Fiesta de Escobar I: ¿No quieres cometer pecados conmigo?

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Fiesta de Escobar.
¿No quieres cometer pecados conmigo?

Mónica.

Habíamos llegado ya a él gran salón donde sería la fiesta de Escobar, llegamos diez minutos retrasados así que casi corriendo nos bajamos de la avioneta y nos subíamos a la camioneta que nos traería sin antes las últimas pláticas y comentarios acerca de lo que pasaría esta noche.

Aurelio me llevaba tomada de la mano subiendo las escaleras mientras Víctor y Luciana a regañadientes no les quedó más que unir sus brazos para llegar a la fiesta así.

—Juro que ya quiero que acabe la fiesta. —

—Créeme que no eres la única que lo quiere, tengo miedo de que tus piojos se me peguen o me dé una roña exagerada por estar tan cerca de ti.

Escuchaba los susurros de Luciana y Víctor detrás de mí.

—No tengo piojos. —

—Lo dudo, vives en un rancho donde convives con muchos animales que tienen más animales en su cuerpo, que aun no entiendo como tú siendo el animal que eres puedes cuidar a más animales. —

—Te puedo apostar a que mis animales son más limpios que tú, que se bañan más seguido y que estoy tan feliz de que no abran la boca como tú. —

—No apuestes cosas que no sepas. —

Escuche como Víctor grito bajito y voltee a ver qué pasaba con ellos.

Luciana tenía su brazo entrelazado con el de Víctor pero sus dedos estaban pellizcando el brazo de este.

—Luciana. — dije obteniendo su atención.

—Él empezó. —

—No es verdad ella fue la primera en agredirme. — explicó Víctor sobándose la zona donde Luciana hacía unos instantes estaba haciendo su maldad.

—Me vale quien haya empezado, o se calman o voy a descargar la pistola en ustedes y no en otras personas, si van a estar así toda la noche prefiero presentarlos como amigos o cambiar pareja pero me van a hartar si siguen así. — simule un enojo.

—Está bien. — respondieron los dos al mismo tiempo.

—Ahora quiero que se tranquilicen y que actúen como una pareja feliz que se ama no como dos malditos niños que solo piensan en estarse diciendo cosas porque si es así no responderé, si yo quiero que se besen lo harán, si quiero que se abracen lo harán, si quiero que bailen lo harán, si quiero que se tomen de la mano lo harán y no voy a soportar otra pelea más porque me van a conocer enojada.

Los dos asintieron y voltee a ver a Aurelio que me veía con una sonrisa mientras seguíamos caminando a la puerta.

—Juro por Dios que yo no tengo piojos ni nada por el estilo. —

Reí bajito.

—Te creo y perdón si me pasó en hablarle mal a tu hermano pero es tan sangrón como Luciana cuando está en esos días que no la soporto más. —

—No te preocupes si no lo hacías tú lo haría yo y claro que me encantaría que estos dos tuvieran sus momentos para ver si así se dan cuentan que sus peleas son algo más que ellas. —

—Concuerdo contigo. — dije sonriendo.

— ¿Estás nerviosa? — preguntó

—Algo, esto lo suelo hacer sola. Bueno jamás había venido con un hombre y no sé qué voy a decir frente a los conocidos de mi familia que la verdad son muchos, siempre me vieron como la bebé de los Robles y la que jamás tendría novio pero hoy es diferente te tengo a ti y vienes conmigo. Además que siempre venía sola con Luciana y nos la pasábamos bailando con hijos de los narcotraficantes y ahora es diferente pues te tengo a ti y no andaré de brazo en brazo con hombres que no conozco. —

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