Capítulo 3: Tengo miedo Aurelio.

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Capítulo 3.
Tengo Miedo Aurelio.

Aurelio.

Después de la comida, vi salir a Mónica de la casa dirigiéndose al patio, pensé ir tras de ella para arreglar las cosas pero algo dentro de mí me lo impedía.

Sentí una decepción cuando dijo que yo no podía pagar su blusa, y es verdad con lo que trabajo aquí apenas nos alcanza para comer. Pero ella no tenía por qué responderme así, pero bueno, tal vez estaba demasiado enojada que no supo lo que me estaba diciendo.

Los hermanos Robles, al parecer, tenían cosas que hacer, pues se perdieron con los guardias de seguridad un largo rato y Mónica ya había regresado. Estaba sentado oyendo la plática de mi ama con Mónica, cosas de mujeres ya saben, algo que en realidad nunca he entendido.

—Mónica—. Escuché la voz de Isidro.

— ¿Qué pasó hermano?— preguntó ésta.

—Necesitamos ir a México, surgió un problema con la mercancía que se iba a entregar y los dueños están muy enojados—. Respondió Isidro.

—Pero acabamos de llegar, ¿no se puede arreglar desde aquí?— dijo Mónica, con una mueca de tristeza

—No hermanita, tenemos que ir para arreglarlo nosotros—. Exclamó esta vez Guadalupe.

—Está bien—. Finalizó Mónica, levantándose de la mesa de mala gana, agarrando su pequeño bolso.

—Oigan, hijos, ¿por qué no dejan que Mónica se quede aquí y mañana se vaya a México?— Insinuó mi Ama, sí, mi ama tenía toda la inteligencia del mundo.

Pero me hice el inocente.

—No queremos causar molestias, Señora—. Respondió Guadalupe.

—Pues, puedes quedarte Mónica, tú no tienes nada que hacer allá en México y te puedes regresar cuando quieras o cuando sea necesario—. Decidió esta vez Isidro.

Mónica veía a su hermano, luego me dio una pequeña mirada rápida y reí.

—Pues, sí no es mucha molestia me gustaría quedarme, son las primeras vacaciones que tengo desde hace mucho tiempo—. Dijo Mónica volviendo a sentarse en la silla.

—Ninguna molestia hijita, eres bienvenida a esta casa desde hoy—. Expresó mi ama con su sonrisa.

Por eso amo a mi ama, sabe decir las cosas cuando se necesitan y ahora tendré más días a Mónica sin sus hermanos y arreglaremos las cosas. Los hermanos Robles se despidieron de mi ama, de mí y de Mónica sin antes decirle un par de cosas, después me dijeron que los despidiera de Víctor, que andaba dándole de comer a las vacas.

Este fin de semana iba a ser muy largó.

Ella se iba a quedar en casa.

***

Mónica.

Mis hermanos se habían ido a arreglar un par de cosas a México, pues, al parecer, la bronca de la mercancía estaba muy grande. Gracias al cielo Doña Alba habló por mí y ellos dejaron que me quedara unos días más. Justo lo que necesitaba para pedir disculpas por lo que le había dicho a Aurelio, y además, conocer más a la familia.

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