Capítulo 20

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Miro al cielo y veo estrellas brillar. Ojala su brillo me enviarán una señal, una explicación, una pista, lo que fuera. Algo que me ayudará con este lio que tengo en la cabeza. ¿Por qué justamente ahora que las cosas iban tan bien tenían que haberse girado? ¿Porqué ayer Izan me llevo a ese faro? ¿Por qué tenía que provocar a Jake robándole la plaza del parquin? ¿Por qué tuvo que besarme? ¿Porqué...?

Tengo el móvil en mis manos, esperando su llamada. Me ha dicho que vendría a verme pero,... sí sus padres se han enterado de su pelea en el descanso, puede darlo por hecho que no tendrá vida social hasta los treinta años. La verdad es que no sé cómo mirarle ahora, cómo hablarle, que hacer si vuelve a intentar besarme. ¡Ah! Qué asco de vida. Para que luego digan que las mujeres somos las complicadas ¡Ellos nos complican a nosotras!

Necesito un poco de aire para que me refresque las ideas así que me levanto de mi cama rosa y salgo al balcón. Apoyada en la barandilla, con cara pensativa pero sin pensar nada espero a que la pantalla de mi teléfono milagrosamente parpadeé y emita una luz. De lejos se escucha un redoble de motores, puedo asegurar que es la de una moto. La de su moto.

-¿Bajas?-

-¿Con este vestido? Lo llevas claro.-

-Sal por la puerta.-

-Izan, son las doce de la madrugada y mañana hay clases no me dejan salir por la noche entre semana.- Digo casi en un susurro para evitar que mis padres no me escuchen.

-¡¿Qué?!- Lo he dicho tan flojito que no me ha escuchado. Me río.

-¡Sh! Cállate, te escucharán.- Quiero convencerme de mi misma que esto no lo han escuchado.

-Vale, cómo no bajas y yo des de aquí abajo no me entero de nada voy a subir.-

-¡Ni se te ocurra picar a casa! ¡Te mato Sierra!- Esto sí que hay un setenta y cinco por ciento que mis padres lo hayan escuchado.

-Vale, pues subo por la enredadera.-

-¡Que ni se te pase por la cabeza.-

Izan deja su casco encima de la moto y se baja de ella. Cuando iba a volver a gritarle que no hiciera estupideces ya es demasiado tarde, está trepando cómo un mono. En pocos segundos toca el hierro de mi barandilla. Pasa primero una pierna y después la otra.

-Listo ¿Qué decías?-

-Que eres un IM-BÉ-CIL.-

-¿Y para eso me jugado la vida? Yo pensaba que me ibas a pedir que huyéramos juntos del país.-

-No te flipes amigo.- Le doy dos toquecitos en una de sus mejillas.

El cierra los ojos pero no tarda en abrirlo y en reírse conmigo. Era tan dulce. Entramos dentro a mi habitación. Él se sienta en la silla de mi escritorio y yo me quedo en el centro de la habitación dispuesta a ser informada con todo detalle sobre su visita con el director Burdock, junto con Jake, nuestra tutora y con el profesor Germán.

-¿Qué te han dicho?- Izan deja de jugar con un ratón que tengo en mi habitación unido a un muelle y me mira.

-Me han suspendido de clases tres días.- Dice con una sonrisa de oreja a oreja.

-¡Ah! ¿Y te alegras?-

-Claro que no pero, mejor tomárselo de buen humor, además cómo Germán ha pillado a Jake encima mío supuestamente yo soy la víctima y a él lo han suspendido toda la semana. Incluido el partido del sábado.- Izan mueve sus cejas de arriba abajo.

-¿Y?-

-¿No lo entindes Naiara? Entrenaré por mi parte martes, miércoles y jueves. Viernes ya volveré a las clases y podré entrenar con el equipo y el sábado llevo a nuestro instituto a las finales.- Una vez finalizado su perfecto plan se ha levantado y está delante mío.

Proyecto chico malo, en marchaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora