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Cuando volví a despertar, Brian no estaba a mi lado. Ahora llevaba ropa interior y mi herida había vuelto a ser cocida.
Me levanté y empecé a recorrer la habitación, definitivamente hoy en la noche me iría lejos de la vida de Brian pero esta vez intentaría que fuera para siempre.

—Creí que no despertarías.—dijo entrando con un cigarrillo en los labios.
—Preferiría no haberlo hecho.—suspiré.

Dejó caer la colilla al suelo y me abrazó fuertemente.

—Te amo.—sonrió y besó mi frente.
—No lo digas si no lo sientes.—contesté molesta.
—Te amo.

Me senté en la cama mientras Brian hacía lo mismo en una silla, parecía un rey. Parecía tanto para mí, se asimilaba con un dios o algo más.
Me hizo un ademán con la mano para que me acercara a él y sin dudarlo, lo hice.
Escaparía y no lo volvería a ver, nunca. O eso tenía en mente.

—Te ves hermosa.—sonrió.

Probablemente su sonrisa me iba a matar antes de que lo hiciera él, me sonrojé recordando que sólo llevaba ropa íntima.
Me jaló del brazo haciendo que me subiera a horcajadas en él.

—Hagamos el amor.—pidió recargando su barbilla en mi pecho.

Volví a la realidad, me quedé mirándolo.
La adrenalina corrió por mi cuerpo ante sus palabras, después de todo no era mala idea si pensaba alejarme para siempre de su vida.

—Eres un enigma.—me acarició la espalda.
—Y tú un psicópata.

Se detuvo y me sonrió, volví a morir.
Ahora nuestros ojos eran los que se hacían el amor mutuamente.
Se deshizo de las únicas prendas que me quedaban y se detuvo para desnudarse. Sus labios y sus manos recorrían cada parte de mí.
Cuando por fin estábamos listos, entró con dulzura y cuidado, como nunca lo imaginé.
Se sostenía de mi cintura sin despegar nuestros labios de ese beso que parecía eterno, sólo se separaban para sacar y tomar aire.
Nuestros cuerpos se entregaban el uno al otro, emanaban calor corporal. Me dolería más irme después de esto. Cambiamos posiciones, ahora yo tenía el control pero de cierto modo le seguía perteneciendo a Brian. Me acosté en su pecho mientras él seguía moviéndose con cariño, o eso parecía.
Apartó nuestros labios y bajó sus besos hasta mi cuello, nuestra respiración apenas se mantenía estable.

—Te amo, Dayan. Por favor no me dejes.—susurró, sus ojos estaban cristalinos.
—Brian, no lo arruines.—dije mirándolo.
—Prométeme que no me vas a dejar.—dijo sentándose, gemí de dolor.
—No te voy a dejar.
—Por favor...—continuó haciendo lo suyo sin dejar de mirarme.
—Lo prometo.—dije acariciándole la cara, sus facciones eran perfectas y simplemente no podría dejar a un hombre como él.

Terminamos y me abrazó, la falsa se rompió. La realidad dolía. Los golpes, las infidelidades, su amor fingido, el balazo en mi abdomen, las personas muertas, la vida de mi padre corriendo peligro si me marchaba, sus trastornos, la agilidad con la que me podía convencer y la habilidad que tenía para mentir.
Y a pesar de todo, lo amaba.

Mi teléfono sonó gracias a un mensaje de texto, Brian me miró y yo lo revisé.

¿Dónde estás?. Katya y yo vamos por ti. Si no contestas en 30 minutos llamaremos a la policía.
-Jonathan.

Me quedé viendo la pantalla y después a Brian, le contesté un "estoy bien". Borré el mensaje, apagué el celular y lo aventé lejos.
Volví a sus brazos y me miró con esa sonrisa llena de maldad que tanto me gustaba.

—¿Qué tanto me amas?.—me preguntó.
—Lo suficiente como para quedarme.
—Entonces, quédate para siempre.







Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora