—Ricardo, cariño ¡despierta!Siento que me tocan el rostro, abro los ojos y veo la cara de Orlando.
Es de día ya, estoy en la cama, totalmente desnudo y con la cabeza hecha un lío.
Me siento sobre ésta y siento que mi cerebro va a explotar en cualquier momento.
¡Mierda!—¿Qué hora es?
Orlando se sienta junto a mis pies y me mira sonriente.
Cierro los ojos cuando mi cerebro comienza a latir dentro de mi cráneo.
Me tallo los ojos para despejarlos.—Son casi las siete.
Lo miro y está completamente vestido. Tiene puestos unos pantalones de vestir negros, su camisa de lino blanca y un saco, se ve deliciosamente sexy.
Se levanta de la cama y se acerca hasta mí.—Levántate ya, mi dormilón. Tienes que ir a la escuela.
Me da un beso en la frente y después me alza de la barbilla, para plantar un beso en mis labios. Me encanta que sea tan amoroso y tierno.
—Ya voy —susurro.
—Te deje un Advil y un vaso de agua en la mesita, tengo que hacer unas llamadas —dice mientras sale de la habitación.
Giro la cabeza y me trago la pastilla con ayuda del agua. Me levanto de la cama y mis bóxers están tirados frente al espejo. Camino hasta ellos y me los pongo.
¿Tuvimos sexo? me pregunto a mí mismo.
«Ni siquiera recuerdas cómo es que subiste hasta la cama», me regaña mi subconsiente. Tiene razón.
Lo último que recuerdo es la pelea que tenía con Orlando en el auto. Tal vez me cargó hasta aquí.¿Por qué no fuimos a su departamento esta vez? ¿por mi estado de ayer?
Me encojo de hombros sin encontrar una respuesta y corro hacia la ducha. Me meto bajo el chorro de agua y el recuerdo de Orlando escuchando nuestra plática, llega a mi memoria.
¡Qué vergüenza!
Siento que me pongo rojo de la pena. Ojalá y no esté molesto por nuestros comentarios.
Cuando termino, regreso a la habitación y me pongo unos jeans oscuros, una camisa negra con puntitos blancos y mis botas cafés.
Me levanto el cabello con spray y estoy listo para irme.—Wow, te ves muy guapo el día de hoy —me dice Orlando encuanto salgo de la habitación. Miro hacia abajo, apenado.
—Gracias. Quería preguntarte un par de cosas —le digo, entrecierra los ojos y camina hacia mí.
—Dime.
—¿Cómo es que subí hasta mi cama?
Reprime una sonrisa y mira hacia abajo, después sus ojos me miran, alegres.
—Bueno, te quedaste dormido a medio camino y tuve que sacarte del auto y subirte yo mismo hasta aquí arriba. La verdad es que no pesas mucho así que fue tarea fácil.
ESTÁS LEYENDO
Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...