¡Cielo santo!, Alberto se ve muy atractivo el día de hoy.
Trae una playera muy delgada blanca y pegada que resalta todo su marcado pecho y abdomen, un pantalón de mezclilla rasgado y unas botas color café. Trae el cabello levantado y su barba bien arreglada. Se ve infinitamente sexy."¿Pero qué estás diciendo?", me regaño a mí mismo, detengo de inmediato mis pensamientos.
—Listo... ¿ya le avisaste a tu novio? —suena preocupado. Tal vez no quiere problemas con el señor millonario.
Ahora que recuerdo, Beto ya conocía a Orlando, cuando los presenté, parecían hablarse como si hubiesen sido amigos.
—Beto, soy mayor de edad. No necesito permiso de nadie, ahora vámonos —lo miro y le sonrío.
Arranca el carro y nos vamos. Voy mirando por la ventanilla, observando a los demás carros pasar.
—Te hubiera avisado ayer, pero no sé qué pasó entre tu novio y tú, así hubieses tenido más tiempo para planearlo —dice, lo encaro y le sonrío.
—Ayer justo estabamos hablando de tí, cuando llamaste. Orlando es muy celoso, y no tengo idea del por qué. No pude hablar contigo por que no quería que se enojara, pero ayer le dejé bien en claro que eres mi amigo y además de eso, que eres heterosexual.
Me sonríe tímidamente, como disculpándose, ¿qué significa esa sonrisa?
—Lo siento, no quería traerte problemas. Esta mañana cuando él me contestó la llamada, me dijo que me mantuviera alejado de ti.
Santa vaca... Orlando hizo ¿qué?, no puedo creer lo que acabo de escuchar. Mi cara se llena de sorpresa y Beto lo nota.
—¡¿En serio te dijo eso?! No puedo creerlo —suelto una leve risita. No puedo evitar sentirme alagado por los celos de Orlando, pero son injustificados.
—Sí. Se ve que en verdad te quiere —ríe—. Cuando me lo presentaste, no creí que él fuera gay —vuelve a reír mientras niega con la cabeza—. ¿Y su familia qué opina de ti? —me pregunta.
Enarco una ceja, no me había puesto a pensar en eso. ¿Conocer a su familia?, la idea me da escalofríos.
—No he tenido el gusto de conocer a su familia, pero dime ¿por qué dices que no creías que él era gay?
Me mira y se frota la barba entre sus manos. Él la lleva más larga que Orlando. Me pregunto cómo se sentirá bajo mis dedos... bajo mis labios... entre mis piernas.
«¡Detente ahora mismo Ortíz!», mi subconsciente me grita desde su sillón de cuero. Me remuevo en mi asiento y le pongo más atención.
—Te contaré todo, pero no quiero que digas que lo supiste de mí. Aunque creo que eso es imposible... —asiento—. Yo ya conocía a Orlando, bueno, más bien, a su familia. Hace unos trece años atrás, mi padre y su padre se hicieron socios, ambos crearon una sociedad y lo conocí en la ceremonia de la firma del convenio. Su padre es muy estricto con él, de hecho creo que con todos. Ese día llevaba una muchacha del brazo, al parecer era su novia, pero se notaba de inmediato que él no la quería, ni caso le hizo durante toda la fiesta. Al final de la noche Orlando terminó por los suelos, borracho hasta la coronilla. Siempre que tuvimos fiestas o reuniones, Orlando iba con una joven diferente, y siempre terminaba igual: borracho —algo dentro de mí se rompe, pero no sé qué es—. Nunca hablaba con nadie, sólo se limitaba a saludar a los invitados. Su padre era quien hablaba por él frente a todos sus socios de la empresa. Presumía su alto grado de estudios y el número infinito de mujeres con el que Orlando se había acostado.
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Mi verdadero cielo
RomanceRicardo, un estudiante de preparatoria, un joven simple, común y corriente, nunca se hubiera imaginado conocer el amor abordo de un taxy. Pero no es solo el amor lo que encuentra en Orlando, si no más bien, un mundo totalmente desconocido para él. ...