AGRIDULCE

CAPITULO 11- ASIMILANDO

hola a todos ya otro viernes, estas semanas se pasan cada vez mas rapido!! pero es bastante emocionante saber que van a leer las locuras que se me ocurren! gracias por leer por los comentarios los votos y a los lectores fantasmas!!

espero les guste :)! besos!

Ya había pasado al menos unos quince minutos en los cuales me habían pedido que me sentara en el mueble de la sala, La nana de Dylan me había traído un vaso con agua, mientras mi respiración se volvía normal entretuvo mi mente y mis manos jugando con el borde de cristal.

Al lado izquierdo tenía a Salomé y a Dylan al lado derecho;  de frente, los cuatro chicos me miraban expectantes a todos mis movimientos, detenidamente, como si estuviesen esperando a que hiciera algo erróneo, que delatase no ser quien en verdad decía ser. 

El investigador, el abogado y Damián se habían retirado junto con mí... con el papá de Dylan al despacho de este y llevaban ahí esos quince minutos.

Dejé el vaso en la mesa con cuidado, subí mi mirada y me encontré con los ojos del chico de cabello largo. Recordé que no había escuchado su nombre, el de todos creo que vagamente los había escuchado, pero el de él no, así que reuní toda la valentía posible, La verdad es que no me incomodan los silencios, pero me incomodaba que yo supiera que ellos querían hablar.

- Tengo cosas que hacer, con permiso – dijo la chica que, según había escuchado, se llamaba María. Me volteó a ver rápidamente y sacudió su cabeza, como si estuviera confundida.  

- ¿María, a donde vas? – preguntó el chico mayor, La chica no se inmutó al llamado de este y salió, dando un gran portazo

-Yo lo siento mucho mi...Mía, es solo que es algo difícil para todos- dijo, sentándose en el mismo sitio mirándome, En sus ojos había tantas preguntas como en los míos seguramente.

 - La entiendo... - dije, sonriéndole un poco y retomé mis intenciones antes de lo que acababa de pasar-¿Y cuál es tu nombre?- dije  mirando al chico del cabello largo mientras me mordía el labio inferior.

- ¿El mío? – preguntó, señalándose un poco sorprendido. Di un leve asentimiento- Yo soy Adam. 

Sentí un leve codazo en mi costilla, de parte de Salomé. Me volteé a verla, y solté una pequeña risa al imaginarme lo que estaba pasando por su cabeza, Salomé no dejaba a uno vivo; lo más irónico de todo, era que ella nunca había tenido ningún novio ya que Decía que tendría uno solo hasta encontrar al indicado y que no sería novia de nadie, ni se dejaría besar hasta entonces. Salomé era una extraña combinación, Era relajada para muchas cosas casi llegando a la inmadurez, para otras era más que madura y  otras veces vivía en un cuento de hadas. 

- ¿Te parece gracioso mi nombre?- preguntó el chico, mirándome con una ceja alzada y burla en su rostro.

- OH, no – dije negando con mi cabeza – no es eso, de hecho es un nombre lindo – le sonreí al chico y luché en mi mente por cambiar de tema – Entonces, son...Federico, María, Sofía, Adam y...  

- El enano – dijo el mismo chico, sonriendo. Todos nos comenzamos a reír y el aludido frunció el ceño,  me volteó a mirar y sonrió 

- Gracias, Adam – dijo Dylan, mirándolo con el ceño fruncido pero con una sonrisa de medio lado. 

- ¿Todos son... somos hermanos?- pregunté, levantándome lentamente del sillón y dirigiéndome hacia la encimera de la chimenea donde había varias fotografías. 

- Si  y no – dijo la chica que recordaba se llamaba Sofía  mientras se levantaba y caminaba hacia donde estaba, Se situó a mi lado a una considerada distancia –. Maria y Fede son nuestros primos, en realidad, pero mis tíos murieron... fueron asesinados... en un asalto en su casa, Por suerte Fede y María estaban con nosotros- ella tragó un poco, ante el recuerdo, y respiró profundamente-.  Ellos quedaron en las manos de papá. Aun así, ellos son nuestros hermanos mayores, siempre los hemos visto así, somos muy parecidos porque mi tío y papá eran gemelos, por eso el gen de los gemelos y mellizos abunda en esta casa – dijo, sonriéndome un poco