Epílogo

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Tres años después.

Como todas las mañanas, la alarma de mi despertador me obliga a abrir los ojos, me levanto y me dirijo al baño a darme una ducha.
Me apresuro a la cocina para preparar mi desayuno antes de que llegue Raziel, luego de comer, vuelvo a subir al baño a lavar mis dientes.
Todo ha marchado a la perfección, he echo nuevos amigos, me siento con más ganas de vivir y todo se lo debo a Raziel, no sé que estaría haciendo en estos momentos sin él. Finalmente estoy lista de pies a cabeza, me siento en mi sofá a esperar, hago un esfuerzo por controlar mis nervios, mi corazón esta a punto de explotar, hoy es el día en el que empezaremos a vivir juntos como una pareja, prepare mis cosas un día antes, todo estaba listo.
Una, dos, tres veces suena mi timbre, casi como un resorte, me levanto de mi sillón, estaba a punto de salir a la puerta pero me di cuenta de que faltaban las llaves en mi bolsillo, como rayo corrí, desacomodo las cobijas de mi cama, la mesa de mi cuarto estaba vacía, me dirigí al baño y obtuve el mismo resultado, baje casi rendida y las vi en la mesa donde hace un rato había desayunado, no tuve tiempo de pensar en un comentario sarcástico para mi misma, tome mis llaves y corrí a la puerta, abri la puerta.

-Hola -me saludo sonriente-.

-Hola -le respondí nerviosa y tratando de que no me temblara mi voz-.

-¿Lista? - yo asentí -, ¿y las maletas?.

-Am... - lo más tranquila y normal que pude fui por ellas -.

Salí, afuera había una camioneta color negro, primero dejamos mis maletas en la parte de atrás, luego subimos.
Nos detuvimos en una casa, un poco más grande a la que yo tenía.

-Espera me aquí, ¿de acuerdo princesa? -me dijo -.

-Esta bien - le respondí nerviosa -.

Salió de la camioneta, sacó mis maletas y se fue a la casa, metio las maletas por la ventana y el se metio del mismo modo, eso fue lo más extraño que he visto en todo el día, aunque para ser honesta, es divertido verlo hacer eso. Después de un rato salió por la puerta, muy pegado a la puerta, ¿acaso quería que no viera absolutamente nada del interior de lo que sería mi nuevo hogar?.

-Listo -dijo después de cerrar la puerta y encender la camioneta-.

-¿Qué fue todo eso? - me hice la confundida-.

-Ya verás - fue todo lo que dijo-.

Empezó a manejar, de vez en cuando me quedaba pérdida observando por la ventana las casas y las tiendas que poco a poco han estado creciendo con el paso del tiempo, otras veces miraba de reojo a Raziel, desde que lo conozco he visto que le encanta vestir de negro y en pocas ocasiones lo he visto con playeras de diferentes colores, hoy estaba vestido con una camisa negra, no muy pegada al cuerpo, sus pantalones también eran negros, pero estos, al menos para mi, quedaban considerablemente ajustados a los que usaba frecuentemente, era oficial, este día es y siempre será especial.

Légamos a las afueras del pueblo, Raziel dejó estacionada la camioneta, pasamos por la enorme puerta y salimos al exterior a pie.
Luego de caminar unos pocos minutos, adelante, había una manta sobre el pasto y encima de ella estaban dos platos, vasos; en medio había un plato con varias tortas, al lado estaba una garra roja.

-¿Te gusta? -me pregunta Raziel-.

-Me encanta, es un lindo detalle Raziel, gracias -acerque mi rostro a Raziel y le di un beso en la mejilla-.

Torpemente mis brazos estaban temblando de la emoción y los nervios.
Note que Raziel no tocaba la comida, estuve a punto de preguntar, pero recordé lo que es, lo que somos, me alegro de no haber perdido la necesidad de consumir más alimentos y bebidas para poder satisfacer mi hambre pero no quita el echo de que siga necesitando beber la sangre por lo menos una vez al día.
Cuando termine con la comida, recogimos las cosas y nos mantuvimos acostados, observando las esponjosas nubes que flotan sobre nuestras cabezas, escuchando el pequeño canto de algunas aves que rondaban por la zona, la brisa era agradable y fresca, di un respiro tan profundo que sentía como se llenaban mis pulmones.
Involuntariamente me pregunte en que estaría pensando Raziel, esta muy callado y noté que lucía nervioso, también se estaba retorciendo, lentamente pero a la vez desesperada, las piernas como si quisiera un baño con urgencia.

-¿Te pasa algo? -pregunte tranquilamente-.

Se detuvo a pensar en una respuesta y luego me respondió:

-No es nada, estoy loco -dijo y me dio la espalda-.

-Raziel será porque tu estas...

-¡No es eso! - me interrumpió-.

-Entonces si no quieres ir al baño, ¿qué es lo que tienes? -dije tratando de esconder una sonrisa, no hubo respuesta -, ¿hay alguna posibilidad que alguien pueda rondar por aquí?.

-No que yo sepa, llevó varias semanas limpiando este lugar, en teoría esta abandonado.

Raziel se volvió hacia mi y pude detectar un pequeño tono rojizo en sus mejillas, en cuanto a mi, sentí calor en ellas. Raziel, lentamente se empezó a acercar a mi, cuando lo tuve lo suficiente cerca como para sentir su agitada respiración, de reojo, mire su entrepierna, confirmando mis sospechas.

-¿Qué estas mirando? - dijo pegando su frente a la mía -.

-Eso me pregunto yo cuando te atrapo viendo mi escote -le respondí-.

-Mejor dejemos las quejas para el final, ¿te parece?.

-Me parece perfecto - fue lo último que dije después de empezar a besarnos -.

Gota rojaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora