Gota roja

Capitulo 16.

-¡Corre!, corre y no te detengas-repetia para mi misma-.

El aire golpeaba mezclado con tierra pegando con fuerza mi cara, todo rastro de civilización humana quedaba atrás incluyendo a Raziel. La puerta se posaba ante mi tan majestuosa como la primera vez, mire atrás de mi por una última vez. "Adiós Raziel", pensé alce mi mano y dije lo mismo que la vez pasada. Si un paso en pocos momentos ya había cruzado la puerta por completo.

La noche era fría y silenciosa que era lo que mas me preocupaba, no podía parar hasta estar en un lugar a salvo. Los párpados me pesaban, me costaba trabajo mantenerlos abiertos, las piernas me tambaleaban, un paso en falso mi pie se dobla con el exceso de peso me hace perder el equilibrio y caigo a la tierra un dolor recorríatoda mi pierna izquierda con el mas mínimo movimiento me hacia retorcerme. Mire a mi alrededor buscando algo con lo que podría ayudarme pero con que, estaba completamente sola expuesta al peligro, el miedo que emanaba de mi ser cada vez por el mas mínimo sonido que se hacia presente a mi alrededor. Los segundos se hacían minutos y los minutos se transformaban en horas. Me preguntó si Raziel abra notado mi ausencia. Un aullido. Me sobresalto y mis pensamientos vuelven a mi, los arbustos que estaban a mi izquierda se movían violentamente como si un viento abrazador lo provocara, una sombra negra se poso a pocos pasos de mi parecía estar en cuatro patas. Mi corazón comenzó a martillar en mi ppecho podría ser un perro. Trate de moverme pero una punzada de dolor recorrió toda mi pierna y me provoco hacer una mueca. La silueta que estaba en mis narices media aproximadamente un metro. Mi vista comenzó a nublarse como si estuvirpera acostumbra a la oscuridad de una habitación y sin previo aviso una luz chocara con mis ojos como un rayo, con mi brazo me frote los ojos y enfoque mi vista hacia la silueta. Todo comenzó a iluminarse ante mi, como si estuviera amaneciendo pero no era hací lograba ver los arboles que están a mi alrededor y el enorme perro negro que me miraba fijamente con sus grandes ojos rojos, por alguna extraña razon no parecía estar interesado en atacarme solonestaba ahí tieso mirándome como si su vida dependiera de ello, me muestra sus colmillos y con pasos cortos comenzó a acercarse a mi. Mis manos tiemblan y sudan, no se como saldré de esta. El enorme perro se detiene en seco mira al cielo como si estuviera olfateando algo o alguien, me mira se hacerla cada vez mas rspido , caminando trotando, corriendo cierro los ojos y espero el momento en el que termine mi sufrimiento, los segundos pasan y siento una ligera brisa de un suabe viento en mis mejillas y lo mas extraño era que solo en la zona de las mejillas, abro los ojos, un joven estaba de cuclillas enfrente de mi.

-¿Estas perdida?- dijo con voz cálida-.

-¿Que?-dije con voz débil-.

El hombre se enfoco en mi pierna, la miraba fijamente. Dio un paso adelante de mi y me coloco en sus brazos.

-¡Sueltame!-le grite-, ¿que aras con migo?.

-Voy a ayudarte inlusa, te llevare a mi casa s curarte esa pierna y sabes que sin mi seguirás aquí sola y podrías morí.

Aunque me costara admirolo pero tenían mucha razón, coloque mi brazo atrás de su cuello y sin mucho esfuerzo me levanto del suelo, podía sentir su pecho descubierto, sentí un fuerte esacalofrio cuando recordé a el enorme perro negro me vililaba.

-Un segundo, ¡que hisite con el perro que estaba adelante de mi?.

-¿Perro?, no se de que hablas.

- Uno que estaba pocos momentos antes de que aparecieras.

-Pues yo no vi algo o alguien, sera mejor que descanses urgentemente, y ¿como te llamas preciosa?.

-No te diré nada- dije dando en ligero golpe en su hombro.

-Como quieras me lo dirás de rodas maneras, no se si te importe pero mi nombre es Leonard, gusto en conocerte.

De mala gana mire al frente para evitar cualquier contacto visual con el y me mantuve callada todo el camino para no tener que hablar con Leonard, estoy segura que el tuvo que ver con el perro, agotada por solo mirar al frnpente y muy cansada de mi cuello, me di por vencida y por un solo momento me olvide de mi horgullo y recargue mi cuello en su hombro y me quede sumida en un largo sueño.