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—Quería un poco de agua.—mentí.

Volví hasta la cama, Brian me abrazó con más fuerza que de costumbre.
Se levantó, sacó una llave de su pantalón y abrió la puerta para dirigirse a la cocina, cuando escuché que ya estaba abajo salí tras de él pero antes abrí el grifo de la bañera dando a pensar que me daba un baño.

Aprovechando que estaba de espaldas me escondí detrás del sofá que estaba en la sala, miré que tomaba el vaso con agua y regresaba a la habitación. Una vez Brian ya dentro de ésta, corrí hacia la puerta principal y la intenté abrir pero estaba cerrada como se suponía debía estar. Salí por la ventana —las empleadas la habían dejado abierta, seguramente deambulaban por aquí —. Corrí, las rejas estaban abiertas ya que McKenna seguramente estaba por llegar. Desde dentro de la casa escuchaba a Brian gritando a causa de que no me encontraba pero no me importaba, ahora me quedaba pensar en donde podría refugiarme.
Mi teléfono sonó, temblé de miedo porque seguramente era Brian, lo saqué para poder ponerlo en silencio y que no me encontrase en la oscuridad de la carretera. Pero no era él, era Jonathan.

—Jonathan.—susurré.
—Dayan, quería saber como estabas. Me agradó verte aunque lamentablemente haya sido de esa manera.—dijo tranquilamente, al parecer conducía.
—Johnny, por favor. Te lo suplico...—tomé aire.—voy a enviarte una dirección al celular, ven por mí, estoy sola en la carretera.
—No te muevas, voy para allá.—colgó.

Inmediatamente busqué mi ubicación en el teléfono y se la envié. ¡Bendita tecnología!. Seguí caminando para encontrarme con Jonathan más rápido.  Después de unos minutos el Camaro de Haner se aproximaba lentamente, obviamente me buscaba. Entré en pánico, un automóvil rebasó a Brian y se paró enfrente de mí. Rápidamente me subí, arrancó en cuanto ya estaba arriba.
El auto derrapó en nuestra huida. Brian nos seguía y parecía alcanzarnos.

—Sabía que ese hombre no podía ser tan perfecto.—espetó Jonathan.

Me puse el cinturón mientras que él se concentraba a escapar de Brian, mi teléfono sonó y contesté sin pensarlo.

—Baja del auto Dayan Weldon.—dijo Brian con frialdad.
—Por favor, déjame ir.
—Bájate y no te haré nada malo.
—Brian, por favor.
—Hazlo.—colgó.

Seguíamos avanzando, empecé a intentar meditar un plan.
No podía, el temor era más grande que mi valor.

—Haremos esto, bajaré del auto y en cuanto ponga mis pies fuera tú vas a huir.—dije sujetando la manilla de la puerta.
—No dejaré que lo hagas.
—Vamos Jonathan detén el auto, hazlo por mí.
—No puedo Dayan. Iremos con la policía.
—Por favor.—pedí llorando.—Bájame y huye, te hablaré cuando esté en casa.
—Prométeme que estarás bien.—pidió bajando la velocidad del auto.
—Lo estaré.—crucé mis dedos, no sabía lo que iba a pasar.—Prométeme que arrancarás el auto en cuanto me baje.

Jonathan asintió, detuvo el auto seguido de Brian. Bajé y caminé hasta el Camaro.

—¡Largo!.—le grité enojada, golpeé la cajuela del auto.

Me miró con preocupación y arrancó, Brian corrió hacía mí tomándome del cabello para subirme al auto.

—Ya lo meditaremos en casa.—me brindó una sonrisa.
—Dijiste que no me harías nada.—dije sujetándole la mano para que no me jalara tan fuerte.
—Por dios—rió con cinismo.—Yo digo muchas cosas cariño, muchas.


Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora