13. Mi mujer

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—Entonces... ¿Posición adelantada es lo mismo que un fuera del lugar? —Alexandra miraba confundida a Max.

Ambos habían acordado ver el clásico Bayern Munich vs. Borussia Dortmund en el departamento de Max. Alexandra le había comentado que lo único que probablemente entendía era un gol y, si podía distinguirlo, una falta. Max se había encargado de explicarle algunas cosas muy básicas que consideraba esenciales, asistencias, tiro libre, tiro de esquina pero aún se encontraba confundida con la posición adelantada.

Max rio y la abrazó.

—Creo que el futbol no es tu mejor amigo.

—Quiero aprender —insistió—. No a jugar pero al menos la cuestión que puede considerarse "teórica".

—Prometo explicarte, preciosa, pero otro día —besó su frente.

Alexandra se recargó contra su pecho mientras lo seguía abrazando. El partido aún no comenzaba pero Max quería ver los comentarios previos sobre el partido entre ambos titanes. Podía notar que él se encontraba totalmente concentrado en la televisión, definitivamente el futbol era como su otra mitad pues recibía su atención, literal, las veinticuatro horas del día.

—¿A quién apoyas? —preguntó Alexandra desconcentrándolo por un momento.

Esa era una buena pregunta.

—Ambos equipos tienen muchos puntos a favor. En verdad, nunca apoyo a uno a otro y solo disfruto del espectáculo que dan pero digamos que tengo cierta preferencia por el Bayern Munich, además, llevan una racha de siete partidos invictos, probablemente hoy aumenten ese número.

El Bayern Munich no necesitaba presentación alguna. A pesar de que jamás había estado tan cerca del mundo del futbol como se encontraba ahora, sabía perfectamente que ese equipo era el más representativo y destacado de Alemania en la actualidad.

El primer tiempo comenzó y los ojos de Max parecían estar clavados en la pantalla. Alexandra observaba sin entender mucho pero no le parecía algo aburrido como muchas chicas calificaban al deporte. Los comentaristas mencionaban apellidos como Reus, Neuer, Müller o Aubameyang, los cuales ya había escuchado antes. Manuel Neuer era el portero de la selección alemana y no saberlo podía ser considerado como un pecado e Ilsa solía hablar de un tal Marco Reus por el que moría.

Poco antes de terminar los 45 minutos, el Bayern anotaba el primer gol que había sido difícil de conseguir. Las reacciones de Max eran únicas y Alexandra solo reía al verlo; maldecía cuando se marcaba una falta o un disparo no entraba a la portería.

El medio tiempo solo sirvió para que Max no dejara de besar a Alexandra desesperadamente y presionara con fuerza su cintura o alguna otra parte de su cuerpo.

—Creo que el futbol no te relaja tanto —Alexandra rio un poco incómoda.

Ella solo le estaba sirviendo para desquitar la frustración que sentía por el partido.

Max suspiró pesadamente.

—Lo siento, ¿estás bien?

—No te preocupes —acarició su mejilla.

Ese tipo de impulsos eran difíciles de controlar. La adrenalina que sentía su cuerpo se había acumulado por tantos minutos que no se había dado cuenta de cómo estaba tratándola.

Al regreso, el segundo tiempo fue mucho más relajado a comparación del anterior y el partido finalizó con el 1 – 0 marcado en el primer tiempo. Max se quedó a escuchar todavía los comentarios y el análisis del partido, Alexandra había ido a la cocina para tomar algunas frituras y algo de tomar. Volvió al sofá con Max y comió un poco de lo que había servido en un tazón.

Cuando todo el alboroto terminó, él apagó el televisor.

—Fue un buen partido —afirmó.

Alexandra no podía complementar su respuesta ya que no quería decir algo equivocado y quedar como tonta en lugar de lucirse.

—¿Quién anotó el gol? —preguntó en vista de no recordar el nombre del jugador.

—Lewandowski.

—Creo que he escuchado de él antes.

Probablemente Felix lo había nombrado ya que él también era un gran aficionado del futbol.

—Todo el mundo lo ha hecho. Es polaco y es una máquina para hacer goles —Max parecía admirado.

Continuaron hablando un poco más sobre el mismo tema pero, esta vez, del Schalke 04. Max le había dicho que a pesar de haber recibido algunas ofertas de otros clubes, aún quería permanecer más de tiempo con el equipo ya que sabía que podía darles buenos resultados además, dejar el club profesional con el que había debutado era también un poco difícil viéndolo desde el ángulo sentimental. Le dijo que la última proposición que había tenido la había hecho el AC Milán de Italia no más de cinco semanas atrás pero no se sentía preparado para hacer un cambio tan drástico.

—Italia debe de ser grandiosa —Alexandra sonreía ampliamente.

—Y lo es —afirmó—. Tiene muchos atractivos turísticos y su futbol es increíble. Si me hubiese marchado, te hubiera llevado conmigo.

Alexandra rio.

—Hace... ¿cinco semanas? No nos conocíamos tanto.

Lo hubiéramos hecho en Italia.

Max inyectó un doble sentido a la frase y las mejillas de Alexandra su ruborizaron al captarlo. No haría ningún comentario al respecto pero la situación la incomodó un poco.

—¿Te gustaría ir a un partido del Schalke? —Max cambió de tema al darse cuenta de lo que había provocado en ella.

Jamás lo había pensado pero no iba a desperdiciar una oportunidad para hacerlo.

—Sí, claro —aceptó con entusiasmo.

—Bien —Max tomó su mano y besó el dorso de esta—. Mañana te daré un boleto para el partido del martes y una playera del equipo.

—¿Qué? No, no, no.

Era muy pronto para asistir debido a que aún no terminaba las clases pero lo que realmente no quería era que le regalara una playera.

—¿Qué pasa? ¿Ya tienes un jersey? —Max no comprendía el por qué de su negación.

—No, no es eso. No hace falta que sea tan pronto y tampoco que me des una playera de tu equipo, son algo caras. Al menos... Déjame comprarla.

¿En verdad Alexandra se negaba a un regalo tan simple como una playera de futbol? Ya había aceptado la gargantilla y podía aceptar una prenda sin tanto valor. La mayoría de las mujeres se dejaban querer cuando un hombre satisfacía sus gustos materiales o tenía detalles con ellas pero Alexandra resultaba ser muy difícil en ese sentido.

—La tienda del Schalke me regala artículos con mi dorsal.

—Max, no me gusta que me des regalos tan costosos —Alexandra se encontraba apenada.

—Cuando se trata de mi mujer, no hay nada costoso.

La estaba mirando directamente a los ojos y sus palabras le causaron un tremendo escalofrío. No sabía si emplear el término "mi mujer" era correcto cuando él no le había propuesto serlo pero encontraba lindo que lo hiciera, sin embargo lo más importante era que se sentía especial por el hecho de ser la mujer de Max Meyer.

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¡Hola, chicas!

Estuve todo el día fuera de mi casa y había querido subirles un capítulo desde más temprano pero cuando paso el día con mis hermanos nunca puedo predecir qué va a pasar jaja. 

Sé que siempre se los digo, pero trataré de actualizarles mañana y si no, pasado :)


Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora