11. La primera vez

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Alexandra tenía muchos más nervios que todas las ocasiones anteriores pues, no estaba segura de qué iba a hacer y cómo actuar cuando estuviera en el departamento de Max. Después de la cena del sábado, habían vuelto algo tarde a Gelsenkirchen y se habían despedido sin ninguna promesa de verse pronto. Durante los días siguientes Alexandra no había tenido noticias de Max y ella había preferido no atosigarlo con algún mensaje.

Para el miércoles en la noche, Alexandra estaba al borde del llanto debido a que se atrevía a asegurar que Max jamás la volvería a buscar y a pesar de que trataba de hacer memoria de si había hecho algo malo mientras habían salido, no lograba obtener alguna respuesta de su cerebro. Pero la incertidumbre y el miedo se desvanecieron cuando él apareció casi a media noche en la casa de Alexandra con el uniforme de entrenamiento del Schalke y la gorra negra de los Yankees que siempre usaba. Había estado ocupado además de que acababa de regresar de Grecia después de haber jugado un partido contra el Asteras Tripolis de la Europa League. Solamente conversaron un poco y se despidieron debido a que ambos tenían cosas que hacer al día siguiente.

El viernes por la noche, Max había ido nuevamente a la casa de Alexandra donde vieron una película en la habitación de ella. A pesar de que al principio había sido muy incómodo, se sintió a gusto después de que Max la estuvo abrazando la mayoría de la película.

Habían quedado de salir a cenar el sábado y así fue. La siguiente semana Max la había ido a visitar la mayoría de los días entre la tarde y la noche e inclusive le había ayudado con algunas tareas sencillas de investigación pero una semana después él le había propuesto ver películas en su departamento pues tenía el fin de semana libre.

Alexandra realmente estaba temerosa de equivocarse en algo pues sería la primera vez que conocería el lugar en donde Max vivía. Él le había dicho que estaba solo ya que sus padres aún vivían en Oberhausen y que no había problema con alguna persona del lugar. Sabía que su vestimenta no debía ser demasiado formal pues a lo que ella esperaba estarían sentados probablemente en un sofá o una cama y no precisaba de ropa elegante.

Unos golpes en la puerta avisaron que había alguien detrás de ella, quien seguramente era Max. El reloj indicaba un cuarto para las 4 pm y él se encontraba impecable como siempre. El día era frío y él estaba completamente abrigado, mientras que ella usaba un saco de color negro con una bufanda a juego, jeans ajustados y unas botas de color caramelo.

Max la tomó de la cintura sin decirle nada y buscó sus labios con urgencia. Que él la besara ya no le resultaba extraño y mucho menos incómodo, incluso ella también se atrevía a hacerlo. Subieron al auto de Max y comenzaron a platicar acerca de ellos. Alexandra le comentaba que en menos de dos semanas regresaba a Offenbach para pasar el descanso de invierno en casa con sus padres pero que antes de eso debía terminar algunos proyectos finales para la evaluación del semestre universitario. Él escuchaba atentamente sus palabras y después le dijo que también planeaba ir con sus padres en esas pequeñas vacaciones pero que debía volver para los primeros días de enero ya que debía entrenar con el equipo.

Por estar hablando, Alexandra no se había percatado de que habían entrado a un sector privado de la ciudad y después divisó un gran edificio que seguramente era en el que vivía Max. Él le había dicho que vivía en un complejo departamental y, sin que lo mencionara, intuía que era muy caro y exclusivo por la apariencia del lugar. Entraron al estacionamiento subterráneo del edificio y Max estacionó su auto. Bajaron del coche y él la tomó de la mano. Se dirigieron a un ascensor y Max marcó el botón con el número 8 para subir hasta el octavo piso.

Alexandra estaba comenzando a transpirar por los nervios y sentía algo de miedo por encontrarse ahí. El elevador se detuvo y se abrió, estaban situados en un pasillo que solo tenía una puerta en cada lado de la pared que lo conformaba. Max sacó unas llaves de su bolsillo y se dirigió a la puerta del lado izquierdo, la abrió y encendió un interruptor de luces que estaba a un lado de la pared del interior.

Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora