Las puertas del tren se abrieron y algunos pasajeros descendieron de las cabinas. Alexandra puso un pie de nueva cuenta en el lugar que la había visto crecer desde su nacimiento, Offenbach. Recogió sus maletas y tomó un taxi a las afueras de la estación de trenes, indicó al chofer la dirección de su casa y esperó pacientemente a llegar a ella.
Deseaba ver a Felix y a su madre después de tantos meses sin hacerlo. El auto entró a la calle en que vivían y se estacionó frente a la casa, el chofer le ayudó a bajar su equipaje y justo en el momento que le pagó el servicio, la puerta de su hogar se abrió.
—¡Alexandra! —su madre salió disparada de la casa para abrazarla.
—Hola, mami —respondió algo avergonzada por el recibimiento.
Gisela la abrazó con fuerza y besó sus mejillas.
—Estaba desesperada por verte, mi vida.
Al parecer, su madre se encontraba de buenas.
—Yo también, ma.
—Vamos, entra a la casa, Felix está igual o peor que yo.
Alexandra rio. Entre su madre y ella metieron las maletas a la casa y las dejaron a un lado.
—¿Es Alexandra? —una voz masculina gritó bajando las escaleras.
Felix apareció en el recibidor de su hogar y sonrió ampliamente cuando vio a su hijastra frente a él.
—¡Papi!
Alexandra fue directo a abrazarlo pero Felix la tomó por las piernas y la elevó en el aire, cosa que la lastimó ya que el dolor que le había dejado aquella noche con Max aún no desaparecía del todo.
—¡Mis piernas! —se quejó inevitablemente.
Felix la puso en el suelo.
—¿Estás bien, Alex? ¿Te lastimé?
¿Ahora qué se supone que iba a inventar?
—No te preocupes, Felix. No pasa nada.
—Alexandra, ¿por qué te duelen las piernas? —preguntó Gisela
Su madre la miró sospechosamente, no sabía cómo intuía que se trataba de un dolor que no había sido generado en el momento.
—El otro día me caí y... creo que me lastimé, pero no es nada grave —dijo tratando de convencerse a sí misma.
—¿Segura que estás bien, Alexandra? ¿No quieres que te revise un doctor? —Felix se notaba preocupado.
—No se alarmen, es un simple dolor que se tiene que pasar —trató de tranquilizarlos.
—En caso de que no sea así, nos lo tienes que decir, Alex —Felix sentenció.
—Lo haré —aseguró Alexandra para cortar ese tema de conversación.
Los tres se dirigieron a la sala en donde se sentaron y comenzaron a platicar acerca de todo lo ocurrido. Alexandra les contaba con entusiasmo algunas experiencias que había vivido en la universidad, su madre la recriminaba de vez en cuando cada que ella mencionaba alguna situación en la que había fallado u obtenido un mal resultado.
—Supongo que has hecho más amigas, ¿o no, Alexandra? —preguntó su madre.
—Uhh... no —Alexandra comenzó a morder una de sus mejillas por dentro con nerviosismo.
—¿Qué hay de las chicas de las que nos habías contado? —Felix preguntaba sin la misma intención que su madre.
Era hora de decirles a ambos lo que había ocurrido pero omitiendo muchos detalles entre ellos los de Max.
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Pregúntame si te amo (Max Meyer)
FanficLa pregunta no era cuántas veces la había tenido en su cama, sino cuántas veces la había amado realmente.