Capítulo 36: ¿Estas lista?

435 18 9
                                    

Capítulo 36.

¿Estás lista?

03 de Agosto del 2008.

Mónica.

Hogar dulce hogar.

Hace un par de días me dieron de alta de ese hospital en el cual pensé que ya viviría de por vida. Llegue a mi antigua casa y miles de recuerdos me refrescaron la mente.

Cuando Luciana y yo arreglábamos la pequeña habitación de las mellizas, cuando Víctor llego feliz con las letras de madera con sus iniciales. Cuando mis hermanos me dieron el primer regalo para mis hijas. Cuando corría de cuarto en cuarto por que las náuseas no me dejaban vivir en paz. Cuando me enteré de mi embarazo y estaba feliz pero asustada al mismo tiempo. Cuando hablaba a solas por muchos minutos con esa pequeña barriga que muy apenas se notaba.

Sonreí al recordar aquello.

Cuando me entregue por primera vez a aquel hombre que me hizo feliz. Y no sé por qué ese recuerdo había venido, si aquí no había sido. Cuando prometimos tantas noches amarnos y no lo hicimos. Cuando él me prometió que estaríamos juntos para apapachar a nuestras hijas, cuando mis hermanos tumbaron la puerta de mi habitación para entrar porque yo les había mentido ocultando a Aurelio. Cuando lloraba todas esas noches y Luciana iba y venía de su habitación para abrazarme. Cuando Victor se sintió culpable por lo que su hermano me estaba haciendo y lo que le estaba haciendo a sus hijas. Y, en realidad, él no tenía la culpa de nada.

Suspiré cansada.

Sabía perfectamente que todos aquellos recuerdos vendrían a mi mente al entrar a esta hermosa casa.

Isidro me contó que el día en el que tuve el accidente está casa fue atacada por Aurelio quien tenía órdenes de Cleto Letrán para hacerlo. Poco a poco mi familia me explicaba parte de la anterior vida que tenía y me preparaban para cualquier cosa que pasara.

Aún no tenía recuerdos de ese día.

El doctor Tamez dice que poco a poco llegarán y que cuando lo hagan tendré que visitar a un especialista en psicología para que me ayude a quitar cualquier miedo que haya quedado.

Y está bien, no me molestaba tener que hacerlo pero no sabía qué podía decirle y que no. Algo difícil para mí pero que tenía que preguntar. Nada fuera de lo normal.

Reí acomodando el último broche que ponía en mi cabello lacio con pequeños rizos en la punta. Me gustaba mucho cuando se ponía así después de bañarme.

Me di un último vistazo al espejo. Hoy tenía puesta una bonita blusa blanca de tirantes que tenía un escote no muy vulgar al frente en forma de corazón. También traía puesta una falda negra completamente pegada a mis piernas y gracias a Dios la falda no era muy corta así que me daba la libertad de caminar muy bien. Ésta me llegaba un poco más arriba de la rodilla. En mis pies puse unos pequeños tacones blancos no muy altos que me hacían sentir cómoda, me puse un gran collar blanco con toques dorados así como sus respectivos aretes. Luego algo de maquillaje en mi rostro así como los labios rojos que siempre me dicen que me pintaba. Hoy quería impresionar a mi familia y principalmente al doctor Armando, quien hoy venía a comer con nosotros.

Él ha sido un hombre muy especial en mi vida. Desde que tuve el accidente no se despegó de mí y me ayudó siempre a salir adelante. Algo muy raro es que sólo de él podía recordar su voz, no reconocía la de otro más, solo la suya se había quedado grabada en mi cabeza.

Luciana dice que lo traigo muerto y que algún día yo andaré igual por él aunque eso no lo sé. Siento un cariño muy especial por Armando, él ha sido muy bueno para mis hijas, para mi familia y por supuesto para mí. No quiero que se vaya de mi vida porque me sentiría muy sola, ahora él es el que me ayuda a darle algo de paz y seguridad a la vida que estoy comenzando de nuevo. Me gusta cómo me llevo con él, me gusta en muchos aspectos pero no sé si alguno de ellos sea en aspecto de amor. Aún mi cabeza está confundida y no quiero confundirla más. Por hoy no necesito hacer eso. Sonreí al espejo.

Dueños del Tiempo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora