Capítulo 19

12.9K 796 22
                                    

-¿Entonces?-

-No puede hacer mucho, que se ponga hielo en la zona hinchada y sí le duele mucho que se tome un calmante.-

-Está bien gracias Alicia.- La enfermera del instituto me sonríe y se aleja hacía su despacho.

Abro la puerta para entrar a la habitación dónde está mi amigo sentado en la camilla de la enfermería. Cuando nuestras miradas son cruzadas él me sonríe.

-Hola Naiara.-

-¿Hola?- Me acero a él.- ¡Mira no te pego otro puñetazo porqué sí no te quedas más tonto de lo que ya estás!- Izan se ríe.- ¿Qué te hace gracia? Cara culo.-

-Tu cara, ya te he dicho que cuando te enfadas frunces el ceño y te ves muy graciosa.- Izan acaricia mi mejilla.

Retiro mi cara y me alejo de él. Recuerdo lo que me ha dicho Alicia, aplicar hielo en la zona dolorida. Voy a la nevera y ahí hay unas bolsas ya preparadas llenas de hielo. Cojo una y me vuelvo dónde está mi amigo. Ve mis intenciones y se echa para atrás.

-Quieto Izan.-

-Ya me he tomado un calmante no me hace falta hielo.-

-¡Claro que té hace falta estúpido sino no se te ira el hinchazón!-

Con cuidado acaricio su labio inferior con la superficie de la bolsa dónde en el interior se encuentran los cubitos de hielos recién salidos de la parte del congelador de la nevera. Mi amigo suelta un gemido de dolor.

-Ahora te jodes, habértelo pensado mejor.- No me detengo aunque la mirada de él no sea precisamente amistosa.- Es que solo se te ocurría a ti enfrentarte con tú propio equipo de fútbol.-

-¿Y que querías hiciera? ¿Qué se quedará con mi chica delante de mis narices y no hiciera nada?-

-¡No soy tu chica Izan!-

-¡Pero ellos lo piensan! ¡Mi orgullo ha estado a prueba y no pensaba quedar en ridículo! Si no hubiera sido por los cabrones que me han cogido, sí la pelea hubiera sido justa, hubiera ganado.-

-¿Y qué hubieras conseguido con eso? ¡Eh, Izan!- Dejo el hielo encima de la cama.

-No lo sé...-

-Por fin te das cuenta de que has hecho el gilipollas.-

Estoy harta de esta discusión, quiero irme. No me apetece hablar con él, con nadie. Sólo quiero irme a casa y estar sola. Qué se acabe ya este espantoso día. Me giro y me dirijo a la puerta. La mano de Izan me coge de mi brazo y me voltea colocándome delante de su cuerpo que se acaba de incorporar.

-Te equivocas Naiara, no he hecho el gilipollas.- Resoplo.

-¿A no?- Levanto una de mis cejas.

-No, he defendido a mí chica o a mí amiga, cómo prefieras decirlo, pero cualquiera con un poco de cabeza lo hubiera hecho.-

-Estás loco.-

-No Naiara y lo mejor de todo es que no me arrepiento de lo más mínimo.-

La mirada de Izan es sincera. Las separo, no quiero dejarme llevar por esos ojos color esmeralda. Él acaricia mi mejilla, de nuevo tengo ganas de llorar. No puedo esconderlas más y una de ellas se desliza por mi mejilla.

-Eh, vamos...- Izan me abraza y yo escondo mi cabeza en su pecho.

Acaricia mi cabeza y con ella mi pelo.

-Te estaba gritando que pararás y no lo hacías.-

-Naiara yo...-

-No.- Me separo de él.- Te juro que sí vuelves a pelearte dejaremos el proyecto chico malo Izan, te lo prometo.-

-Está bien, cambiaré.-

-Ese es el problema, que no quiero que cambies Izan. ¡Quiero que seas el de antes!-

-Naiara soy el mismo de antes.-

-¡No, no lo eres!-

-Con los demás no, pero contigo siempre he sido yo.- Una de sus sonrisas intenta hacerme sonreír.

Pero no lo consigue. Sus ojos y los míos se miran sin disimulo alguno. Puedo notar cómo su rostro se acerca al mío. Su respiración se mezcla con la mía. Quedan pocos centímetros para notar esos labios sobre los míos pero, me separo de él y voy en busca del hielo.

-Vamos siéntate.- Izan se ríe y asiente con la cabeza.

Después de diez minutos manteniendo ese silencio constante e incómodo la zona hinchada comienza a disminuir. Eso hace que me alivie, la verdad tenía muy mala pinta su labio.

-¿Te duele menos?-

-Sí, gracias a ti.- No Naiara, no. No le sonrías.- Perdóname Naiara, no quería preocuparte.-

-Los chicos malos no piden perdón.- Le recuerdo el reglamento del proyecto.

-No me importa sí a la persona que le tengo que pedir perdón me importa.- Coge la bolsa de hielo que más que cubitos sólidos es agua helada y la deja encima de la cama.

-Dámela.-

-¡Sí eso ya no es ni hielo Naiara!-

-Me da igual, dámela ahora.-

Hago el intento de cogerla pero sus reflejos son rápidos y la esconde detrás de su espalda con la ayuda de su mano derecha. Me acerco a él para arrebatarle la bolsa pero no hay manera. Comenzamos a reírnos.

-¡Izan para!-

-¿La quieres?- Me la enseña y ahora sí soy lo suficientemente rápida para quitársela.

-¡Ja, la tengo!-

Mi intento de huida es inútil porqué sus brazos me rodean con rapidez. Cuerpo con cuerpo nos balanceamos, yo para intentar quitármelo de encima y él aferrándose a mi cada vez más fuerte. Llega un momento que no puedo más y dejo que coloque mi cuerpo enfrente del suyo. Seguimos riéndonos con carcajadas estúpidas.

Notando cómo sus manos se unen, haciendo que nuestros cuerpos se acerquen y que el espacio se redujo a la nada puedo notar esos ojos verdes cada vez más cerca de mí. Cuando él me tiene asegurada en ese espacio limitado pasa una de sus manos por mi cuello acercando a un tiempo determinado nuestras caras. Cierro mis ojos y lo siguiente que siento son sus labios. Esos labios que aunque ya estuviera acostumbrada a notarlos hacen recorrer un escalofrió por todo mi cuerpo haciendo que mis piernas perdieran el sentido y temblarán descontroladamente.

Abro la boca cómo indirecta que acepto el beso, cómo indirecta que quiero unir nuestras lenguas, cómo indirecta que no lo rechazo. No tardamos en hacer que rocen, en unirlas, en marcar un paso más apasionado al beso. Izan marca por unos segundos cortos un descanso, tiene el ceño fruncido. Vuelve a besar mis labios pero no puede. La herida le duele.

-Mataré a Jake por no poderte besar.-

Me río y él intenta volver a besarme pero, se le hace imposible. Sus labios aun estando helados por el hielo puedo notar cómo por dentro arden del dolor.

-Izan, déjalo...-

Sin separarnos a penas con nuestras frentes chocadas la una con la otra acaricio sus labios con mis dedos por la zona no afectada. Nos miramos, directamente, sin parpadear. Besa mis dedos y un chirrido de la puerta nos interrumpe.

-Izan, será mejor que me acompañes.- Nuestra tutora, Miriam nos observa incómoda des de la puerta.

Nos separamos con un intento de disimulo pero que obviamente fracasa. Mi amigo asiente. Cruza nuestras miradas por última vez en forma de despedida.

-Izan ¿Me llamas?-

-No, iré más tarde a buscarte.-

Proyecto chico malo, en marchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora