Capítulo 22

13.1K 803 30
                                    

Pienso en todo lo que he vivido con Izan. Nos conocemos des de que nuestras madres nos cambiaban juntas los pañales. Nuestras familias siempre han estado muy unidas al igual que nosotros. Él siempre fue cómo mi hermano mayor, cómo un gran apoyo pero, por mi egoísmo, por Jake, por mil tonterías nos fuimos distanciando. Claro que nos seguíamos hablando, que quedábamos pero, sientes ese espacio que se crea en dos personas cuando ellas crecen y escogen caminos diferentes. Pero aun así él siempre estuvo hay. Siempre.

Y ahora estoy aquí, con él, bajo la luna y escuchando las olas del mar. Besándonos. Noto cómo su mano se decide y sube por mi pierna, levantando mi falda. Cuando llega a mi zona intima se echa atrás. Su mano aparece al exterior y fuerza la falda para que vaya bajando por mis piernas. Me incorporo al mismo tiempo que él. Me siento encima de mi amigo y entre besos y más caricias su camiseta desaparece. Era la primera vez en mucho tiempo que veía su torso a la desnudez. No recordaba que tuviera unos pectorales tan desarrollados y unos abdominales trabajados.

Beso pequeño a los labios, siguiente en el cuello. Él esconde su cara allí y puedo notar su respiración chocar con mi piel, me hace cosquillas y más que gemidos me entra la risa.

-¿Qué te pasa?- Dice mientras se ríe conmigo.

-Es que en el cuello tengo cosquillas.- Parezco una niña pequeña con el tono inocente que acabo de utilizar.

-¿Entonces qué hago?- La pregunta se me queda un poco lejos de la respuesta.

-¿Qué?-

-¿Qué si no beso tu cuello que hago?-

Noto sus ojos cómo recorren mi cuerpo de arriba abajo. En ellos se reflejan un matojo de nervios. No está disfrutando y eso es junto lo que debía hacer.

-Dejarte llevar Izan.-

-Dime algo más concreto.-

-¡Es que no hay más! Sale solo.-

Ahora es cuando me doy cuenta que mi amigo no siente nada al besarme. Que no se excita al verme medio desnuda. Que es una piedra junto a una chica llena de hormonas disparadas deseando sentirse suya.

Me aparto de encima de él y me levanto. Cojo mi falda y le doy la vuelta para ponérmela. Él me detiene con su mano y me observa sentado en la toalla.

-¿Qué haces?-

-Vestirme.-

-¿Por qué?- Él se levanta y coloca sus manos en mi cintura.- ¿No quieres que...?-

-No es eso Izan pero, es...- No encuentro las palabras adecuadas para expresar mi indignación.- es que nunca me había ocurrido esto.-

-¿Eres virgen?- Abre los ojos como platos.

-¡Claro que no! ¿Qué crees que con Jake jugábamos al parchís?-

-Mejor no me digas que hacías con ese gilipollas porqué si no cuando vuelva al instituto lo reviento.-

Una sonrisa tímida que solo muestras mis dientes hace que el ambiente se calme.

-Entonces no entiendo... ¿Qué es lo que nunca te había pasado?-

-Púes...- Coge aire y escúpelo Naiara.- Qué nunca había sentido esto Izan, mírame. Me tiemblan las piernas, la voz, estoy aquí contigo y estoy deseando de hacerlo y tú ni si quiera sabes que hacer.-

-Naiara...- Su tono es dulce.

-¡Y ni siquiera sé por qué te estoy contando a tí todo esto! Yo nunca he dado explicaciones a nadie y no sé por qué lo estoy haciendo contigo así que, me vas a hacer un favor. Nos vestimos y olvidamos estos últimos cinco minutos. Es tarde y tengo que irme a casa.-

Acabo de dar la vuelta a mí falda y cuándo me la iba a poner su voz me detiene.

-¿Enserio quieres olvidarlo?-

-No lo sé... estoy confundida.-

-¿Tú? No es creíble.-

-¡Encima que te cuento lo que me ocurre y tú me vienes con aires de cachondeo! Eres un imbécil, un payaso, un insensible, un cara culo, un...-

Sus labios sellan los míos. Cierro los ojos. Sus brazos me rodean y dejo caer mi falda a la toalla para rodear con mis manos su cuello, para no dejar de sentir esos cálidos labios sobre los míos. No quiero pero él lo hace, separa centímetros nuestras bocas y se acerca a mí oído.

-Has vuelto a fruncir el ceño.- Dejo soltar una pequeña risa de mí. Puedo sentir su sonrisa y sus caricias tocando mi pelo. Nos miramos a los ojos.

-Tú haces que lo haga.- Me pongo a la defensiva entrando en su juego. Su sonrisa es sincera, enorme, besa mis labios.

-Yo nunca quise hacerte pensar que no me importará Naiara, no quiero olvidar estos últimos cinco minutos.- Su susurros en mi oído me obligan a esbozar una sonrisa.

Juntamos nuestros labios, nuestras lenguas y noto cómo sus manos bajan poco a poco hasta llegar a mis posaderas. Acercándome más a su cuerpo y notando un pinchazo. Su miembro ha despertado y me doy cuenta que todo lo pensado anteriormente ha sido un error. Él también lo deseaba tanto cómo yo. Más besos y sus manos comienzan a subir y se introducen en el interior de mi camiseta. Arrastrándola hacia arriba dejando mi vientre desnudo y solo cubierto por mí sujetador.

Bajo mi boca hasta su pecho y reparto besos por ella mientras me deshago de sus tejanos. Él se sienta y de nuevo me dejo caer encima de él. Acaricio su pecho y beso sus carnosos labios mientras él se deja guiar por mí y aparte intenta quitarme el seguro de mi lencería. Me estreso y quito sus manos de mi espalda y las coloco en mi cintura.

-Mira que no saber cómo se desabrocha un sujetador.- Digo yo mientras poco a poco me lo voy quitando.

-Es mucho mejor ver cómo te lo quitas.- Observa mi pecho desnudo.

Se acerca a él y lo besa con cuidado, intentar contener mis gemidos y mi excitación es algo imposible, todavía no lo siento dentro de mí y creo que ya he llegado al clímax. Su lengua sube hacía arriba y busca la mía. Entre besos nuestras últimas prendas son lanzadas por la arena. No quiero ni imaginarme después para encontrarlas.

Y llega el momento en que él se introduce dentro de mí, en que yo me agarro a él y dejo caer un suspiro satisfactorio. De nuevo, una vez más. Él se mueve en mi interior y yo beso su exterior. Sumergida tanto en él y yo, en ese momento que estamos en la mejor parte tengo que recordar que debo respirar. Qué no debo darle toda la parte de mí aunque lo esté deseando. Qué aquí quién lleva el control soy yo pero, son tantas las cosas y el deseo es tan grande qué solo puedo decir su nombre en pequeños gritos y dejarme llevar por él y por sus caricias.

-Vuelve a hacerlo.- Dice él en un susurro.

-¿El qué?- Estás dos palabras tan simples han sido un mundo tenerlas que nombrar, me falta aire en los pulmones de tantos gemidos que intento reprimir y de tantos besos que recibo de él.

-Gritar mi nombre.- No puede evitar desprender una pequeña sonrisa mientras hecha atrás mi pelo. Besa mis labios.

-No.- Muerdo su labio inferior y lo provoco para que no pare. Para no dejar de sentir está sensación y estos sentimientos que me amarran a él.

Los segundos transcurren y no sé el tiempo que pasa él dentro de mí y el tiempo que paso gritando el dolor y a la vez la excitación que transmite en mí.

Cuándo creo que mi cuerpo se ha quedado sin fuerzas el suyo empieza a reducir la constante acción de introducirse en mí. Sus labios que han sido devorados por los míos y viceversa expulsan tres palabras complicadas para que yo pueda analizar.

-Te quiero Naiara.-

Proyecto chico malo, en marchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora