29. Sorpresas de cumpleaños

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Los días pasaron y las cosas habían vuelto a la normalidad. Alexandra estableció una tregua mental e hizo su mayor esfuerzo para no discutir con su madre durante el resto de los días de vacaciones. Poco antes de regresar a Gelsenkirchen, había vuelto a pedirle perdón a su madre y ella se lo había otorgado; y Felix le pidió que solo por mantener a su madre contenta, tratara de obtener mejores calificaciones. Alexandra tomó el tren de regreso desde Offenbach y llegó a su hogar el domingo 12 de abril. Max y ella se reencontraron esa misma noche y decidieron dormir en el departamento.

Parte de las siguientes dos semanas fueron de exámenes y pruebas para Alexandra hasta que el 24 de abril llegó su cumpleaños. Sintió besos en todo su rostro y con esfuerzos abrió los ojos para encontrarse con Max y sus brillantes ojos verdes.

—Feliz cumpleaños, mi amor.

Alexandra sonrió, se enderezó de la cama y lo abrazó por el cuello. Max pasó sus dedos por su castaño cabello y luego llegó hasta su espalda.

—Gracias —pronunció Alexandra.

Max la besó con suavidad y ella se dejó llevar, parecía que no habían tenido suficiente con la noche anterior pues hicieron el amor rápidamente antes de comenzar a hacer sus actividades diarias. Luego tomaron un baño juntos y mientras iban camino a la universidad de Alexandra comían barras de cereal pues el tiempo ya estaba encima de ellos.

—Pasaré por ti a las 3:30 pm, te dejaré en tu casa y después iremos a cenar cerca de las 8 de la noche, ¿está bien? —dijo mientras entraba al campus de la escuela.

—No es necesario, puedo ir en autobús —Alexandra se desabrochó el cinturón de seguridad.

—Es tu día, déjame hacerlo —se detuvo y la miró.

—Bien —sonrió—. Entonces, nos vemos en un rato —lo besó en los labios a modo de despedida.

—Adiós, te quiero.

Alexandra bajó del auto y entró a la facultad, se dirigió a su salón y tomó asiento, tenía mensajes de sus papás deseándole un buen día y de algún conocido que recordaba la fecha. Durante la primera clase todos sus compañeros la felicitaron y cantaron la típica canción de "feliz cumpleaños". En el receso se sentó en el césped al aire libre para terminar trabajos pendientes, percibió a alguien que se acercaba a ella y levantó la vista, se encontró a Ilsa que caminaba directo al lugar en donde ella estaba. La miró a los ojos, no pensaba dejarse dominar nuevamente por ella e iba a encarar cualquier acusación que le hiciera.

—Hola, Alex —Ilsa le sonrió.

—Hola —contestó con tono neutro.

Tomó asiento a su lado y extendió sus brazos para estrechar a Alexandra quien recibió el abrazo desconcertada.

—Quería felicitarte personalmente.

Alexandra alzó una ceja.

—Uhm... Gracias —fingió una sonrisa.

—Aunque no lo creas, lo estoy diciendo sinceramente.

—Ilsa...

Se estaba negando a creer que Ilsa se acercaba a ella con otro tipo de intención que no fuera dañar con palabras.

—Me superaste —dijo rápidamente—. Sé que tú y Max están juntos —los colores de Alexandra se desvanecieron y sus ojos se abrieron en señal de sorpresa—. Hey, tranquila, si te lo digo es porque te tengo respeto.

—No sé a qué te refieres.

—He tenido la fortuna o desgracia de tener muchos chicos pero nunca uno del calibre de un futbolista. Con todo y tu ingenuidad lo atrapaste —Alexandra frunció el entrecejo—. Lo digo en el buen sentido, Alex. Nunca creí que lo harías pero en verdad me da gusto y sabes que mi orgullo es tan grande como el tamaño del mundo como para aceptar y decirte esto.

Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora