Capítulo 60/2: Explicación

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Capítulo 60/2.
Explicación.

24 de Julio del 2010.
08:34p.m.

Mónica.

— ¿Y entonces? ¿Cómo paso todo?

Aurelio me ve en silencio, su rostro esta agachado mientras mueve su pie derecho.

—Luciana esta tan enojada como yo al enterarnos por otra persona que ustedes dos mataron a un hombre. ¡Por Dios, Aurelio! ¡Tu no eres un asesino! — grito enojada. Mi amiga esta recargada en el escritorio del despacho con ambas manos en su rostro, Sebastián esta de un lado de ella sobando su espalda arrepentido.

— ¿Que no pudieron esperar a que solito pagara por lo que hizo?

—No sabíamos cuanto tiempo pasaría para ello—habla al fin.

—El tiempo que tuviera que pasar hubiera sido bueno, te has manchado las manos de sangre.

—Somos narcotraficantes, Mónica. No es nada nuevo para nosotros hacer algo así. No es la primera persona que me toca matar, esta vez era diferente porque se trataba de vengarte a ti.

— ¿Y debo perdonarte solo porque lo hiciste por mi? No, Aurelio. Estas demasiado equivocado si piensas que lo haré. Gabriel era un hombre que tal vez no estaba enterado de toda la porquería que era su hijo, además era el abuelo de mi hijo...

—No tienes que recalcarme siempre que Patricio no es mi hijo.

Luciana levanta su rostro para vernos.

—No estoy diciendo eso.. Mi hijo...

—El hijo que tuviste de Armando, anda, habla.

Mi sangre empieza a hervir del coraje, Aurelio me ve en silencio enojado. Tal y como yo lo estoy.

— ¡Mierda! Estos dos acaban de matar a alguien y ustedes solo pelean por que Patricio no es tu hijo, Aurelio ten un poco de huevos para olvidar esa situación y no cantarsela a Mónica cada microsegundo que lo recuerdas. Y Mónica, debes aceptar lo que somos. Aurelio tiene razón, somos narcotraficante. Nos dedicamos a esto.

— ¿A matar gente? Un narcotraficante no mata gente solo porque le da la gana, Luciana.

—Pero te estaban vengando a ti, por lo que Armando te hizo.

Suelto el aire que contengo para calmarme un poco.

—Pero lo hizo Armando, no el Señor Gabriel.

— ¡Pero es lo mismo! Él no era ningún santo, mato a su esposa y le hizo lo mismo que Armando a ti, gracias a Dios tu estas aquí para contarlo pero aquella mujer no. Ellos dos estaban cortados con la misma tijera, toda su descendencia lo está, los hijos de Armando...

Él se detiene en las últimas palabras.

— ¡Anda! ¡Dilo! ¡Di que mi hijo será tal como Gabriel y Armando lo eran! ¡Atrévete a decirlo! — le grito.

Aurelio mueve su cabeza hacia ambos lado mientras camina hacia mi.

—Te juro que yo no quise decir eso, te juro...

Niego mientras mi mano se levanta y la estampó contra su mejilla izquierda haciendo que un fuerte sonido se escuche por todo el lugar.

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