CAPITULO 3- OJOS CAFES

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 hola! una semana mas espero que la historia les siga gustando!!

espero ansiosa sus comentarios y sus votos! :)



La mañana transcurrió con total normalidad. Salomé y yo arreglamos nuestros uniformes de la mejor forma posible, nos peinamos y ella se maquilló, obligándome a colocarme un poco de labial para no estar tan mal presentada.  Pero, mientras que ella no miraba, me lo quité disimuladamente, dejando en su lugar un tono más claro del rojo fuerte que ella me había colocado, no tenia nada en contra del maquillaje de hecho me parecía todo un arte pero prefería lo natural siempre.

Salimos muy temprano de casa y llegamos  a la hora que debíamos llegar. El supervisor se asombró de nuestra puntualidad, lo pude leer en sus ojos. Si, era buena en eso. También pude ver que las bolsas debajo de sus ojos daban una gran impresión de cansancio. Según decían las demás camareras, el estaba a unos pasos de divorciarse. Eso hacia que todas sintiéramos un poco de lastima por él, pero a la vez pensábamos en la libertad que experimentaría su esposa, ya que no dudábamos que la razón de aquel divorcio fuera su fuerte carácter. Jamás se podría ver al señor Milton con una sonrisa en su rostro, nunca y menos dirigida para nosotras dos, que no le caíamos nada bien. No sabía si era odio natural hacia la juventud o era por los grandes escándalos que protagonizábamos Salomé y yo todas las mañanas mientras organizábamos las habitaciones.

Creo que era la última.

El señor Milton  comenzó a caminar y nosotras lo comenzamos a seguir.  Siempre había que adivinarle que era lo que tenía que decirnos con los simples gruñidos, movimientos y ademanes que profería. Lo seguimos en silencio. Ese día era la visita de los hijos mayores del dueño del hotel, según los cotilleos que había escuchado. Uno de ellos era un chico de diecinueve años y su hermana gemela, que al parecer venían del exterior para quedarse un día mientras que, la siguiente mañana, se dirigía de nuevo a otro país. Al parecer, viajaban todo el tiempo, alrededor del mundo.

No pude evitar sentir un poco de celos al enterarme de eso: descubrir el mundo, encontrar los mares, vaciarlos. Eso debía de ser perfecto, todo un sueño, una vida que nunca podría llegar a tener.

Entramos a la habitación VIP que estaba ubicada exactamente en el último piso del hotel que contenía dies pisos, pero éste último era un dúplex: tenía una piscina, dos alcobas con cama doble, una biblioteca incluida, y su comedor con su propia cocina incorporada. Nosotras debíamos de estar preparadas en el lugar que nos habían asignado, mas bien dicho, al lado de la puerta, y estar dispuestas a recibir sus abrigos, servirles la comida, y para todo lo que ellos necesitaran. Esas eran las reglas, ese era el trabajo, el manual a seguir.

El señor Milton estaba a punto de salir por la puerta, cuando un estruendoso estornudo proveniente de mí, la única, que le podía dar gripe dos veces al  año durante seis meses, sonó.

 El señor Milton se volvió hacia mí, con la mirada fulminante, y pronunció aquellas dos palabras que yo ya había adivinado.

-Tu- me señaló-, afuera, y llama a Camille para que te remplace, la verdad llevaba dias con los síntomas de gripa, mis defensas siempre habían sido pésimas, Salomé se volvió hacia mí, mostrándome su cara de que deseaba que un carro le cayera encima, y yo sonreí para indicarle que se tranquilizara.

No es que amara estar ahí con los niños ricos, es solo que nos iban a pagar más y con esa plata queríamos comprarle una guitarra nueva a Damián en su cumpleaños, y solo con lo que le daría a Salomé no nos alcanzaría, tendríamos que seguir ahorrando. 

Resignada, oprimí el  botón del ascensor. Este se abrió al mismo tiempo que el ascensor de al lado. Mientras entraba vi., de reojo, a una chica estilizada. Bueno, por lo menos eso mostraba su espalda con unos tacones elegantes y un caminar digno de una bailarina de ballet. El chico que salió justo detrás de ella, su gemelo, caminaba con un porte totalmente envidiable para cualquier hombre y totalmente matador para cualquier chica. Entré al ascensor y oí al señor Milton saludar a los hermanos que eran los  hijos del dueño del hotel. Monte Real

AGRIDULCEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora