Paseo Santa Lucía

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Saco el celular de mi bolsa y no tengo ninguna llamada y ningún mensaje.
La puerta se abre y Jack desciende de la camioneta, un suspiro sale de mí y le sonrío mientras entro en la parte trasera del vehículo.

Jack lo rodea y lo enciende con una habilidad tremenda, da un giro impresionante poniéndonos al tráfico de nuevo.

Wow, seguramente estuvo para la milicia o algo así.

—¿Dónde está Orlando? —pregunto tratando de hacer plática.

—El señor Del Real se encuentra en su habitación del hotel. Me pidió que lo llamara cuando saliera de su reunión.

Funzo el ceño y me pregunto qué humor tendrá esta vez. Jack saca su teléfono celular y se dispone a llamarle a Orlando, pero lo interrumpo.

—No te preocupes en llamarle, yo lo haré.

Sonrío muy seguro de mí mismo y saco mi celular de mi bolsa. Busco el contacto de Orlando en mi agenda y presiono marcar.
El timbre suena… suena y suena, pero no contesta.

¿Qué está pasando esta vez?
La curiosidad me quema y vuelvo a llamarlo.
La grabación de la contestadora vuelve a sonar por segunda vez y sé que algo malo está pasando.

—Jack, ¿estás seguro de que Orlando está bien?

Sus ojos encuentran los míos en el espejo retrovisor y responde:

—Estoy completamente seguro, señor Ortíz.

—Entonces…  ¿Porqué no responde a mi llamada? —la angustia grabada en mis palabras.

—No lo sé. Si me permite, lo llamaré desde mi teléfono móvil.

Asiento rápido. Vuelve a sacar su celular y con presionar un solo botón, se lleva el teléfono a la oreja.
No tarda ni tres segundos y ya está hablando con él.

—¿Señor…? Sí señor... Claro que sí. Entendido —es todo lo que dice y cuelga el celular.

«¿Pero qué rayos?», pregunta mi subconsciente.

—¿Qué dijo? ¿está bien? ¿dónde está? —las preguntas salen de mi boca sin que pueda detenerlas.

—El señor está bien y me ha pedido que lo lleve a otra parte y no a su habitación del hotel —responde.

¿Qué se trae Orlando entre manos? No me gustan para nada las sorpresas.

Me cruzo de manos y ceñudo miro hacia afuera. Jack me exaspera con tanta formalidad. Sé que no podré sacarle más información así que me quedo callado.

Después de varios minutos, Jack estaciona la camioneta cerca de una plaza.
El lugar es muy bonito y hay demasiada gente entrando y saliendo del él.

Abro la puerta y me bajo de la camioneta, no voy a esperar a que Jack lo haga.

—Bonito ¿no? —dice.

—Sí, lo es.

Me giro y Jack está sonriéndome. El lugar es muy grande e interesante, pero no entiendo por qué Orlando me citaría en una plaza.

Mi verdadero cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora