Capítulo 39: Milagro de Navidad

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Canciones para este capítulo: 

Fall-ed (Ed Sheeran) 

High Hopes (Kodaline) 

-Hola, señora McCallister-saludé a mi vecina cuando salí al jardín a quitar la nieve de la entrada de la cochera.

-Trevor, querido ¿Cómo se encuentra tu abuela?

-Mejor, gracias a Dios. Esta tarde iré a visitarla-le respondí. Clavé la pala en una pequeña montaña de nieve y apoyé mi codo en la punta.

-Mándale mis saludos, cariño. Estoy rezando mucho por su familia ¿Qué harán para navidad?

-Los doctores dijeron que podré buscarla mañana para que pueda estar aquí, pero ante cualquier señal de que se encuentre mal, debo llevarla nuevamente al hospital.

-Cualquier cosa que necesites házmelo saber, Trevor-me dijo con una sonrisa y yo le agradecí imitando su gesto- ¿Penny está al tanto de todo esto?

-Sabe que nuestra abuela está enferma, pero intento mantenerla alejada de todo. La llevo al hospital los días en los que mi abuela mejor se encuentra. Pero los niños no son tontos, saben más de lo que nosotros creemos, y entiende que está enferma y lo suficientemente mal como para no poder estar en casa con nosotros.

-¿Y qué sucederá si...ya sabes?-me preguntó dudando si podía hacerme ese tipo de preguntas. Le ofrecí una sonrisa débil para calmar su duda, aunque su pregunta provocaba un inmenso dolor en mi pecho.

-Llamé a algunos jueces de menores para informarme, y todos me dijeron que es casi imposible que yo pudiera tener la tutoría de Penny. Mi tía en Illinois no puede hacer mucho al respecto. Ella no puede venir hasta aquí, pero nos dijo que nos ayudaría en lo más que podría. Pero no quiero que Penny se vaya a ningún lado, haré lo posible para que se quede aquí conmigo.

La señora McCallister posó sus dedos fríos contra mi mano y me ofreció una mirada alentadora, diciéndome todo y ofreciéndome todo su apoyo con tan solo su mirada. Le sonreí asentí.

-Debo irme, Trevor. Mi vuelo sale en unas horas.

-¿A dónde irá?-le pregunté quitando la pala hundida en la nieve.

-Viajaré hasta Nueva York para navidad.

-Vaya, Nueva York-le dije con una sonrisa-. Disfrute, señora McCallister. Y feliz navidad.

Ella me sonrió y agitó su mano antes de irse. Clavé con dureza la pala en la nieve, y comencé a quitarla del camino. Luego de mucho trabajo monótono, logré ver el suelo gris. Penny salió hasta donde me encontraba yo.

-Trevor, ven adentro, está frío ¿Quieres que preparemos chocolate caliente?

-Me encanta la idea.

Esa tarde, luego de visitar a mi abuela por el hospital y que el doctor me confirmara que podría buscarla para noche buena si su salud sigue progresando, fui hasta el supermercado para hacer compras navideñas. Con el bono que el viejo Bill me pagó este año, decidí comprarle a Penny el iPod que tanto quería y unos cuantos libros a mi abuela. No sé qué diablos cocinaré mañana para noche buena. La cocina terminará en llamas y terminaremos comienzo pizza congelada, pero de todas formas decidí comprar verdura y carne, tal vez junto con Penny podremos descifrar algo de los misterios de la cocina, y no moriremos en el intento. Guardé todas las bolsas en el baúl del viejo auto de mi abuela, y conduje nuevamente hasta casa. El sol ya comenzaba a bajar.

-Hola, Penny-saludé a mi hermana que se encontraba viendo televisión, mientras quitaba los rastros de la nieve que comenzaba a caer afuera.

Dejé mi abrigo y mi gorro en el perchero junto a la puerta y caminé hasta el sillón para sentarme junto a ella. Penny envolvió sus pequeñas manos en las mías para calentarlas y yo sonreí ante su dulce acto. Desde que mi abuela se encuentra internada, Penny y yo nos hemos vuelto más unidos que nunca. Nunca nos llevamos mal, pero de alguna forma, ahora nuestra relación es distinta. El sonido del timbre nos distrajo y no tardé en ponerme de pie. Caminé hasta la puerta y me encontré con Connor y Haven parados del otro lado. Copos de nieve reposaban delicadamente sobre sus hombros. La nariz de mi amigo estaba completamente roja, y no tarde en hacerme a un lado para dejarlos entrar.

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