La lluvia golpeaba contra las ventanas de la casa y Alexandra miraba las gotas resbalar por el cristal, eso siempre le recordaba a Felix y cómo es que lo había conocido, sin embargo, en lugar de encontrarse nostálgica por ese hecho, se sentía bien pues había hablado con él un par de días atrás y un peso menos se había liberado de sus hombros.
Le había dicho que él y Gisela se encontraban distantes desde aquella noche que ella les había confesado que estaba embarazada, pues para su madre había significado un gran golpe saber que su única hija le había fallado a sus principios. También le contó que él se sentía culpable por no haberla buscado antes pero sencillamente no se atrevía a hacerlo pues aunque él fingiera, se había sentido traicionado y decepcionado. Alexandra le pidió perdón por todas sus fallas pero sobretodo suplicó que le dijera a su madre que la amaba y que si deseaba conocer a su nieta, ella se encontraba en Offencbach y podía darle su dirección. Él ya la había visitado y su encuentro no había sido otro más que emotivo y desgarrador al mismo tiempo, sin embargo, Alexandra sintió que su alma sanaba poco a poco después de haber recibido un cálido abrazo de su padre, el hombre con el que no compartía algún lazo sanguíneo pero le había dedicado el alma y el corazón para hacerla feliz.
También, Felix ya había conocido a Lea y se había enamorado de ella con solo verla, tampoco pudo reprimir sus lágrimas al cargarla y rozar los labios con sus suaves mejillas. Pero lo que sí le había hecho una herida permanente al corazón de Alexandra fue cuando él le preguntó si le pediría a la pequeña que lo llamara abuelo en el futuro. Él se tenía más que merecido ese privilegio y entonces, ella aprovechó para agradecerle todo lo que nunca había pronunciado en años, desde su infancia hasta su casi adultez.
Pero, en esos momentos, ella se encontraba rondando de un lado a otro dentro de la habitación sintiéndose culpable después de aproximadamente un mes; sabía que había hecho muy mal al irse del departamento de Max mientras él se encontraba jugando en otra ciudad pero si no lo hacía de esa forma, jamás se liberaría de sus incesantes pretextos para seguirla manteniendo a su lado.
A pesar de que había pasado los últimos meses de embarazo y los días post-parto con él, no podía permanecer más tiempo a su lado. Le lastimaba que Max hubiera dudado de ella desde el principio pero el hecho de que la prueba de paternidad hubiese resultado positiva y él no le hubiera pedido perdón en ningún momento, había terminado por acabar con su dignidad. Por otro lado seguían viviendo como una "familia" en la que el padre se dedicaba a trabajar y la madre a las tareas del hogar; y ella no pretendía que aquello continuara así.
Alexandra fue a sentarse en la cama a una distancia considerable de la pequeña Lea mientras la observaba con los ojos llenos de ternura; era su hija y nada ni nadie en el mundo podía decirle lo contrario. Puede que no haya tomado las mejores decisiones y que su pequeña formara parte de las lecciones que se estaba llevando pero nunca se arrepentiría de haber vivido todo lo que pasó pues ella era resultado del primer y único amor de su madre; y ahora, esa diminuta infanta era su motivo de vida.
Por más que deseaba odiar a Max no podía, al contrario, un dolor se acumulaba en su pecho cada que se atrevía a recordar su nombre. A pesar de todo, lo amaba con cada parte de su ser que él había tocado y lo más triste era que, estaba segura, así sería hasta su último día; su piel aún reclamaba esas profundas caricias que la habían hecho sentir mujer por primera vez, su alma necesitaba ser enmendaba con los suaves besos que sólo él sabía darle, su corazón pedía a gritos que volviera a decirle que la quería aunque todo fuese una mentira. Ya no maldecía la hora en que lo había conocido y tampoco deseaba que nada hubiera ocurrido, pasó momentos inolvidables con él y estaba segura que tendría buenas historias qué contarle a Lea cuando creciera.
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Pregúntame si te amo (Max Meyer)
FanfictionLa pregunta no era cuántas veces la había tenido en su cama, sino cuántas veces la había amado realmente.