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—Pero que cosas dices, está claro que no me amas.—sonreí con amargura.
—Lo hago.—se sentó.—pero tú no lo entiendes.
—Pues explícame, porque vaya que no te entiendo.

Me giró volviendo a quedar encima, sus besos eran suaves y tiernos. Desprendió la toalla que me cubría y se hincó para verme.

—Eres hermosa.—dijo con una sonrisa tierna, de esas que solamente él sabía hacer.

Comenzó a desvestirse, yo sólo me dedicaba a mirarle. Terminó sacando su camisa, el oro de su cadena volvía a golpear su pecho.
Sus manos recorrían mis piernas y frenaban en mi trasero.
Esta vez era diferente, el tacto era tierno.
No nos unimos en el acto sexual, simplemente nos dábamos besos y nos acariciábamos.

—¿Ahora me crees que te amo?.—sujetó con ambas manos mis mejillas.
—S-sí.—mentí.

Se levantó y tomó un baño, acaricié la pistola. Yo no era una asesina además de que sería demasiado matar a alguien en su propio hotel.

—Brian, voy a pasear por el hotel.—dije pegada a la puerta.

Me cambié y decidí bajar hasta la recepción, le pregunté a la nueva recepcionista por Ivon Bautista.

—En la habitación 103.—dijo con desgano.

Cuando el elevador se abrió llevaba consigo a Brian, se despidió de sus empleados y se detuvo frente a mí.

—¿Me prestas dinero?.—dije rascándome la cabeza. Brian rió haciendo que varias personas lo voltearan a ver, sacó su billetera y me dio su tarjeta de crédito.—Solamente quería un obsequio.
—¿Obsequio?, ¿para quién?.—preguntó quitándomela.
—Una chica que está en este hotel, ella me llevó a mi casa el día que...—sentí mi voz apagarse.—el día que... Ya sabes.
—Ayer.—sonrió y me devolvió la tarjeta.—vamos a comprarle algo lindo por llevarte con bien.

Subimos al automóvil y llegamos a una tienda de discos, cuando la conocí había comentado que era fanática de Nirvana pero con el trabajo no tenía tiempo de comprar sus discos.

—Busca algo de Nirvana.—le ordené a Brian mientras yo seguía buscando por el área de camisetas.

Caminábamos por los pasillos hasta que escuché que me llamó.

—He encontrado el Nevermind.—dijo con cierta emoción.
—Baja esa basura y llévate un disco de Metallica.—dijo un chico levemente más alto que Brian.
—¿Disculpa?—respondió dejando el disco en su lugar.
—Lo que oíste hermano, por cierto tu peinado es... ¡tan loco!.
—Mira imbécil de mi cabello nadie se burla.—dijo Brian.
—Tranquilo, nadie se está burlando.—se defendió el chico de ojos bonitos buscando un álbum.

Tomó el ...And Justice for All de Metallica junto al Nevermind y se los dio a Brian, él sólo lo miró con fastidio.
Me acerqué a ellos, había demasiada tensión en el lugar.

—Hola linda, lo siento pero aquí no vendemos discos de One Direction.—dijo sonriendo.
—Oh, no yo...—me empecé a reír sin vergüenza alguna, mi risa lo contagió haciéndolo reír también.
—Es broma, anda dime. ¿En qué te puedo ayudar?.—se recargó en un mueble y casi se cae.
—Vengo con él.—señalé a Brian.
—Que mala suerte.—rió.—Un gusto chicos, soy The Reverend Tholomew Plague.

Brian rió con locura, yo me sonrojé intentando no reír. Él se dirigió hasta la caja registradora y empezó a calcular el precio en total, sacó dinero de su billetera y lo colocó dentro.

—El de Metallica va por mi cuenta.—dijo extendiendo la mano al recibir la tarjeta de crédito de Brian.
—No es necesario, tengo todos los álbumes.—alardeó.
—En realidad el disco es para una conocida, no para él.—le dije.
—Entonces dile que Jimmy le ha mandado uno extra.—rió.

Terminó de cobrar, caminamos hasta la salida pero el tal Jimmy—Si es que así se llamaba en realidad—nos detuvo con dos volantes en las manos dando aviso a una fiesta hoy por la noche. Compramos chocolates para Ivon y otra caja para el glotón de Brian. Regresamos al hotel y nos subimos al ascensor en busca de la habitación 103.

—La invitaré a la fiesta.—le dije presionando el botón del elevador.
—Buena idea.—dijo poco entendible con un chocolate en la boca.
—¿Te irás así vestido?.—señalé su camisa que estaba un poco sucia.
—¿Qué?, no vamos a ir.—dijo mirándome con cierto enojo.
—Quiero ir.—me crucé de brazos.
—No lo haremos.
—Iré yo sola.—dije abrazando el paquete.
—Ni lo sueñes.—bufó.
—Quiero ir.—repetí.
—Pues no lo haremos.
—Ojalá pudiese conseguir un novio simpático.—suspiré.
—¿Qué has dicho?.—se acercó, creí que me mataría ahí mismo.
—Yo...nada.—el elevador se abrió y salí con prisa.

Nos quedamos un momento parados hasta que decidí tocar, Brian me miraba como si quisiera matarme y vaya que lo haría si no fuera porque estábamos en el hotel.
Escuché que Ivon gritó avisando que no demoraba en salir, me quedé mirando ambos discos y los chocolates.

—Tu tía acaba de morir y tú ya te vas a una fiesta.—se quejó.
—Cállate, ella no está muerta.—respondí enojada.
—Ella está muerta, Dayan.—me tocó el hombro.
—¡Que no!.
—Como digas, de igual manera no tienes permiso de salir.—sacó su celular y se fue a hablar donde no pudiese escucharlo.

Novio Psicópata |Synyster Gates|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora