijo entrando con una bolsa de papas fritas en la mano y ésta dentro de ella.
—Te ves adorable—reí.
—Yo siempre—sonrió.

Se puso de rodillas sobre mi e intentó besarme pero me negué.

—Vete con la estúpida de Lara.—gruñí.
—No deberías estar celosa.—dijo y besó mi cuello con desesperación.

Me empujó y aventó las sábanas al suelo, me elevó en sus brazos haciendo que ahora fuese yo quien estuviese sentada encima de él.

—No, no debería. Me encanta ver que las zorras como ella le coquetean a mi novio—bufé.—y ver como él les sigue el juego.

Posó su dedo índice y pulgar en mi vientre, lentamente desabrochó el botón de mi pantalón y deslizó el cierre.

—No—gemí al sentir sus dedos peleando por entrar en mi.
—Por favor.—susurró.—Déjame hacerlo.

Negué riendo nerviosamente, subió sus manos a mis pechos y aproveché para abrochar rápidamente mi pantalón.

—Podría mirar a cualquier mujer y te seguiría prefiriendo a ti.—susurró en mi cuello.
—Eso no fue romántico, no me gustaría que vieras a otras mujeres—sonreí.—pero es algo normal, supongo.
—A mi tampoco me gustaría que vieras a otros hombres—sonrió tomándome del mentón como ya se le hacía costumbre.—pero sé que no puedes mirar a otro que no sea yo.—mordió mi labio después de sonar tan arrogante.
—Llévame a casa.—dije levantándome y recogiendo lo que había tirado al suelo.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora