Capítulo 49/1: Una llamada.

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Capítulo 49/1.
Una llamada.


01 de Marzo del 2009

Mónica.

Ser la esposa de un doctor tan joven como Armando tiene sus dos puntos, bueno y malo.

El primero y bueno es que tengo doctor en casa, y cualquier dolor o síntoma que tenga inmediatamente corro con él.

El segundo y obviamente malo, es que sale en la madrugada al hospital, o no esta todo el día conmigo y hay ocasiones donde solo quiero estar abrazada de él.

Mis días eran aburridos aunque con las ocurrencias de Eva y Ava no solían serlos.. Y es que pareciera que tengo cuatro hijos, Víctor y Luciana les hacen segunda con las travesuras.

Hace algunos días rompieron un gran jarrón que descansaba en la entrada de la casa sobre esa mesa café que no me trae muy bueno recuerdo.

De hecho no lo hace.

Ni siquiera logró girar la perilla de la puerta del despacho, odio su sonido al rechinar o odio verlo por dentro.

Aún puedo sentir ese dolor que aquel recuerdo me trae, las palabras que Aurelio me dijo esa mañana son como cuchillos que hacen mi corazón gritar del dolor.

¿Porque él me mentiría así?, ¿Porque me diría tantas cosas que me hicieron sentir mal si ni siquiera él amaba a Ximena?

Luciana me a dicho que tal vez fue amenazado, que los Letrán son un cartel muy poderoso pero parece que eso se acabó. Nadie sabe dónde están, nadie sabe sobre su paradero.

Mis hermanos han buscado información, ellos estaban tan sorprendidos como todo de que hayan desaparecido y que haya dejado a su nieto con Aurelio, con alguien que ni siquiera es el padre del niño.

Suspiró cansada de que tantas preguntas corran por mi cabeza.

Necesitaba descansar, este embarazo a sido muy loco. Desde fiestas, bodas y travesuras siento que no viviré unos segundos más.

Camino hacia la mesa del comedor, y no es por qué quiera comer. Solo, me gusta estar aquí. Viendo aquel cuadro de rosas rojas..

O la foto de mamá, la que descansa en la sala de estar..

Quería recordar mi vida anterior, quería recordar a mamá tal y como era, a papá quien Isidro dice que me subía a los árboles y escalaba conmigo. Quería recordar aquella noche de verano donde viajamos al mar, ese era mi regalo de cumpleaños número siete. Vimos el amanecer juntos, como la linda familia que éramos.

Guadalupe siempre me muestra una foto diferente, dice que eso me ayudara a recordar. Ellos también me extrañan, y yo ya no quiero que lo hagan.

Elisa se acerca a la mesa y me deja un plato con un poco de pan blanco junto con el bote de chocolate de avellana. Ella sabe que cuando me siento aquí y veo el cuadro es lo que me gustaría comer, puedo perder gran parte de la tarde viendo ese cuadro. Me recuerda a mamá.

Me acercó un poco más y tomó el pequeño cuchillo que a dejado sobre la mesa, abro el bote y unto un poco de chocolate sobre el pan. Luego lo guió hacia mi boca dándole una mordida.

La casa está sola, Luciana y Víctor han salido al centro comercial y se llevaron a las niñas, ellos dicen que necesito tardes sola, que algún día me llegare a enfermar por tan enojona que soy pero no es cierto. Es solo que me gusta regañarlos, yo también me divierto con sus travesuras.

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