Capítulo 31

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Narra Alex:

-Eres un imbécil, Alex. Te odio. No quiero volver a verte.- Sam gritó y yo sólo cubrí mis ojos ya cristalizados.

-Amor.- susurré.

-No, Alexander. Vete a la mierda.- lo miré.

-Sammy.- sentí un portazo y desperté. Mis ojos estaban llenos de lágrimas y los limpié rápidamente.
Tomé mi teléfono y vi el mensaje de Sam, que me relajó.

«Buenos días, bebé. Te amo, nos vemos en la escuela.»

Suspiré aliviado y me preparé para la escuela.

Cuando llegué, pude ver a Sam unos metros más lejos. Corrí hacia él y lo abracé como nunca.

Apenas alcanzó a reaccionar y lo estreché más fuerte en mis brazos. Cuando nos separamos, agarré su rostro entre mis manos y lo llené de besos.

-¿Qué pasa?- preguntó.

-Te amo.- contesté.- Soñé... que te perdía.

-Amor.- rio.- Sueñas mucha mierda junta. Jamás te dejaría, eso sería como dejar un sueño luego de tanto esfuerzo. Te amo.

-No sabes cuánto me alegra escuchar eso.

-¡Hola!- reconocí la voz de Penny y posó su brazo en mi hombro y el otro en el de Sam.- ¿De qué hablaban?

-Nada.- Sam respondió y por detrás de Penny me lanzó un beso.

Me fui directo a la cafetería luego de química y me senté junto a Sam.

- Hola, amor.- besé su mejilla.

- Hola, Alex.- me pasó su teléfono encendido.- ¿Te gusta?- había una foto de nosotros. Yo salía sonriendo a la cámara y él con su lengua en mi mejilla.

- Está genial.- dije sonriendo.- Pero tengo una mejor.- desbloqueé mi iphone y me fui a galería, busqué en la carpeta que tenía de nosotros y encontré la foto, era una de él muerto de la risa.

- No sales tú.- dijo con su hermoso ceño fruncido.

- Por eso es perfecta, solo sales tú.

- Amor...- dijo con tristeza.- Sabes que odio que te menosprecies, eres el ser más perfecto de la faz de la tierra.- acarició mi mejilla y cerré los ojos con su tacto.

- Te amo.- susurré. No recibí respuesta, pero sentí los labios de mi Sam sobre mis labios.

-Hoy te llevaré a un lugar al cual iba de pequeño.- le dije.- Iremos al campo.

A Sam pareció gustarle la idea. Hizo una carita muy dulce con una sonrisa grande y ojos brillantes.

(...)

Unas horas después estaba conduciendo con Sam en el asiento de acompañante hacia el campo. Dejamos el coche a unos kilómetros y caminamos a arrendar unas bicicletas.

Me quedé atrás y dejé avanzar a Sam para poder verlo adelante mío. Se veía perfecto sobre su bicicleta. Recorrimos unas colinas y senderos juntos y el camino se comenzó a poner más empinado. Sam iba muy rápido y yo intentaba no perderlo de vista. No había nadie y teníamos todo el lugar para nosotros.

-Sam.- lo llamé, pero estaba tan lejos que no me escuchó.

Pedaleé más rápido para alcanzarlo y vi una curva pronunciada cerca.

Frené un poco y vi caer a Sam frente a mí. Ahogué un grito y bajé de mi bicicleta. Me acerqué rápidamente hacia él. Hizo una mueca de dolor, pero sonrió enseguida.

Amarte sin miedo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora