"Aquí voy"

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Cuando regreso, Orlando está sentado junto al oso, la escena me hace reír.

Le entrego la copa de vino. Me acomodo a su lado y enrolla su brazo por encima de mis hombros.

—¿Quieres ver la Tv...? Me encanta TLC. No soy de ésos que se la pasan viendo televisión basura, pero tal vez estás aburrido —sugerí.

Sus cejas se alzan en sorpresa, después suelta una risa tímida.

—¿Insinuas que yo sí...? Tampoco veo mucha televisión. Tengo otras cosas en mente como... —sonríe sensual—, hablar, por ejemplo, me parecería bien.

Diablos pensé por un nanosegundo que diría..., sexo. Detuve mis pensamientos. No ha llegado el hombre que encienda mis deseos carnales.


«Hasta hoy» Dice mi subconsciente.

Es verdad.
Sólo él, desde que lo conozco solo pienso en él de una forma muy rara, él despierta todos mis sentidos.

—Está bien, ¿qué tema quieres discutir? —también tengo algunas preguntas para él.

—Bueno, ya dimos el primer paso. Ahora dime... ¿estás dispuesto a hacer lo que sigue? —su voz suena tan seductora, como el mismísimo satanás. Tanto, que me atraganto con el vino.

Me levanto para limpiar mi boca, ¡¿acabamos de ser novios hace un minuto y ya quiere sexo?!

Demonios. Responderé con la verdad, pero para éso necesitaré un poco más de vino. Relleno mi copa y la tomo hasta el fondo. Orlando sólo me persigue con la mirada, esperando una respuesta.

—Orlando, lo he estado pensando demasiado... No sé si sea normal o es por que no he tenido novio en tantos años. Pero, tú me prendes de una manera que nadie lo había hecho. Estaría dispuesto a hacer cualquier cosa contigo.

Me sonríe de oreja a oreja y me pide rellenar su copa. Lo hago y también con la mía.

—Bueno, creo que el sentimiento es mutuo —bebe de su copa y me sonríe—. ¿Eres pasivo, verdad? —pregunta, sacándome de mi órbita.

Siempre me he sentido atraído por los hombres de esa manera. Pero siento vergüenza de como decírselo que solo me encojo de hombros, mirando hacia mis dedos enredados. Siento mi rostro rojo como un jitomate.

—No tienes porque avergonzarte, es normal —bebe de su copa y en un parpadeo su mirada cambia a una más caliente, provocativa y sensual. Como si lo hubiesen poseído—. Quiero estar dentro de ti desde que subiste a mi auto... Y deja de morderte ese labio, ¿quieres saber cómo me pone verte hacerlo?

Santa mierda... algo dentro de mí se empieza a calentar. Libero mi labio, pero no sé cómo reprimir el gemido que amenaza con salir con semejante declaración. Deseo saber cómo lo pone.

Su sonrisa calienta-bóxers aparece, siento que me derrito. Rápido, tomo toda mi copa de un trago y la lleno de nuevo, igual que la de él.

—Lo siento, deja de decirme cosas como esa, desarma a la gente... ¿sabías? —miro hacia mi copa, sin saber cómo escudarme y esconder mi rubor.

Mi verdadero cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora