Mi vista es atraída hacia el Tsuru negro que se aleja de nosotros.
—¡Espera! —grito—. ¡Christopher, espera un momento!
Comienzo a correr despavorido hacia él. Vuelvo a gritarle y el auto se detiene casi al instante.
¡Gracias al cielo!
Cuando llego hasta donde está, baja el vidrio y me mira serio.—¿Qué pasó?
—Tienes que ayudarme. Renata se ha quedado dormida y no sé qué hacer.
—Lo siento. Busca a alguien más —se encoje de hombros.
¡¿Qué?! ¿no piensa ayudarme?
Sé que me lo merezco, pero todo lo que dije fue broma.Pone en marcha el auto, mientras yo me quedo sorprendido y con la boca abierta.
—¡Espera! —vuelvo a gritar—. Aceptaré el maldito trato que me propusiste.
El auto no sólo se detiene, si no que se regresa echándose en reversa. Se para justo enfrente de mí y su sonrisa burlista aparece en su rostro.
Jodido cabrón.
—Perdona. ¿Qué fue lo que dijiste?
Pongo los ojos en blanco. Sé que lo hace a propósito.
—Dije que acepto el trato del que me hablaste hace un rato.
Sonríe malévolo.
Sé en lo que puede estár pensando.
Oh no... esta me la pagas Renata.—Está bien, weon, te ayudaré sólo por que no quiero ser mala persona —se baja del auto y caminamos hacia donde Renata está tirada—. ¿Qué quieres que haga?
—Sólo llévanos a mi departamento.
—Será un placer, guapo.
Se baja del auto y ambos cargamos a Renata y la subimos en la parte trasera del carro. Está tan pesada como el tronco de un árbol. Cuando terminamos con ella, Chris se monta de nuevo en su asiento y me mira.
—Vamos weon, no tengo toda la noche.
Pongo los ojos en blanco y camino hacia el asiento del copiloto. El ambiente huele a cigarrillo y a una especie de aromatizante para autos.
—Ya te iré guiando —digo, apuntando hacia enfrente—. Sigue por la derecha.
—¡Huy! A sus órdenes, patrón —arranca el auto y avanza por donde le he dicho—. Sólo no olvides tu parte del trato.
—No lo haré.
Ni siquiera sé si haré lo que me pida. Estoy aquí, a media noche, en el auto de un desconocido y con mi amiga totalmente ebria. Supongo que no es normal.
«Deberías estar con tu marido», mi subconsciente me reclama. Detesto que me lo tenga que estar recordando y aunque no quiero aceptarlo, tiene razón. Debería estar a su lado, tal vez él hubiera enfrentado a todos por mí. Lo extraño mucho.
¿Qué estará haciendo Orlando ahora?
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Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...