Planes

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ORLANDO

Después de dos largas, prolongadas y exhaustivas horas, conversando con los nuevos inversionistas. Discutiendo sobre los nuevos modelos de hoteles y resorts, terminamos en común acuerdo.

Se construirán los primeros “Orlando Resorts” a finales del año en curso en Brazil y Argentina. Seremos los primeros en construir los prototipos de hoteles rascacielos y Resots de súper lujo con tecnología de punta en esos dos países.
Mandarán traer a la misma diseñadora en interiores que contratamos desde siempre. Hoteles para superricos.

La junta por fin acaba, estrecho las palmas y sonrío cortésmente a cada uno de ellos, mientras salen de la sala.

Cuando sale el último, cierro la puerta y me aflojo el nudo de la corbata.
Papá regresa y cuando me ve se le ilumina la cara. Parece que ha visto a Dios del cielo. Me toma por sorpresa cuando me envuelve entre sus brazos y me presiona entre ellos. Nunca había hecho algo parecido.

¿Qué diablos?

—Felicidades hijo, estoy orgulloso de ti. Jamás imaginé que pudieras llegar a ser el gran empresario que eres ahora —da un par de palmadas en mi espalda y después se separa de mí y me mira a los ojos mientras me sostiene por los hombros—. Debo admitir que cuando recurriste a mí, pidiéndome dinero para empezar por tu parte, creí que sólo te irías por ahí a ponerte ebrio de nuevo. Pero mírate ahora, puedo llenarme la boca al presumir que tengo un gran hijo.

Lo miro totalmente desconcertado.
¿Quién eres? ¿y qué has hecho con mi padre?
Está irreconocible.

—Ehmm… ¿Gracias? —no sé qué decir.

Jamás he sostenido una conversación por más de cinco minutos sin que empiece a gritarme.

«¡Oh! lo hará»

—Y me ha llegado también el rumor que ya te has casado. Yo sabía que eso de que "te gustaban los hombres y todas esas mariconerías" eran sólo una fase en tu vida —mueve su mano en el aire de una forma ridícula. Oh no, no empieces ahora—. ¿Ves cuánta razón tenía que con un par de polvos con mujeres de verdad, te moldarían? —su tono altanero no lo soporto—. ¿Pero qué mierdas te pasó en la cara?, no llevas ni un par de días casado y ¿ya te golpean en casa? —suelta una risotada que hace eco por toda la sala.

Sé que es mi padre, pero su estupidez y su ignorancia me enferman.
Lamento que piense eso de mí, pero más lamento tener que bajarlo de su nube y callar su boca con el acta de matrimonio.

—Sí, ehmm… de eso quiero hablar —llevo mi mano a mi nuca nervioso—. No es lo que tú crees.

—Mandaré traer champagne de inmediato. Juntaremos a todos los trabajadores y brindaremos por tu felicidad —parece no escucharme—. No tenemos mucho tiempo, la fiesta será hoy mismo.

—No, papá. No habrá ninguna fiesta —elevo mi tono de voz.

—¿Cómo? No te entiendo —por fin tengo su atención de nuevo.

Camino hasta mi silla y abro mi portafolios. Veo el acta debajo de la tarjeta y los anillos. Tomo un suspiro relajante.
Que pase lo que tenga que pasar.

—Aquí tienes el acta de matrimonio que tanto me exigiste —la saco del maletín y la deslizo por la enorme mesa de vidrio opaco—. Me he casado con un hombre.

Mi verdadero cieloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora