18. Cómo conocí a tu madre

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Las hojas de los árboles se movían de un lado a otro a causa del frío aire que corría en la ciudad. Las personas iban y venían andando con urgencia debido a las últimas compras navideñas que estaban realizando y las tiendas locales se encontraban abarrotadas. Alexandra había decidido salir a dar una vuelta debido a que Felix recibió una llamada de última hora de la constructora para la que trabajaba y su madre se encontraba en proceso de la cena de navidad y odiaba que se entrometieran en la cocina con ella.

Tomó asiento en una de las bancas del parque cercano a su casa y sonrió al ver el ambiente al que estaba acostumbrada y no se había dado cuenta cuanto extrañaba. Sorbió al café que acababa de comprar y sacó su teléfono que había comenzado a sonar dentro de su bolsillo.

Era Max. Su rostro se iluminó más de lo que ya estaba y respondió con entusiasmo.

—¡Hola, Max!

La aterciopelada voz entró al oído de Max y le causó una sonrisa instantánea.

—Hola, preciosa, ¿cómo estás?

—Bien... pero te extraño —pronunció con nostalgia.

—Yo igual. Ya quiero verte —se mordió el labio con solo imaginarse qué harían en cuanto la tuviera con él.

—Regresaré el 9 de enero, mamá no quiere que me vaya tan pronto y eso que todos los días hay algo nuevo por lo cual pelear —rio.

—En el fondo te quiere —complementó Max.

—Y no lo niego pero en verdad es difícil vivir con ella.

—Aguanta unos cuantos días más, mi amor.

Alexandra se sonrosó y sonrió ampliamente.

—Eso haré.

Max suspiró.

—Bien, entonces... hablamos después. Que pases una feliz navidad, Alexandra, te quiero.

No quería colgar, en esos momentos quería estar a su lado y que la abrazara estrechamente como siempre lo hacía.

—Igualmente para ti, Max. Te quiero mucho más.

Colgó la llamada y Max se tiró en su cama.

—¿Tu novia?

No se había percatado que la puerta de su habitación se encontraba abierta y su padre había escuchado su conversación.

—Una amiga —Max lo corrigió.

Alexandra no era su novia porque él no se lo había pedido y en verdad no deseaba hacerlo. Odiaba poner un nombre a sus relaciones después de haber terminado con Michelle, era por eso que con Alexandra solo se limitaba a llamarla como "su mujer". Podía ver cómo los ojos de ella se iluminaban cada que la proclamaba así y creía que no se equivocaba, ella se había convertido totalmente en su mujer después de haber tenido relaciones.

—¿Con derechos? —su papá rio un poco.

Max alzó una ceja.

—¿Tú qué sabes de eso, papá?

—Ahora estoy viejo pero tuve tu edad, Maximilian. No me subestimes —volvió a reír.

—Papá, ¿qué tanta libertad tuviste si te casaste a los 24? —Max no creía lo que su padre decía.

Achim, el padre de Max, se recargó en la pared y cruzó los brazos.

—Hice lo que quise hasta que conocí a tu mamá.

Pregúntame si te amo (Max Meyer)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora